San Juan, entre el cambio y agravar la decadencia
La impotencia crece en San Juan, donde los vecinos aguardan desde hace años la mejora de calles como Alegría y Vicario
—Te cambio la casa por un inodoro.
La idea impacta. Pero da muestra del hartazgo de los residentes en San Juan. Lo dice una mujer mayor que después de 45 minutos vuelve a la calle Vicario rumbo a su hogar apoyada en dos muletas y con la ayuda de su hijo, que tutela cada paso de la madre. Moverse así es difícil, y si el contexto no acompaña, es quimérico. La mujer entra por fin en casa y atrás queda lo que ha dicho: el techo, por un inodoro en condiciones. Por no volver a subir y bajar esas escaleras que surcan el barrio.
Francisco Castro, presidente de la asociación de vecinos Torre del Concejo, muestra a este periódico el abandono general en San Juan, a la espera de obras que tienen que empezar más pronto que tarde en la calle Alegría y en la Plaza de Santiago.
La calle Alegría da muestras de los problemas derivados de la falta de limpieza: la suciedad invita a más abandono, a problemas con las viviendas sin habitar y a una imagen que espanta al turismo, a las parejas que se emancipan y que saca de quicio a quienes como Castro intentan propulsar un cambio.
—Hay gente que ha tenido problemas por llamar la atención para que no se acumule más basura —dice el representante vecinal.
En una de las paredes todavía en pie de la calle Alegría hay una pintada que compara la luz del cielo con el amor. Justo al lado, una mano con el índice corazón en ese gesto indecoroso universial. Resume bien la antítesis del casco antiguo: el lugar es precioso, pero la belleza —acompañada de inversión— tiene que imponerse al incivismo.
Los cableados a baja altura abundan en la dejadez, y llaman más la atención que algunos candados en las puertas. En una cuesta de la calle Las Cumbres se acumula la basura. Sobresale un zapato de mujer entre los restos.
Una vecina del barrio no quiere enseñar ni contar que tiene la casa apuntalada. Casas que se caen. No es la única que sobrevive al calvario de la infravivienda, otro mal endémico de la zona.
La clase política le pide a Castro que haga pedagogía, que hable con los vecinos para que la acción predominante sea sumar en aras del barrio. Quizá es mucho pedir, porque el también miembro de la junta directiva de ‘OCO’ sabe que cada vez que señala una deficiencia se pone en el foco de los vecinos.
—Lo que digan algunos me da igual, pero yo quiero vivir aquí, reformar mi casa y seguir en San Juan —señala.
Entre las ambiciones políticas en la zona están recuperar los solares para crear un gran parque urbano; crear viales que comuniquen calles como Macías y Las Cumbres; construir un edificio en la calle Elvin, e incluso hacer una zona de jardines en la calle Almendro Aguilar donde ahora aparcan en batería los coches.
San Juan —todo el casco antiguo— necesita un cambio. Lo sabe el equipo de Gobierno que fue oposición y la oposición que fue equipo de Gobierno. Lo saben las federaciones vecinales y sobre todo lo saben quienes alzan la voz y quieren sentir orgullo de vivir donde viven.
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