Los embalses se enfrentan a la sequía más severa de la última década

Las reservas de agua son del 25%, un punto más que hace dos semanas pero el campo sigue sediento a pesar de las recientes precipitaciones

Agua, agua y más agua es lo que necesita el campo jiennense y sus embalses. Cuando el sol deslumbra el mar de olivos con temperaturas que invitan a quedarse en mangas de camisa y tomar algo en una terraza, los agricultores miran al cielo aguardando las lluvias. Y es que los embalses de la provincia de Jaén se enfrentan a la sequía más severa de la última década.

Las reservas de agua son del 25,02 por ciento de su capacidad, de acuerdo con los datos facilitados por el Sistema Automático de Información Hidrológica de la Cuenca del Guadalquivir. Han crecido medio punto en menos de una semana y algo más de un uno por ciento en los últimos 15 días. 

El 1 de enero del año pasado, a las puertas de recibir a Filomena, la reservas eran del 29,79 por ciento. El anterior, se situaban en el 46,10. Siguendo con el repaso anual, en 2019 la provincia contaba con un 48,39 por ciento de agua embalsada, mientras que en 2018 eran similares a las actuales, un 25,73.

La hemeroteca de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir indica que en 2017 Jaén contaba con un llenado de embalses del 46,74 por ciento, y en 2016 se situaba en 55,85. Los años 2015, 2014 y 2013 fueron los mejores de la última década, con unas reservas del 72,19 y 77,40, respectivamente; mientras que en 2013 eran del 75,14.

EL AGUA, UNA DE LAS PROTAGONISTAS DE 2021

Ya en mayo organizaciones como Asaja alertaba de que el año hidrológico estaba siendo deficitario y se solicitaban medidas excepcionales para cultivos de riego. También se planteó la declaración de situación excepcional por sequía extraordinaria en la cuenca del Guadalquivir.

El secretario general de UPA Jaén y Andalucía, Cristóbal Cano, resalta las últimas precipitaciones registradas en la comunidad autónoma que han venido a paliar un poco la grave sequía por la que se ha atravesado en 2021. Ha significado, primero, la reducción productiva en los cultivos y, después, la prohibición de todos los regadíos con la solicitud del Decreto de Sequía. En este sentido, pone de relieve las alegaciones presentadas a un Plan Hidrológico del Guadalquivir teóricamente centrado en el objetivo ambiental, pero que a su modo de ver ignora por completo el aspecto social del agua, que debe servir para vertebrar el territorio a través de la generación de riqueza y empleo en el medio rural y no para permitir la expansión de nuevas hectáreas de cultivos con mayores dotaciones de riego a las actuales. 

Para COAG, las lluvias de los últimos días, rondando los 40 litros en la provincia, obligaron a paralizar los trabajos, aunque está viniendo muy bien al campo sediento, después de tantos meses de sequía. El agua se ha infiltrado casi toda, sin embargo el aporte a los embalses ha sido escaso, y sigue faltando agua para regar el año que viene. Los suelos con 40 litros, están a mitad de capacidad de campo.