Un ejército armado de memoria en lucha por la tradición oral villariega
"Ilusión"y amor a su pueblo animan a un grupo de mayores del municipio a recopilar historias y leyendas locales en el taller que acoge el Hogar del Jubilado
Cuando Malraux, el mítico y atormentado novelista francés, sentenció aquello de que "la tradición no se hereda: se conquista", parecía pensar en este grupo de motivadas villariegas que se reúnen en torno a una mesa del Hogar del Jubilado de su municipio para hablar de eso, de costumbres perdidas, de historias por recuperar, de leyendas a cuál más interesante.
Dos semanas hace que dieciocho mayores de Los Villares se lanzaron a la conquista de ese patrimonio sentimental de su tierra, pertrechadas de memoria como un pacífico ejército de enamoradas de su patria chica a las que nos la mueve otro interés que sus ganas de poner en valor algo tan sencillo y tan valioso como el acervo popular.
"Nos juntamos los lunes, llegamos y cada una cuenta una cosa. La monitora nos manda deberes, para enseñarnos también una manera de contar las historias. La última sesión, por ejemplo, fue muy bonita", explica María Dolores Calvo García, presidenta del Hogar y una de las más activas y creativas cursillistas del taller.
Y no solo eso, no: "La monitora nos hincha de deberes y luego ponemos en común las conclusiones que sacamos de cada historia", apostilla García.
La 'culpable' de esas tareas es María de los Ángeles Alcalde Morillo, dinamizadora municipal y al frente de este taller, que se encarga de desarrollar dos vías: aprender técnicas de narración y expresión y otra que consiste en fomentar que las propias cursillistas aporten sus propuestas:
"No solo hay gente de Los Villares, sino también de otros sitios, con lo cual la recuperación de ese patrimonio va a ser mucho más amplia; cada una aporta sus historias, sus propias vivencias, que transforman en historias, y con eso es con lo que jugamos", explica Alcalde.
Así, "hinchadas" de tareas de esas que da gusto afrontar, la veintena de alumnas lo pasa en grande evocando narraciones que así, como si nada, acumulan décadas y hasta siglos de existencia, si se tiene en cuenta que fueron escuchadas de oídos de los abuelas y hasta de las bisabuelas de las actuales abuelas.
"Es una actividad muy enriquecedora, a las personas mayores esto nos motiva mucho, nos da vida, vamos con mucha ilusión", concluye la presidenta. "A ellas les sirve para recordar momentos felices y también como terapia, les refuerza mucho la autoestima, se están viviendo momentos muy bonitos, salen afuera muchas emociones", celebra la monitora.
Una vez concluido el cursillo, que prevé su clausura en el mes de junio, la idea es recopilar todas las aportaciones, que quedarán negro sobre blanco en un libro, en tanto el Ayuntamiento se ocupará de mimar esa recopilación de leyendas tradicionales villariegas, concluye la dinamizadora.
QUE NO FALTE LA MÚSICA
Con la misma ilusión que, al margen de este taller, varias de ellas mismas, junto con otro grupo de séniors de Los Villares, acuden al rescate de otro valor fundamental: las antiguas canciones del pueblo.
No presumen de grandes gargantas ni de virtuosismo a la guitarra, el cajón o las castañuelas pero disfrutan de lo lindo y hacen disfrutar con su desparpajo sobre los escenarios. ¿Que no?, si hasta el nombre del coro rezuma buen rollo: El hogar que todo lo da":
"Tenemos voces pobres, unos cantamos mejor y otros más regular, pero la última actuación, por ejemplo, salió estupenda, no tenemos grandes medios, pero sí mucha ilusión" afirma Calvo, positiva no: lo siguiente.
Si alguien pensaba que la tradición oral y el cancionero popular villariegos corrían riesgo de extinción es que no conocía la fuerza que convierte una habitación de ese Hogar del Jubilado en un auténtico refugio contra el olvido.
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