Digan lo que digan
Los niños de Pídeme la Luna viven su gran tarde con su padrino de honor, Raphael. Risas, complicidades y preguntas divertidas para el cantante linarense
Apenas tenía nueve años cuando supo que quería ser sastre. No destacó precisamente por ser un gran estudiante. Él tenía y tiene su voz, que le llevó a ser solista del coro del colegio. Ha hecho más giras que el Papa; hasta cinco fumatas blancas ha visto.
—¿Es más actor o cantante?
—Soy un actor que canta.
Es Raphael, digan lo que digan. Él es aquel que volvió de "estar malito", como ayer le dijeron en el Jardín de los Sueños, y encaró la vida con más fuerza que antes.
—Te queremos. Digan lo que digan eres el mejor padrino.
Las preguntas le arrancaron confesiones y las palabras gestos de emoción que apenas pudo contener. El cantante linarense, que mañana actúa en su tierra natal, visitó a los niños hospitalizados en el centro Materno-Infantil. Padrino de honor de la Asociación Pídeme la Luna, les dio un consejo. No lo hizo porque se lo pidieron, porque se ha visto en esa tesitura de luchar contra las tempestades que la vida le deparan a uno. Nunca, nunca, hay que tirar la toalla.
—¿Sabes qué es tirar la toalla?
Consciente de que su público era muy joven, quiso explicarles, como si fuera un cuento, que la vida es para los valientes, para los que miran a los problemas de cara y siempre tienen ganas de saltar las piedras que a uno le ponen en el camino. Nunca hay que tirar la toalla porque para salir de una enfermedad hay que querer hacerlo, digan lo que digan. Hay que tener ganas de luchar y hacerlo con una sonrisa pintada en la cara. Ese fue su consejo para unos niños que lo recibieron cantando "Mi gran noche" y que a sonrisas, valentía, ganas y fuerza no les gana dadie. Para ellos, ayer fue su gran tarde.
“Ojalá tuviera más tiempo para compartirlo con vosotros, pero aquí estoy", dijo nada más llegar. Lo hizo acompañado de la delegada del Gobierno, Maribel Lozano; la reponsable territorial de Salud, Trinidad Rus, y posteriormente se unió la viceconsejera del ramo, Catalina García. Junto a todos ellos, una de las piedras angulares de este proyecto, la presidenta de la Asociación, Marisol Escribano. "De ti hemos aprendido a saborear la vida con más intensidad", confesó antes de leerle una carta de agradecimiento y bienvenida. Lo hizo en medio de las risas que provocó un atrevido Ernesto, el pequeño que lo recibió nada más bajarse del coche y bromeó con el cantante como si fuera un tío.
Raphael no escatimó en firmar autógrafos y cumplir los deseos de los pequeños. El pequeño Aitor quería una firma para el recuerdo y lo logró. El marmolejeño, además, se llevó una de las fotos más entrañables con el cantante, que pidió a todos los pequeños que sean "muy disciplinados" para poder salir de esta enfermedad.
Y como Pídeme la Luna es una fábrica de sueños y todo es posible, ayer se dio el primer paso para ver cumplido otro. Se lo pidieron y se comprometió. Raphael pedirá a sus compositores que escriban una canción dedicada a ellos. La ilusión de sus caras fue la mejor recompensa. La recompensa de ser felices, diga lo que diga una enfermedad que no podrá arrancarles su sonrisa.
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