El emocionante reencuentro de dos primas tras 50 años sin verse
Décadas de búsqueda llegan a buen fin gracias a un reportaje de Lacontradejaén que permitió a una de ellas identificar a su pariente
Un reportaje triste que vale un reencuentro de lo más "feliz", el adjetivo que más veces sale de los labios de Teresa Parra Torres (Madrid, 1957) y María Teresa Parras Gil (Madrid, 1963) cuando celebran el abrazo virtual que han podido darse tras casi medio siglo sin verse.
La primera de ellas, aunque nacida en la capital española, lleva sangre giennense por cada una de sus venas y arterias y navega por el mar de olivos como pez en el agua desde que, a mediados de los 60, se asentó en Fuensanta.
El municipio donde ambas primas hermanas se vieron en persona por última vez, cuando Parra contrajo matrimonio y su entonces jovencísima pariente acudió a su boda de la mano de su padre, allá por 1976. La primera tenía a la sazón veinte años y la segunda, trece o catorce.
Caprichos burocráticos o vaya usted a saber qué, hacen que en sus DNI sus apellidos se distingan por una sola letra, la s, que a una le falta al final y a la otra le rompe el singular: "Mi padre recalcaba la s", afirma Parras Gil.
Pero solo eso, que son hijas de dos hermanos ya fallecidos a las que únicamente los años, la distancia y las circunstancias lograron separar durante décadas. Casi cinco décadas. ¿No dijo el poeta Musset que "ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama?". Por ahí van los tiros.
"Me acuerdo de muy pocas cosas, porque yo era muy pequeña; hizo la Comunión aquí, yo era muy chiquitita" [como muestra la fotografía que encabeza este trabajo], explica María Teresa. Después, la marcha de Teresa Parras Torres a Fuensanta hizo que, salvo esporádicas ocasiones, dejaran de verse.
Un día de gozo para la familia, el del enlace matrimonial de Teresa Parras Torres en el municipio giennense, supuso sin embargo el comienzo de una larga ausencia, ese casi medio siglo de distancia que las ha mantenido sin contacto hasta hace pocos días, cuando este periódico publicó un reportaje con la primera como protagonista y su prima, desde Madrid, accedió a él a través de las redes sociales:
"Antes no había los medios que hay ahora y la cosa se enfrió, su padre y el mío murieron, también mi abuela, y perdimos todo contacto", explica María Teresa Parras Gil, que durante décadas ha tratado de localizar a su querida pariente sin éxito, hasta ahora:
"Llevo unos cuantos años detrás de ella, pero no había forma de encontrarla hasta que el sábado 3 de septiembre puse su nombre en las redes y apareció el reportaje, lo pinché, empecé a leerlo y dije '¡esta es mi prima, seguro!'. Coincidía todo, y así fue".
Un sorpresón que (asegura) la emocionó y la llevó, inmediatamente, a hablar con su prima vía redes sociales: "Me contestó a la media hora, fue una alegría muy grande; tuve todo el día el estómago encogido, de tanto llorar, estaba como en una nube. Nos pusimos al día de todo y ahora estamos pendientes de vernos en persona y abrazarnos".
Una emoción que no solo embarga a María Teresa Parras Gil, sino al resto de su familia: "Mi madre también está muy emocionada, sabe los años que he estado buscando a mi prima; y mis hijos. Es todo muy bonito".
No le han puesto fecha, pero lo tienen claro: "No lo vamos a dejar mucho tiempo, tenemos muchas ganas de vernos".
En los mismos términos se expresa su prima fuensanteña de adopción, conmovida igualmente por lo sucedido: "Fue sorprendente, se me puso la carne de gallina, supernerviosa; cuando leí por Messenger los datos que me iba dando, lo tuve claro".
Parra, que al igual que su familiar ha procurado dar con ella durante muchos años, tampoco dejaba de poner en las redes sociales el nombre 'Teresa Parra' o sus posibles hipocorísticos, 'Maite Parra', 'Mari Tere Parra'... "La he buscado con todos los nombres posibles, pero no eran ella", relata.
Claro, entre la dichosa 's' que a una de ellas le falta en su DNI y a la otra la acompaña siempre, a ver quién da con quién. Nada extraño en una familia que, dicho sea de paso, puede 'presumir' de anomalías toponímicas como quien vacila de su colección de sellos: "Tengo otros primos que les pasa lo mismo, unos son Cañada y otros Cañadas [ríe]".
Primas hermanas cien por cien, este reencuentro les ha dado una nueva oportunidad de compartir recuerdos, proyectar planes futuros y hasta establecer un compromiso entrañable: el de no volver a separarse.
Ah, y el de rematar esta historia con una fotografía: la de ese abrazo que se pegarán como si fuera de él no hubiera nada, solo vacío (así describe el gesto la ya eterna Almudena Grandes en El lector de Julio Verne).
Ese abrazo que pondrá el mejor de los epílogos a Lo que esconde la sonrisa, el libro de memorias de la fuensanteña, que prometía concluir con un sabor agridulce y, ahora, tendrá el mejor de los finales posibles.
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