LOS JIENNENSES DEL 'PLANETA'
Cuatro escritores nacidos en la provincia se erigen como embajadores del mar de olivos en el palmarés del galardón, cuya primera edición, hace ahora setenta años, recayó precisamente en un serrano de La Puerta de Segura. Este penúltimo sábado de 2022, Lacontra conversa con los tres Planetas vivos de Jaén
En plena Navidad y con la llegada de los Reyes Magos a la vuelta de la esquina son muchos quienes se deciden por regalar libros, que según un proverbio anónimo es, además de un obsequio, un delicado elogio.
Escaparates y estanterías de todo el mundo se sobrepueblan de volúmenes y ejemplares a cual más variado, entre los que los premios Planeta se han convertido ya en todo un clásico de estas fechas.
Un galardón con setenta años de existencia en cuya historia tiene mucho que decir la provincia jiennense, de la mano de algunos de sus más significativos literatos. ¿Que no? Lean, lean.
EL PRIMER PLANETA, UN SERRANO DE LA PUERTA
Cuarenta mil pesetas de la época cayeron en el bolsillo del primer escritor distinguido con el Planeta, allá por 1952, cuando se puso en marcha la convocatoria del que ha terminado siendo el segundo certamen mejor dotado económicamente de todo el mundo, con un millón de euros para el triunfador absoluto y doscientos mil que se lleva el finalista.
Solo superado por el Million’s Poet’ de Abu Dabi, ese país que Juan Carlos I ha convertido en topónimo cotidiano para los españoles pese a la distancia que separa ambos destinos.
Cifras de vértigo (las del Planeta) que nada tienen que ver con las de sus inicios pero que dan cuenta de la trascendencia de un concurso literario que cada año atrae a mayor número de escritores.
Precisamente fue un jiennense, de La Puerta de Segura, quien inauguró el palmarés del premio: Juan José Mira, nacido en 1907 y fallecido setenta y tres años más tarde en tierras gerundenses.
Sí, al puerteño Juan José Moreno Sánchez (que así se llamaba realmente) le cabe el honor de haber pasado del anonimato a la inmortalidad en un pispás gracias a lo que se cocía en su magín y al hito que supone ser el primer Premio Planeta de la historia.
Autor autodidacta, llegó a territorio catalán empujado por la necesidad y allí dio a luz sus primeras obras (Así es la rosa, título de innegable inspiración juanramoniana, y Rita Suárez) antes de publicar su obra más célebre y 'planetaria', En la noche no hay caminos, ambientada en la España de la Guerra Civil y su posguerra.
"En todas sus novelas salta un agrio encuentro entre las realidades —desafortunadamente deshonetas, injustas— de la vida y las sentimentales y nobles apetencias de sus criaturas", escribió de Mira y de su producción el crítico Federico Sainz de Robles.
Prácticamente desapercibido a partir de la edición de Mañana es ayer, de 1954, hasta para abonarle los derechos de autor devengados posteriormente por la reedición del libro premiado resultó imposible localizar ni al propio escritor ni a sus herederos.
"Cuando Lara [editor de Planeta y padre del premio] supo que yo era de Jaén, me dijo: 'A ver si puedes localizar a la familia de este hombre, porque le seguimos publicando (se editaban durante muchos años unos estuches de los Planeta) y ha devengado un dinero que no sabemos a quién dárselo'. Yo hice mis averiguaciones, pero no encontré a nadie", relata el arjonero Juan Eslava Galán a Lacontradejaén.
A día de hoy, la figura y la obra de Juan José Mira soportan el paso del tiempo y la tenaza del olvido gracias al continuo 'renacimiento' de su memoria que le procura aquel exitazo, el primer Planeta: aquel logro de hace ya siete décadas que le valió, también, una calle en su pueblo natal.
JUAN ESLAVA GALÁN, UN ARJONERO UNIVERSAL
Treinta y cinco largos años tuvieron que pasar para que la proclamación del premio tuviese acento jaenés, hasta aquel 1987 que elevó a los altares de la literatura al profesor Juan Eslava Galán (Arjona, 1948) gracias a En busca del unicornio.
Un libro ambientado a fines del siglo XV que "narra la historia de un personaje ficticio a quien se envía en busca del cuerno del unicornio, que se supone aumentará la virilidad del rey Enrique IV de Castilla, llamado el Impotente. En la trama argumental, habilísima y muy amena, dentro de una escrupulosa fidelidad a la ambientación histórica, se suceden las más curiosas e inesperadas peripecias, siempre con un fondo emotivo y poético que da fuerza y encanto mítico al relato", detallan desde Planeta.
Llevaba ya en sus alforjas algunas biografías y títulos de historia y divulgación cuando puso el preciado trofeo en sus vitrinas, pero él mismo lo deja claro a Lacontradejaén:
"Yo era un perfecto desconocido, había escrito un par de libros pero eran ensayos, tenía catorce novelas en el cajón pero nunca me había atrevido a sacarlas y fue el Planeta el que me puso en órbita, al Planeta se lo debo todo", sentencia.
Y es que, como explica el alter ego de Nicholas Wilcox, las opciones de promoción y desarrollo de una carrera literaria se amplían de manera exponencial con el ya histórico premio en el currículo:
"Después de ganar el Planeta (al margen de que te dan un dinero curioso) tienes la posibilidad de ganarte al público. Tienes unas ventas aseguradas, pero si mantienes su expectación puedes seguir publicando libros. Yo he tenido la suerte de que el público me ha seguido beneficiando, así es que estoy muy agradecido".
Miembro del jurado desde hace ya varias ediciones, no lo duda a la hora de animar a las promesas de las letras a concurrir a certámenes que, como el que a él mismo lo situó entre los nuevos narradores de habla hispana, les haga sitio en la cumbre de la novela de las últimas décadas:
"Yo animo a la gente joven, a los que empiezan, que hay muy buenos escritores entre ellos. Si no tienen nombre no les publican y si no les publican, ¿cómo van a tener nombre? Es la pescadilla que se muerde la cola. Solo tienen dos opciones, desgraciadamente; una es ganar algún premio y la otra, que antes no existía, es colgar en internet su obra y si muchos lectores acuden a ella, ya vendrán los editores para publicarles.
MUÑOZ MOLINA, EL PLANETA QUE APUNTA AL NOBEL
El propio Juan Eslava Galán, en una conversación anterior con este periódico, apuntaba al ubetense Antonio Muñoz Molina (1956) como "seguro" Premio Nobel: "No me cabe la menor duda de que lo será", afirmaba, rotundo, el de Arjona.
Llegado el día, la Academia Sueca tendrá que mojarse el dedo más de una vez para pasar las páginas que recojan la trayectoria del autor de Beatus Ille quien es, además, académico de la RAE, Príncipe de Asturias de las Letras, varias veces Honoris Causa...
1991 fue el año en que los 'planetas' se alinearon en favor del también reconocido periodista gracias a su novela El jinete polaco, con la que obtuvo el reconocimiento concedido por la Editorial Planeta.
Pero, ¿qué impulsó a concurrir al certamen a quien, por entonces (1991) ya contaba en su bibliografía con títulos tan reconocidos como El invierno en Lisboa o Beltenebros? ¿Quizás el ruido mediático inherente a este concurso, la posibilidad de multiplicar su número de incondicionales...? El propio escritor lo aclara para los lectores de este periódico:
"Es muy sencillo, era un momento de mi vida en que, por diversas razones, yo necesitaba cierta seguridad económica, por eso me presenté; ya había publicado en Seix Barral y estaba contento, pero en un momento dado pensé que me hacía falta tener esa seguridad, como le pasa a todo el mundo". Y vaya si se le solucionó la papeleta, veinticinco millones de hace tres décadas que le vinieron como agua de mayo.
"En España, ¡todo lo relacionado con la literatura es tan precario!, el trabajo de escritor es muy incierto y yo, entonces, era un autor joven, con hijos pequeños, con una situación familiar compleja... Esa fue mi forma de buscar un respiro para hacer frente a la vida, estrictamente eso", sentencia Muñoz Molina, que pocos años antes de lograr el Planeta se ganaba la vida "como auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Granada", en sus propias palabras.
En cuanto a la 'etiqueta' de 'premio comercial' que arrastra el premio creado por José Manuel Lara en 1952, el ubetense comparte con Lacontradejaén una suerte de anécdota de lo más ilustrativa:
"Cuando yo me presenté al Planeta, hubo mucha gente del mundo literario que me criticó bastante, era un premio comercial y era como rebajarse; y cuando gané el premio hubo gente que me retiró el saludo. Yo les decía: 'Leed el libro y os daréis cuenta de que yo no he hecho ninguna concesión comercial, en ese momento la primera frase del libro tenía casi una página, no estaba escrito para ganar el Planeta. Lo presenté a ese premio como podía haberlo presentado a otro".
UN FINALISTA DE LUJO: SALVADOR COMPÁN
Hasta la fecha, los últimos nombre y apellidos jiennenses que han resonado en la gala de entrega del premio son los de un ubetense: Salvador Compán Vázquez (1949), lo que hace de la ciudad renacentista la 'capital del Planeta' en el Santo Reino.
Catedrático de instituto jubilado, su obra abarca la prosa, el verso y el periodismo de opinión y fue con su cuarta novela, Cuaderno de viaje, con la que sumó a su amplia trayectoria el preciado premio, en calidad de finalista, el año que la periodista catalana Maruja Torres tocó la gloria con Mientras vivimos, en 2000.
"En la época que yo me presenté al Planeta todavía me presentaba a premios, después dejé de hacerlo", relata el autor de Jaén. La frontera insomne. Algo así como lo que le ocurrió a García Márquez, que llegó a rechazar (antes de que se lo dieran incluso, por si acaso) el Cervantes: "Una vez que un escritor recibe el Nobel, debe dejar el camino a los más jóvenes para que consigan otros premios", esgrimió el desaparecido creador colombiano.
Reconoce Compán que ser finalista del Planeta le dio "cierto renombre" y que, aunque ya sabía lo que era conseguir importantes galardones y publicar su obra gracias a ellos, precisamente, este reconocimiento le abrió nuevas y luminosas ventanas. "Yo decía: ¿para qué presentarme al Planeta?, no me lo van a dar".
Y tanto que lo pensaba, como que fue su propia esposa quien se encargó, sin él saberlo, de que el libro llegase al concurso: "Ese año resultó y sentí una alegría inmensa, fue algo absoutamente inesperado, insospechado. Pero creo que si no ella no me lo hubiese presentado, yo no lo habría hecho".
En cualquier caso "fue fantástico, fue entrar en otro nivel, en otro mundo", asevera: "El Planeta te da mucha visibilidad, se publican muchas copias, pasas de ediciones de mil quinientos ejemplares a ediciones de cien mil, te ves en todos los aeropuertos, eres requerido por los medios de comunicación, en tertulias...".
Otro título, Tras la mirada, supuso la confirmación del vínculo entre el escritor y la editorial del marqués del Pedroso de Lara. Una relación que no se ha alargado en el tiempo: "No soy amigo de los plazos, siempre he escrito de una manera libérrima".
De lo que no se zafan los ganadores (ni los finalistas) es de esa envidiable etiqueta que los mantiene unidos, de por vida, al segundo premio mejor dotado del mundo, económicamente hablando:
"Eso es así, yo soy finalista del Planeta cada vez que hablan de mí", concluye, encantado, el ubetense. Eslava Galán apostilla: "Lo llevo con orgullo y gran satisfacción, sin duda". Y Muñoz Molina suscribe lo dicho por sus 'galácticos' compañeros: "Para mí, ganar el Planeta es un honor, es una cosa agradable de mi vida, no me la cambió de ninguna manera pero estuvo bien, me ayudó mucho en un trabajo que es muy incierto".
¿Quién será el próximo? ¿O la próxima? Que ya toca.
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