Resistencia ambulante en la era de internet
Los vendedores ambulantes aguantan el envite del e-Commerce
Quién se lo iba a decir a Felipe Moral al filo de los 55 años: comprar por internet es más fácil que caminar. No hace falta salir a la calle. Lleva dos décadas como vendedor ambulante y vaya sí lo ha notado en los últimos tiempos: la gente compra en los mercadillos, sí, pero el número de puestos ha decrecido a un ritmo que no esperaba. Llegó la era de la compra clic. Los ingresos derivados del comercio electrónico (eCommerce) en España crecerán un 10,6 % este año hasta los 15.523 millones de euros, según especifica el Digital Market Outlook de Statistab.
—Y yo tengo calidad. Mira estos zapatos. Marca Cactus. Buena piel —dice y muestra unos zapatos de varón, color marrón reluciente.
Es viernes, 29 de septiembre. El primer mercadillo del otoño en Frailes. Moral pasa por aquí después de una semana en la que ya ha vendido en Castillo de Locubín, Alcalá la Real y Fuensanta de Martos. Lo ha intentado.
Dice que las cuentas sólo le salen gracias a que también tiene ingresos vía olivar. El puesto itinerante le acarrea con todos los impuestos y los gastos una cuantía que oscila entre los 10.000 y los 12.00 euros al año.
Hace falta vender, pero la vida ha cambiado y los jóvenes no se dejan ver por el mercadillo. En efecto, entre las 11:00 y las 12:00 la población no es precisamente joven. Los puestos no llegan a la docena. Hay huecos.
Moral cree que, aparte de internet, hay otros factores que golpean a la venta ambulante: los chicos de hoy prefieren los grandes centros comerciales; la gente de hoy, da igual la edad, prefiere vestir marcas conocidas, desprecian las imitaciones aunque el precio sea bastante inferior.
—Mira, parecen unas Adidas, pero a ver quién las quiere –dice y enseña una imitación de la marca deportiva que viste a Leo Messi.
Moral va a seguir con la venta, porque dice que está a punto de cumplir 54 y que ya no es hora de virajes laborales. Un consejo a los jóvenes: ni lo intenten, busquen otra cosa. Es su consejo.
“VENDO POLLOS EN LOS MERCADILLOS DESDE MAYO”
Ángela Cano —28 años, Navas de San Juan— ha seguido la idea de carrera y manta de la mano de su pareja, Juan García. Ambos tienen una hija de 10 años y una pollería, que es la les da de comer. Ella es de Navas de San Juan. Atiende a Lacontradejaén en su puesto, ubicado justo enfrente del Centro de Día. Empezó en mayo con la venta ambulante
—¿Cómo le va? –preguntamos.
—Ahí, ahí.
Cuenta que a ella le va mejor el verano, porque hay más gente y las compras de comida son más habituales. Ya ha vendido por su pueblo y por Coto Ríos. Ella cree que internet afecta menos a los puestos de alimentación.
—Apenas hay ya de ropa. Antes llegaban hasta esa esquina —asegura y apunta al vacío. A la calle vacía.
Ángela Cano es optimista. Se la ve con ganas. Confía en que el olor que sale de su puesto le dé prosperidad. A ver cómo le va el otoño. ¿Dónde vende más? En su tierra.
“TENGO MÁS INGRESOS EN INVIERNO”
—El precio es lo mejor. Sólo cinco euros.
Quien ahora intenta vender una prenda a dos señoras es José Luis Jiménez. Su puesto es de ropa, sobre todo para mujer, y lo hace con la naturalidad que le da llevar en el oficio desde que era niño. Su experiencia supera la década montando y desmontado. Tiene 22 años. Lo hace con su pareja, Manuela Cortés. Además de en la Sierra Sur de Jaén, los dos se buscan la vida en pueblos de Granada como Montefrío, Montillana, Puerto Lope y Domingo Pérez.
Jiménez también opina que los puestos de comida están aguantando mejor el auge del comercio electrónico.
Llega el otoño y él está más contento, porque el verano no da para tanto como le gustarían aunque no es de los que se quejan.
—Yo vendo más en invierno, por la ropa de campo para los jornaleros.
El joven no cree que los mercadillos desparezcan, aunque claro que ve con sus ojos cómo hay colegas que dejan de salir de pueblo en pueblo. Es duro convivir con gigantes que no se ven, pero que están por todas partes. Gigantes como Amazon.
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