"Joaquín Sabina me ha inculcado el amor por Jaén"
Como un "animal del directo" y un "joven de sesenta años" se autodefine el músico, productor y compositor Pancho Varona (Madrid, 1957), creador de algunas de las canciones más icónicas de la música española para artistas de la talla de Manolo Tena, Luz Casal, Ana Belén o Joaquín Sabina (su "mesías"). Toda una vida sobre los escenarios con el cantautor ubetense lo han convertido en un clásico del universo sabinero, aunque en solitario tiene tanto que cantar y que contar como al lado del mito. Quienes ya lo saben y los que quieran enterarse tienen una cita con su gira Ruta 52 el próximo sábado 7 de marzo en la sala La Mecánica de Jaén.
—Cuando comenzó la gira, hace aproximadamente un año, se propuso llegar a toda España. ¿Le quedan muchos lugares de la piel de toro sin pisar a estas alturas?
—Me queda menos de media España, tenía pensado hacer las cincuenta provincias y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y, al final, llevo ya cien conciertos por lo menos. Lo que pasa es que muchos son en provincias repetidas; el año pasado me llamaron de Úbeda y este, me llaman de Jaén: pues voy a los dos sitios, son varios conciertos pero en la misma provincia, de manera que solamente es un lugar de la ruta. Pero va muy bien.
—Acostumbrado a los conciertos multitudinarios con Sabina y Serrat, en esta ocasión apuesta por un formato íntimo, cercano. Así será su próxima actuación en Jaén, ¿no?
—Exactamente, voy en pequeñito, me monto en mi coche y donde me llamen, allá voy. Cuento historias de canciones, cómo se hicieron, por qué, dónde..., las cosas que la gente no sabe de ellas, la letra pequeña. La gente suele conocer esas canciones, que son más o menos conocidas, pero no sabe la historia que hay detrás de ellas. Es un concierto donde hablo mucho, y también canto, por supuesto.
—Canciones que, a estas alturas, son clásicos de la música española...
—Sí, son canciones muy coreables la mayoría, y también dos o tres sorpresas, otras menos conocidas a las que también me gusta darles la oportunidad de que salgan. Por ejemplo, cantaré Y sin embargo, que es una de las canciones que hice con Joaquín; cantaré No me importa nada, que hice para Luz Casal, o de las que compuse para Manolo Tena, como Quiero beber y no olvidar, aparte de las de Joaquín de toda la vida y etcétera. Es un repertorio amplio y hermoso, sí.
—Ruta 52 ha hecho estación ya en la provincia. ¿Qué tal la experiencia?
—Sí, estuve en Úbeda el año pasado, hice dos conciertos muy bonitos, llenos de gente. Tenemos una relación con la provincia de Jaén muy hermosa.
—¿Cómo es esa relación, ese vínculo con la tierra de Sabina?
—Es una zona que llevo en el corazón desde que empecé con Joaquín, hace treinta y ocho años. Él me inculcó el amor por Jaén, por Úbeda, por todo lo relacionado con ellas. Llevo esa zona geográfica del Estado español muy metida en el corazón y para mí es un placer, me siento en casa, lo juro. Es precioso poder volver, y además a la capital. Es una noticia muy bonita para mí.
—¿Había cantado en solitario en Jaén capital alguna vez, o debuta en esta plaza?
—En solitario sí es la primera vez que voy, por eso me gusta doblemente, es un reto para mí que me llamen de la capital. Además es un concierto que hemos hecho con muy poco tiempo de antelación, tenemos que llenarlo como sea; las entradas se pusieron a la venta hace una semana solamente. ¡A ver si se entera la gente de que voy a estar ahí y no me dejan solito! Me hace mucha ilusión ver esa sala llena de amigos.
—Quienes le siguen saben de usted que es un coleccionista acérrimo. ¿Guardará la entrada de este concierto para sus legendarios álbumes?
—No, no, no guardo entradas de mis conciertos, de los míos no, solo de aquellos a los que he ido, o backstage de conciertos con Joaquín, con Estopa... De estos míos no guardo nada. Además ya no existe la moda de la entrada física, ahora te imprimes un papel en casa, se ha perdido todo el romanticismo de la entrada antigua, la que todos conocemos. La colección que tengo en mi casa es enorme, pero cada vez lo hago menos. De Sabina, sí; tengo un gran archivo de agendas, de entradas, de acreditaciones de mi vida con él, soy su mayor archivo viviente, sin duda. Ni él tiene tantas cosas suyas como yo.
—Con una carrera como la suya a la espalda, sorprende escucharle hablar en los mismos términos que lo haría un muchacho que empieza en esto de la música. ¿No ha perdido la ilusión por lo que hace después de tantos años?
—Pues no, la tengo intacta, y además me jacto de tener sesenta años pero contar con muchos más amigos de cuarenta, de treinta y de treinta y cinco que de sesenta; soy más de otra generación, aunque el carné de identidad tenga esa fecha. Vivo como en un mundo diferente al que pone en el DNI, y me encanta tener esa ilusión intacta, pensar, cuando empieza el día, a ver qué me invento, qué concierto podemos sacar nuevo, a qué sitios podemos ir... Es una felicidad poder estar con estas ganas de vivir a mis sesenta años.
—De esas seis décadas de vida, varias al lado de El flaco de Úbeda...
—El día 1 de mayo cumplo treinta y ocho años a su lado. Toda una vida. He estado más tiempo con él que sin él.
—¿Cómo es esa relación? ¿Gana Sabina en las distancias cortas?
—Muy bonita, es una relación preciosa ya de tantos años, somos más que amigos, más que hermanos y más que todo. Joaquín, además, tiene una relación muy buena con la gente con la que trabaja, nos trata muy bien. No solo a mí, que soy ya un clásico en su vida. Todos los técnicos de sonido lo quieren mucho, los de luces, la gente de la banda... Es un tipo que se hace querer muchísimo, es muy fácil tratar con él, muy divertido. Es muy bonito, nos reímos mucho con él, es generoso, amable, educado, es fantástico. Todo lo que te diga van a ser cosas buenas.
—Habla usted de él como de un 'mesías'.
—En cierto modo lo es para mí, porque como a San Pedro, me dijo: "Pancho, déjalo todo y vente conmigo". Y así fue, eso pasó; yo estaba opositando para funcionario del Estado, lo dejé y me fui con él.
—Los incondicionales de Sabina en general, y los de "su" Jaén en particular, han estado en vilo a cuenta de la caída que sufrió en el madrileño Wizink Center el pasado 13 de febrero. ¿Estaba usted aquella noche en el escenario?
—Llevo detrás de él a tres metros y a su izquierda otros tres metros treinta y ocho años. Nada más caer salí corriendo a ver qué había pasado.
—¿Pensó segundos antes del percance que pudiera pasarle algo así?
—No, yo le vi muy cerca del escenario, del borde, pero vi que miraba al suelo y eso me tranquilizó. Pensaba que iba a poder dar un paso más adelante, vio todo negro, confundió suelo con vacío, pisó mal y se cayó. Por suerte ya todo ha pasado, está en su casa, se recupera rapidísimo y todo son buenas noticias.
—¿Volverán pronto a los escenarios?
—Ojalá, ya estamos deseando, por supuesto que sí. Lo bonito de mi vida es que después del concierto del día 7 en Jaén, dos meses después me junto con Serrat y con Sabina y toco para quince mil personas, eso es lo bonito de mi vida y es maravilloso estar en los dos lados, en los dos extremos. Tengo una vida muy plena.
—¿Se ha imaginado alguna vez su posible otra vida, quizá como funcionario, lejos de la música?
—Claro, pero siempre en el caso de que hubiera aprobado la oposición, porque es muy probable que la hubiera suspendido y ahora estuviera mirando zanjas y en paro, o prejubilado, yo qué sé. ¡Fíjate, la diferencia de eso de coger un coche el día 7 e irme a Jaén a veros...! Claro que me lo he imaginado, he imaginado una vida de traje y corbata, y me sale un sarpullido cada vez que me la imagino. He tenido mucha suerte.
—Esa suerte la han tenido también quienes le admiran. Por cierto, ¿habrá un segundo disco de Pancho Varona alguna vez, o se corta la coleta con el que grabó hace ya la tira de años?
—No tengo vocación de solista. Aunque agarre el coche y me vaya a Jaén a cantar con vosotros un rato, no tengo esa vocación para hacer una carrera en solitario. Esto es una especie de divertimento, no tengo ganas de grabar, sobre todo doce canciones, un disco con portada y un contrato con una discográfica, no me apetece nada. Sí me apetece seguir componiendo y que las canciones se conozcan de alguna forma, pero un disco no. Yo soy animal de directo, no animal de estudio.
—A una semana de su concierto en Jaén, ¿qué les diría a los indecisos, a los que no tienen clara todavía la noche del sábado 7 de marzo?
—Que vamos a pasar un rato juntos muy agradable, que se van a reír mucho con las tonterías que cuento, porque yo soy muy payaso, me gusta mucho reírme de mí mismo. Y que se van a enterar de muchas cosas que no sabían de las canciones que aman; eso es motivo suficiente para ir un ratito ahí, a La Mecánica, a disfrutar de la música.
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