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Puri Lozano: "Si volviera a nacer, elegiría otra vez ser maestra"

Por Javier Cano - Octubre 15, 2022
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Puri Lozano: "Si volviera a nacer, elegiría otra vez ser maestra"
Puri Lozano, con un grupo de alumnos castellariegos en una imagen con más de tres décadas. Foto cedida por la familia Bernal Lozano.

La docente jubilada santistebeña recibe uno de los galardones castellariegos dentro del marco del Día Internacional de la Mujer Rural

Como Gabriela, la protagonista de la novela de Josefina R. Aldecoa, la aventura vital de Puri Lozano Cerón (Santisteban del Puerto, 1950) es la historia de una maestra vocacional en cuyo rostro se dibuja una sonrisa de satisfacción si hace recuento de su larga etapa como docente.

Cuarenta y dos años de enseñanza, desde aquel curso 1968-1969 en que se estrenó ante los peques en el viejo colegio de la Aneja de la capital giennense de la mano de la recordada doña Ana Noguera, que la tuvo, primero, en prácticas y cuyo ojo clínico se dio cuenta enseguida de que en Puri Lozano había una maestra de largo recorrido:

"Fue el primer año mixto, antes se separaba a las alumnas y a los alumnos y ese año cambió", recuerda la santistebeña para este periódico. 

Y lo hace azorada, "avergonzada": "¡Hay tanta gente extraordinaria, tanta gente fantástica dentro de su sencillez!", exclama, con humildad. No le falta razón, en el mar de olivos hay historias magníficas para dar y regalar, pero algo tendrá el agua cuando la bendicen...

"Cuando hablo de ella me emociono muchísimo, fue mi primera maestra, hace ya cincuenta años, y luego tuve la suerte de que fuera la maestra de mi hijo, que la quiere con locura, como todos los niños y como todas las madres. ¡Y mi hijo tiene ya treinta y tres años!, pero ese vínculo no se ha roto ni con él ni con ningún otro alumno", asegura Luisa González, presidenta de la Asociación de Mujeres Clara Campoamor de Castellar.

Un colectivo que ha decidido incluirla en su lista de ilustres al homenajearla dentro del marco del Día Internacional de la Mujer Rural en este municipio, donde reside desde que pisó por vez primera su colegio, allá por 1973, y en el que sigue viviendo tras su jubilación en 2010, querida y respetada por sus convecinos, para la que ya es una castellariega más:

"Es una persona muy muy especial, esa bondad que tiene, esa humildad... El día que fuimos a llevarle la tarjeta para invitarla al homenaje de la mujer rural nos dijo: '¿Por qué a mí, habiendo tantas mujeres que se lo merecen mucho más que yo?' Eso no lo dice todo el mundo, no".

González continúa: "No ha perdido la humildad, nunca ha tenido un mal gesto, aunque haya tenido problemas en su casa. Es una persona superquerida, cuando la gente se enteró del homenaje nos mandaban mensajes felicitándonos por la elección, al igual que las otras tres premiadas. Pero Puri es nuestra maestra, doña Puri". 

 Lozano (tercera por la izquierda de la segunda fila), rodeada de sus seres queridos. Foto cedida por la familia Bernal Lozano.
Lozano (tercera por la izquierda de la segunda fila), rodeada de sus seres queridos. Foto cedida por la familia Bernal Lozano.

'HISTORIA DE UNA MAESTRA'

Dieciocho primaveras tenía Puri cuando, armada de tiza y borrador, impartió sus primeras clases como maestra con todas las de la Ley. Hija de un auxiliar de farmacia y una ama de casa "muy inteligente", a la que admiró y cuidó hasta el final, por ella misma y por sus hermanos (otra chica y dos varones) sus padres se batieron el cobre para que estudiasen y tuviesen un futuro digno. No es que hubiese para derrochar, pero de nada les faltó:

"Tomás Herrera, que era pediatra en Jaén y primo de mi abuela, me buscó un sitio económico para vivir, en una residencia de la Sección Femenina, en la Plaza del Conde [hoy de Cruz Rueda]". De allí a los paseos por la calle Maestra no había ni un tiro de piedra, y esos paisajes urbanos pusieron telón de fondo a unos años que recuerda con especial cariño:

"Subir al Castillo andando, las audiciones musicales de los fines de semana, las sesiones dialogadas de teatro, el baile. Me encanta el folclore, y todo aquello fue muy enriquecedor para mí", evoca. Y apostilla: "He sido muy feliz como maestra, primero en la Aneja de Jaén, luego cuatro años en Aldeahermosa y al final, en Castellar. No digo que algunos días no haya vuelto a casa con dolor de cabeza, pero si volviera a nacer elegiría ser maestra".

Madre de cuatro hijos (dos chicas y dos chicos) que no han seguido su vocación docente, es abuela de nueve nietos cuya cercanía le dan la vida: "Tengo camas literas para todos en casa", comenta entre risas esta paisana de Jacinto Higueras (padre e hijo) que tiene en la salud de su esposo, Francisco Bernal, su cuota de cruz:  

"Es un hombre vitalista y un gran amante de la historia, de la arqueología; tiene mérito, porque la gran mayoría de cosas que están en el Museo Ibérico de Castellar las encontró el y las donó. Sabe muchisimo de eso, hasta ha venido gente a preguntarle para hacer sus tesis". A él, a su esposo, a su pareja de toda la vida dedica Puri su delicadeza, sus cuidados, su diaria atención. 

Así es Puri Lozano Cerón, una mujer sencilla como la paloma de la que, en su Evangelio, dice San Mateo que habló el Maestro; maestra ella también que, como el Nazareno, aplaude la grandeza de alma:

"La cualidad que más admiro es la bondad, cuando encuentro a una persona buena, sencilla, digo 'ole'. A esos nos les darán premios, pero son los que tienen más valor". Palabra de... Puri. 

 Foto cedida por la familia Bernal Lozano.
Foto cedida por la familia Bernal Lozano.

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