Santana Motor ya es historia definitivamente
La Junta de Andalucía autoriza la extinción por liquidación de la antigua empresa automovilística siete años y medio después de que cesara la actividad
Santana Motor ya es historia definitivamente. El Consejo de Gobierno de la Junta ha autorizado a la Sociedad para la Promoción y Reconversión Económica de Andalucía, SA (Soprea) para que lleve a cabo conforme a la normativa mercantil la extinción por liquidación de la empresa Santana Motor, SAU. La decisión de este martes se adopta casi siete años y medio después de que la junta general extraordinaria de accionistas de la empresa automovilística de Linares aprobara el proceso de disolución de la compañía y la apertura del periodo de liquidación.
Este proceso pone fin a 62 años de existencia de un símbolo que ha marcado la vida de los linarenses hasta tal punto de que su cierre significó la caída en barrena de uno de los núcleos industriales más importantes de la ciudad. Y se liquida sin que se haya cumplido ni uno solo de los compromisos del Plan Linares Futuro, suscrito por el Gobierno autonómico con el objetivo de regenerar el tejido económico y productivo de la ciudad minera, salvo en el plano socio laboral con prejubilaciones y acciones formativas para extrabajadores.
UN SÍMBOLO DE LUCHA OBRERA
La historia de Santana ha estado jalonada por sucesivas crisis, pero fue la del 94 la que dejó a la empresa herida de muerte. Fueron 100 días de lucha, de manifestaciones, de cortes de tráfico en carreteras nacionales y vías férreas, de marchas hasta Madrid y Sevilla, de correr para evitar cargas policiales en una constante lucha callejera en la ciudad sitiada por los antidisturbios. En peligro había 2.400 empleos directos y cientos (quizá miles) de empleos indirectos.
Linares se convirtió en todo un ejemplo de "lucha obrera", poco conocida en Andalucía, una región eminentemente agraria y con escaso tejido industrial. Manifestaciones con más de 80.000 personas en la calle, en una ciudad que no alcanzaba los 60.000 habitantes.
La suspensión de pagos no se levantaría hasta el 14 de diciembre de 1994, sin que cesase ni un momento la presión social y política. Suzuki siguió haciendo sus coches en Linares. El coste que asumieron los trabajadores fue de 543 prejubilaciones y de 357 bajas incentivadas. Se había ganado la batalla. Faltaba ganar la guerra. Se redactó, entonces, un Plan de Viabilidad que entró en vigor en 1998, aunque nunca se realizaron las inversiones ni los proyectos que contemplaba (entre ellos el de fabricación de Stella, un vehículo que se conduce con carné de ciclomotor).
UN MILAGRO QUE NO FUE TAL
Pero el milagro parecía a punto de conseguirse. En 1999 la empresa fabricó más de 36.000 vehículos Suzuki y su balance de cuentas rozó los beneficios. Se había creado una bolsa de trabajo y entraron los primeros eventuales a la fábrica. Con ellos las mujeres pisaron por primera vez la cadena de montaje de la empresa. Santana seguía en la brecha y todo parecía que había vuelto a la normalidad. Fue un espejismo. Con la llegada de la nueva década, la fábrica comenzó su lenta agonía. Ninguna medida parecía surtir efecto. Con la llegada de nuevas empresas, engordadas a base de subvenciones, se recolocó a mucha gente, mientras que a los mayores de 55 años se les prejubiló.
Tras mucho tiempo de especular sobre el futuro de Santana Motor, el 16 de febrero de 2011, una votación realizada por los trabajadores de la empresa decidió la disolución de la compañía.
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COMENTARIOS
Antonio del Arco Sánchez Septiembre 18, 2018
ESE AÑO CAYO LA LOTERÍA EN LINARES - 16 FEBRERO 2011
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