Multitudinaria respuesta de Jaén a la llamada de San Antón
La ciudad agradece el regreso de la fiesta del patrón de los animales la víspera de su onomástica con una respuesta masiva en las lumbres y en la caminata de mascotas
A la noche más tuya,
hermosa mía,
San Antón me devuelve,
me paganiza.
Vestal de llamas,
al compás de los corros
me rueda el alma.
Así retrató la noche mítica del fuego en Jaén la inconfundible sensibilidad del recordado poeta Felipe Molina Verdejo, llenos sus ojos de hogueras del siglo pasado, y así la hubiera descrito si ayer, veintidós años después de su muerte, hubiera paseado por la ciudad de sus amores.
Y es que la tarde noche de San Antón dejó claro que los jiennenses, cuando se pone el alma en las cosas que se hacen, acuden en masa y las secundan, como pasó ayer. "Una tarde fantástica que ha congregado a gente de toda la ciudad y ha servido para reforzar una tradición que hay que seguir apoyando". Así de satisfecho se pronunciaba, a pie de hoguera, bajo la Torre del Concejo, el alcalde de Jaén, Julio Millán, que tuvo que retroceder unos pasos y dejar la primera fila de fuego para no quemarse, de tanto y tan espectacularmente como ardió el Lagarto en la lumbre de la Plaza de San Juan.
"Hemos querido dar vida al casco antiguo y a zonas como esta plaza señera, que nos pertenece a toda la ciudad", añadía el regidor en tanto el mítico dragón elaborado en las aulas de la Escuela de Arte José Nogué sobrecogía a la multitud cuando su boca comenzó, literalmente, a "escupir fuego".
Eran alrededor de las siete de la tarde y la hoguera institucional de este regreso a la víspera de la onomástica del patrón de los animales empezó a ser un éxito incluso antes de arder. Sí, la zona histórica de la ciudad bullía de ambiente y todos los pasos conducían hacia los escenarios de las lumbres, repartidas por una decena de zonas de la capital.
Abundaron las rosetas (palabra que, en sí misma, es ya toda una reivindicación de jaenerismo), el vino, las viandas aportadas por los diferentes vecindarios o las que derrochaban olor a feria en barras como la de la Congregación del Santo Sepulcro, que aprovechó la bulla para dar de comer al personal y, de paso, recabar fondos para su actividad caritativa.
"¿Y por qué lo queman?", preguntó un pequeño cuando las primeras llamas se atrevieron con la escultura del Lagarto. "Se ha hecho así toda la vida", le respondía su abuelo con los ojos llenos de infancia, él que en cuanto comenzaba enero andaba ya recogiendo tirajitos con los amigos del barrio para que su lumbre de San Antón ganase en categoría y altura a cualquier otra.
Parecía (como asegura otro verso de Verdejo) que la plaza se redondeaba para que los melenchones, los corros, los bailes de aquí conquistaran el espacio y contagiaran hasta al más marmolillo. De fondo, la tuna, los cantos autóctonos de una tierra riquísima en folclore aunque solo presuma de él de cuando en cuando.
Ponerle número al gentío que arropó la soledad cotidiana de don Antonio Almendros Aguilar en esa isla de su calle que es San Juan resulta temerario, pero para eso dejó el Dúo Sacapuntas la mejor de las calculadoras: "La plaza estaba abarrotá".
Fue el epicentro de un maravilloso volcán repartido por todo Jaén, que prendió lumbres, de la mano de sus asociaciones, en el Tomillo, Cerro Molina, Peñamefécit, Guadalquivir, Pilar del Arrabalejo, La Unión, Puente Jontoya, Puente Tablas, el polígono de los Olivares y La Manseguilla. Y eso que se sepa, porque lo de juntar un haz de leña y echarle un mixto a la vez que se conversa, se bebe y se come ha sido siempre, por estos lares, una opción espontánea que, en muchas ocasiones, ha escapado a la oficialidad.
PROTAGONISMO ANIMAL
Un rato antes de lo que se vivió en el casco antiguo, la no menos histórica Senda de los Huertos (lo que queda de ella) se convirtió en punto de partida de una actividad que despertó inusitado interés. Dueños y mascotas acudieron en alto número a la conocida popularmente como 'rotonda del pino' y, pañoleta naranja al cuello, formaron una numerosísima comitiva que sorprendió a propios y extraños:
"Esta caminata y bendición de animales enriquece la fiesta de Santón, potencia su origen, que está en la bendición de los animales domésticos", aclaraba la concejal María Cantos a la vez que repartía bolsas de rosetas, pañuelos y una alegría que sus ojos no supieron esconder ni la visera de su gorra ensombreció.
Según la edil, la jornada en honor del santo abad en pleno 16 de enero le supuso una satisfacción de las grandes: "Es una reivindicación que comenzó cuando aún no estaba en politica, era una espinita que tenía en el movimiento vecinal, pero los compañeros siguieron firmes en su intención no de boicotear nada, sino de mantener las tradiciones. Se ha impuesto la razón y se ha demostrado que es totalmente compatible la novedad, la carrera, con la tradición. San anton es una fiesta abierta a cualquier posibilidad".
Fueron muchas las personas que participaron en el paseo desde La Alcantarilla hasta el barrio de Santa Isabel, itinerario original, precisamente, de la ya mítica carrera que se correrá mañana sábado. Así quedó patente en las calles que ascienden desde el sur de la ciudad hacia la Plaza de Santa María, por las que no cupo ni un alfiler cuando las pobló la caminata.
Una propuesta de lo más simpática que hizo las delicias de grandes y pequeños a su paso y que tuvo uno de sus instantes cimeros en la vieja iglesia de San Juan, donde el sacerdote Blas Pegalajar roció de agua bendita a cada uno de los ejemplares presentados, ante la atenta mirada esculpida del mismísimo San Antón.
El canónigo Juan Viedma hizo lo propio en La Manseguilla, de forma que una de las costumbres más seculares de estas fiestas revivió como si nunca hubiera estado en el olvido.
2020 pasará a la memoria que escriba el cronista oficial de Jaén (cuando lo haya) como un año de glorioso comienzo, a cuenta de una celebración que, visto lo visto, no tiene problema a la hora de desdoblarse. Como en tantas cosas, Jaén demostró ayer, y lo volverá a hacer mañana, que dos es mejor que uno si se hacen bien. ¡Viva San Antón!
VÍDEO Y FOTOS: MARIO CANO CAMPOS
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