Rafi Arcos: la satisfacción de trabajar para los demás
Ruteña de nacimiento pero asentada en Torredonjimeno desde hace casi treinta años, disfruta lo mismo saciando la sed que cuidando a quienes la necesitan
"Lo mismo limpio un culo que pongo una cerveza", cada cosa en su momento y, claro, en situaciones y lugares completamente distintos, por supuesto; pero esta frase (rotunda y castiza como un diálogo galdosiano) define a Rafi Arcos Cordón (Rute, Córdoba, 1978) mejor que cualquier apodo o adjetivo.
Afincada en Torredonjimeno desde que tenía "trece o catorce años", llegó al municipio de la mano de su padre, guardia civil, en busca del destino más cercano posible a su pueblo natal y, como si nada, lleva ya casi tres décadas en el pueblo, donde el acento anisado de su patria chica ha terminado mezclándose con el deje tosiriano; donde se casó, tuvo a sus dos hijos y ha desarrollado su trayectoria profesional:
"Regenté un bar, como propietaria, durante nueve años; he cuidado a personas mayores, he trabajado seis meses en un centro ocupacional y el próximo día 6 empiezo en otro bar", detalla Arcos a Lacontradejaén.
Una vida laboral de la que destaca, sobre todo, ese medio año al lado de quienes más la necesitaban, en el Centro Ocupacional San Pablo:
"Han sido los mejores de mi vida, porque me enseñaron una barbaridad; para mí no era un trabajo, era una alegría estar con esas personas con discapacidad, darles de comer, atender el comedor, haciendo actividades con ellos, aseándolos...".
Y es que Rafi lo tiene claro no, lo siguiente: "Me encanta trabajar para los demás, siempre me ha pasado". Cualquiera sabe si lo traía de serie o influyeron algo los años que dedicó a sus abuelas, pero la cuestión es que entre contrato y contrato esta ruteña con gesto de Madonna de Della Robbia se ha currado un currículo destinado para arrimar el hombro, para ganarse la vida echando un cable donde más se precise:
"He hecho cursos de cuidado de personas mayores, de lenguaje de signos, de cuidadora de niños... Todo lo que he podido", exclama. Y no es que quiera dejar la hostelería, no se le caen los anillos, vaya que no: nada más llegar a Torredonjimeno, el primer trabajo que desarrolló fue como empleada de una tapicería, de ahí al bar y lo que haga falta:
"La hostelería me gusta igual que el trabajo en el centro social, pero está peor pagada y se trabaja más. Aunque después de tantos años, no miro ya las horas ni el sueldo, hay que hacerlo, se hace y ya está". Y poniendo al mal tiempo buena cara:
"Muchas veces, por dentro, estás con problemas, pero la sonrisa siempre tiene que ir por delante, no debe notarse cara al público. Nadie tiene por qué saber si estoy bien, mal, triste... Yo voy a trabajar, y también a pasarlo bien con la gente".
RECONOCIDA POR EL CLUB DE CICLISTA TOSIRIA
En el Club Ciclista Tosiria saben bien que eso es así, que el mejor gesto de su rostro es su tarjeta de presentación: "Mi marido es socio, y como no encontraban a nadie para atender la barra del club un domingo a la semana, acepté hacerlo yo", explica, y apostilla:
"Me encanta, es como una familia, vamos todos a una". Una 'familia' agradecida que esta misma semana tuvo un detalle con ella para evidenciarle su gratitud, para aplaudirle la excelencia con la que realiza su labor:
"El homenaje no sé por qué ha sido, lo único que hago es preparar mis tapas los domingos y conforme llegan de su ruta, los atiendo, como si fuera un bar, en la sede del club. Cuando es invierno, cosas calientes y cuando es verano, cosas fresquitas. Lo que yo hago no merece un reconocimiento".
Ahí queda ese derroche de sencillez, de esa humildad que destila como los alambiques de su Rute natal pero que el presidente del club, José Anguita Estrella, desbarata por completo a base de elogios, de parabienes:
"Por su profesionalidad, por su forma de tratar a los socios... Es muy amable, se ha hecho amiga de todos nosotros y es una persona muy responsable en su trabajo. Estamos muy contentos con ella y forma parte ya de la familia ciclista", asevera el máximo responsable de la entidad.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen, y Rafi Arcos Cordón lo agradece desde lo más profundo de su alma, tan de Torredonjimeno ya como la asadura con cebolla o el mercadillo de los domingos:
"Me siento muy a gusto en el pueblo, me conoce mucha gente, tengo muchas amistades. Es mi pueblo, realmente. ¡Yo soy de rute, pero mi pueblo es Torredonjimeno!". Ahí quedó.
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