Joyas centenarias de Ruiz de Luna en la provincia
Entre otros, el valioso rótulo que identifica la calle dedicada a Ramón y Cajal en Jaén lleva un siglo sobre la fachada del palacio de Cobaleda-Nicuesa
Si de 2009 para acá no se le ha dedicado ninguna más, el eminente doctor Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, Navarra, 1852-Madrid, 1934) es el segundo personaje patrio que da nombre a más calles en toda España, según el estudio que, aquel año, realizó una conocida empresa de información telefónica: 1.173 nada más y nada menos, solo superado por el universal Cervantes.
Jaén no iba a ser menos, y en muchos de sus cien pueblos rinde tributo al Nobel de 1906 con vía urbana, plaza o avenida en su honor. También la capital del Santo Reino, que puede presumir, además, de contar con unas auténticas joyas de la cerámica talaverana, entre ellas el rótulo o cartela sobre la fachada del monumental palacio de los Cobaleda-Nicuesa, ubicado en su número 2:
"Por unanimidad, se acuerda que esta [calle] sea la parte de la Plaza de Sagasta [antiguo nombre de la actual Plaza de San Francisco] comprendida desde la de la esquina de Bernabé Soriano al comienzo de la de Manuel Jontoya", reza el acta municipal consultada por este periódico, del 22 de abril de 1922 y con todo el sabor de la época.
Sí: como muestra la fotografía que encabeza este reportaje (firmada por Miguel Ángel González), un precioso mosaico de pequeños azulejos, primorosamente orlada y presidida por el escudo de Jaén, bautiza diariamente la calle Ramón y Cajal desde hace precisamente cien años, todo un siglo.
Una soberbia pieza del taller de Juan Ruiz de Luna, que allá por el primer cuarto del siglo XX trabajó profusamente para particulares y administraciones de la provincia sin que sin embargo (al menos que se tenga constancia de ello tras el impagable y exhaustivo escrutinio llevado a cabo por un buen número de cronistas oficiales jiennenses) existan a día de hoy más ejemplos visibles de su producción en el Santo Reino que estas cartelas.
Sin la firma característica de los rótulos originales de Ruiz de Luna, otra da nombre a la calle Joaquín Costa, en Jaén capital, en honor de este célebre jurista y escritor que residió en la ciudad durante casi una década.
No obstante, y pese a la ausencia de rúbrica, su adscripción al repertorio de estos artesanos por parte del Catálogo Monumental de la Ciudad de Jaén y su término es suficiente garantía como para contarla entre sus obras.
Junto con estas, la que el cronista de Los Villares, Victoriano Muñoz, ha tenido la gentileza de enviar a este periódico tras localizarla en Villanueva del Arzobispo de la mano de su homólogo villanovense, Manuel López Fernández. En este caso, otro Ramón es el objeto del homenaje, de apellido Millán, benefactor y fundador de un orfanato local en 1911.
Villacarrillo aún avisa al viandante de que camina por la calle Ramón y Cajal con dos bien conservadas cartelas y,a falta de la posible localización de más ejemplos en el callejero provincial, lo cierto es que, a cielo abierto, campean estos rótulos mientras cumplen diariamente su oficio y milagrosamente intactos, ya tan de Jaén como el paso de aire.
TALLER DE PRESTIGIO
Varias generaciones de los Ruiz de Luna convirtieron su dedicación a la cerámica en todo un arte, que les ha valido (desde el siglo XIX hasta hoy mismo) el máximo reconocimiento en su disciplina creativa.
En sus talleres toledanos lograron recuperar (así lo indican desde la Real Academia de la Historia) la antiquísima y singular tradición de trabajar la loza en un momento en el que se encontraba "prácticamente perdida".
No en vano, de sus hornos salió un buen número de obras significativas que lucieron en la mismísima exposición universal de Sevilla de 1999 y que pueden verse (por indicar un punto mundialmente conocido) en la Plaza de España hispalense, cuyo banco en el espacio destinado para Toledo firma esta dinastía de artesanos.
Piezas en numerosos puntos de España e incluso de allende los mares certifican el prestigio de esta familia, profusamente condecorada y premiada a lo largo del tiempo.
Ahí está su museo, que desde 1996 muestra a los visitantes el esplendor de la cerámica talaverana y que recoge la idea plasmada por los propios fundadores del taller, que años antes se preocuparon ya de contar con un espacio expositivo en sus instalaciones.
UNA PLACA PERDIDA
Cuando el Ayuntamiento decidió denominar Ramón y Cajal de la ciudad del Lagarto a propuesta del Colegio Oficial de Médicos (cuya sede, precisamente, se ubicaba en estos contornos) fue tan bien acogida la iniciativa que, a más del Consistorio capitalino, un buen número de pueblos del mar de olivos se hicieron eco y reconocieron la trayectoria y la figura del eminente galeno en sus callejeros.
Para gran parte de ellas, los hornos de Ruiz de Luna trabajaron a destajo en la reproducción de ambas cartelas: una principal (ya desaparecida) con la efigie del Nobel y otra complementaria que es la que aún puede admirarse en el caserón de los Bonilla.
De las características de la cartela perdida da buena cuenta el inquieto cronista Cazabán en el número de su imprescindible Don Lope de Sosa correspondiente al mes de agosto de aquel año:
"El notable ceramista señor Ruiz de Luna, de Talavera de la Reina, cuyos trabajos alcanzan un merecido prestigio artístico en España, ha hecho recientemente un modelo de placas rotuladoras con destino a la calle de Ramón y Cajal de la ciudad famosa en que el señor Ruiz de Luna reside", aclara don Alfredo con su inconfundible decir.
Y continúa: "Elegante, severa y de mucho carácter la decoración de la placa, va realzado el trabajo artístico por un medallón en el que aparece, de perfil, la venerable cabeza del sabio histólogo, gloria de España y del mundo".
Muchos jiennenses que peinan canas la recordarán todavía sobre la fachada lateral de la conocida 'casita de la funeraria', cuya portada principal frenteaba a la Diputación.
Como se puede observar en la fotografía inmediatamente anterior a estas líneas, en el momento del derribo del edificio propiedad de los Cobo allí estaba el mosaico, superviviente en medio de las labores de demolición.
"En casa aún recuerdan ese rótulo", confirma a Lacontradejaén Raquel Cobo, descendiente de la familia propietaria del inmueble, caído bajo la piqueta (apunta) a mediados de los 60 y quien asegura desconocer, igualmente, el destino final de aquel valiosísimo indicador.
Queda, al menos y a cuatro pasos, su 'hermana menor' sin que ni el paso del tiempo ni sus inclemencias (meteorológicas o de cualquier otra naturaleza) hayan podido con ella. ... Todavía.
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