Guantes y mascarilla para recoger el pan
Los repartidores de pan piden a la clientela que salga con guantes y mascarillas para minimizar el riesgo de contagios
Es sábado 21 de marzo de 2020, y acaba de cumplirse la primera semana de cuarentena. Maite Álvarez, de la Panadería Virgen de las Angustias de Frailes, toca el claxon a su paso por la calle San José. Llega el mediodía. Salen dos mujeres de diferente edad —una cerca de los 80; otra cerca de los 40— a comprar y la indicación de la repartidora es muy precisa mientras abre la puerta trasera de la furgoneta:
—Tenéis que salir con mascarilla y con guantes.
Ella ya lleva una mascarilla de mayor envergadura, porque es asmática. La protección, imprescindible para los trabajadores que faenan en interior o en la calle, cada vez tienen más protagonismo en las conversaciones:
—Es que los sanitarios se la están jugando. Y lo dicen a todo el mundo una y otra vez: tenemos que evitar más contagios —explica la repartidora en conversación con este periódico.
Audios de WhatsApp. Vídeos breves en Facebook. Spiriman bramando en las redes una y otra vez. Cientos de mensajes y un discurso apoyado en una idea: quédate en casa y cuando salgas extrema las precauciones. Se la juegan los camioneros, imprescindibles para asegurar el suministro de alimentos. Están a la altura las farmacéuticas, las empleadas de la ayuda a domicilio y los trabajadores que ayudan a mayores sin compañía. Y cumplen también los empleados de tiendas de alimentación, quienes ahora en la villa piden que las compras sean previamente por teléfono.
En los pueblos como Frailes, el pan de cada día sigue circulando de puerta en puerta. Los repartidores cumplen y van con material preventivo. Sólo piden al cliente responsabilidad y empatía para frenar al coronavirus. Porque llegan, sostiene el Gobierno, los días peores. Más contagios. Más pérdidas.
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