Pisotear a Stendhal

De Semana Santa me gustaría escribir un artículo bonito como esas personas que escriben artículos bonitos de Semana Santa y la gente les dice «qué artículo de Semana Santa más bonito, qué preciosidad, me has emocionado, tunantón, que eres un tunantón con una sensibilidad extraordinaria» y después se van a sus quehaceres con la conciencia tranquila y con el apellido y los vellos más cerca de Dios y de las lágrimas del valle en las que los mancos nadan y las lesbianas se dan cuenta de su error. Pero he de reconocer que, a pesar de mis años de oficio, no me sale. Por estas fechas, ya lo saben ustedes, esos artículos suelen comenzar así: «Se acerca la Semana de Pasión y los creyentes nos preparamos, expectantes, para conmemorar los últimos días terrenales de quien por nosotros dio la vida». ¡Toma ya! ¡Toma frase buena! ¡Joder! Eso es dominar el género. Así, con ese arranque, cualquiera deja de leer, no puedes dejar de leer, te metes el texto hasta la zurrapa. Claro, ya empiezo yo a conocerme el truco. Se trata de sentarse, pinzarse los anteojos, desenroscar el tintero, cogerse una oreja, mojar la pluma y empezar: «Se acerca la Semana de Pasión y los creyentes nos preparamos, expectantes, para conmemorar los últimos días terrenales de quien por nosotros dio la vida». Aunque, si se fijan ustedes, a veces el articulista se las quiere dar (raras veces lo es) de tolerante y de buena persona, de aceptar la diversidad, de no desearle la muerte a nadie, y a lo de «los creyentes nos preparamos» le añade, arriesgándose a que lo tachen de comunista, un inciso entre paréntesis, este inciso entre paréntesis: «(y los no creyentes)», de manera que la arrolladora frase de arranque queda así: «Se acerca la Semana de Pasión y los creyentes (y los no creyentes) nos preparamos, expectantes, para conmemorar los últimos días terrenales de quien por nosotros dio la vida». Guay, tío, guay. Maldita sea mi sangre, guay. Eso es saber estar en el mundo. Eso es lanzar la sospecha de que no votas al PP, que siempre queda bien. Pero es que los hay que, para demostrar no sólo que son tolerantes y medio comunistas, sino también para hacerle saber al ocasional lector ateo que es un insensible y un zoquete y un mierda, afilan el inciso entre paréntesis del siguiente modo, así, así lo afilan: «Se acerca la Semana de Pasión y los creyentes (y los no creyentes a quienes la belleza, en sus múltiples manifestaciones, no les suponga una prejuiciosa impedimenta) nos preparamos, expectantes, para conmemorar los últimos días terrenales de quien por nosotros dio la vida». ¡Toma castaña! ¡Si es que son hábiles, me cago en sus muertos! ¿No lo pillas? So gilipollas, te están diciendo que el hecho abominable de no creer en Dios ni en Cristo ni en la Virgen ni en sus muñecos no debería implicar que reniegues también de la sublimidad de las imágenes sagradas, de la exquisitez de las marchas procesionales, de la embriaguez del incienso, de la pasión del sentir y la devoción popular. O sea que, prácticamente, te están diciendo que eres un ceporraco asqueroso con el alma de poliéster, un tío borrico que hubiera pisoteado a Stendhal cuando le dio su síndrome veneciano y volcó. ¿Que no? ¿Me vas a decir que lo de la «prejuiciosa impedimenta» no es un zas en toda la boca del tamaño de la Gloria Bendita y su extrarradio? Vamos, hombre. Si no ves que lo de la «prejuiciosa impedimenta» es un zasca certero que te afloja los piños es que, además, no sabes interpretar un texto ni leer entre líneas, poco menos que un bachiller moderno o un arqueólogo de los 90. De manera que, lo dicho: que a mí me gustaría escribir un artículo de Semana Santa así, bonito, pero se ve que estoy del todo incapacitado para ello y sólo se me ocurre seguir poniéndole tilde a ese «sólo» y mover a las masas embrutecidas y ateas a parar procesiones, otra vez. ¿A que no hay huevos? No, no hay huevos. Además dio la vida por nosotros, no seamos desagradecidos.

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