Presupuestos para romper el bloqueo

El borrador de 2026 llega como la primera oportunidad real de cerrar la era de presupuestos prorrogados. ¿En qué se quiere invertir el dinero?
Ocho años después, Jaén volverá a ver un presupuesto municipal sobre la mesa con posibilidades reales de ser aprobado. Y no se trata solo de una formalidad administrativa. El borrador para 2026, presentado ahora por el equipo de Gobierno PSOE–Jaén Merece Más, tiene detrás una historia de fracasos encadenados, tensiones internas, reproches cruzados y una parálisis que ha condicionado la gestión municipal.
Para una ciudad que no estrena unas cuentas desde 2017, el documento presentado este noviembre no es simplemente un presupuesto sino un intento de cerrar una etapa.
El camino hasta aquí ha sido largo. En julio de 2025, este medio relataba cómo el Ayuntamiento se resignaba a renunciar al presupuesto del año en curso después de que la moción de censura de enero —que desalojó al Partido Popular y colocó a Julio Millán de nuevo al frente del consistorio— no lograra alcanzar su principal promesa. La ausencia del informe de Intervención, aunque no vinculante, bloqueó el proceso, pero evidenció algo más profundo: la fragilidad del pacto entre PSOE y JM+ y la dificultad de una institución acostumbrada a sobrevivir a base de prórrogas.
El episodio dejó heridas políticas. El PP acusó al nuevo gobierno local de “fracaso”, “engaño” y “propaganda”. JM+, por su parte, reivindicó su influencia en la obtención de grandes compromisos del Estado —175 millones para infraestructuras hidráulicas, mejoras ferroviarias, inclusión en la planificación eléctrica—, pero admitió que el pacto debía replantearse. La sensación era que nada había cambiado tanto como se había prometido.
Ese es el telón de fondo del borrador de 2026. El proyecto asciende a 202,9 millones en ingresos y 199,7 en gastos, con 23 millones destinados a inversiones, una cifra que no veía la capital desde hacía más de una década.
EN QUÉ SE INVIERTE
Las inversiones previstas van desde un nuevo pabellón deportivo hasta la renovación de instalaciones municipales, mejoras en el transporte público, pasos para activar el tranvía y un paquete de actuaciones urbanas con fondos EDIL, como la reforma de la Plaza de la Constitución y Virgen de la Capilla o el entoldado del centro. También se incluye la adecuación del edificio de Correos como nuevo centro administrativo y la compra de terrenos para la expansión de la Universidad de Jaén, movimientos que apuntan a una transformación estructural más que estética.
Francisco Lechuga, concejal del Área Económica, defiende que “sin inversión no hay transformación” y subraya la contención del gasto y la eficiencia alcanzada. El ingreso extraordinario de 7,7 millones por la venta de los suelos de IFEJA y el Olivo Arena refuerza esa capacidad inversora. Y recuerda que el gasto de personal se sitúa en el 24,45%, por debajo de la media nacional, como quien presenta una factura para cerrar un debate ya cansino.
María Espejo, primera teniente de alcalde, pone el acento en el cumplimiento del acuerdo firmado tras la moción de censura. Lo hace con la serenidad de quien sabe que, durante meses, el pacto PSOE–JM+ ha sido más un sudoku que un matrimonio político.
Y aun así, pese a la magnitud del presupuesto y el aire de “nuevo comienzo”, la gran prueba queda por delante que no es otra que aprobarlo… y ejecutarlo. Y es que, por desgracia, Jaén ha aprendido a desconfiar de los grandes anuncios. Lo que sí ha cambiado es el clima. El Ayuntamiento vuelve a hablar de futuro y no solo de supervivencia. Después de ocho años sin presupuestos, presentar uno, que sería lo normal, se ha convertido, paradójicamente, en un acontecimiento extraordinario.
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