"La clave de la felicidad está en no quejarse y valorar lo que sí posees"

Rafael Santandreu, psicólogo de trayectoria más que reconocida y con presencia en medios, regresa hoy a la capital jiennense de la mano del Teléfono de la Esperanza. La cita, con entrada libre hasta completar aforo, comenzará a las 19:30 horas en el Teatro Darymelia. El evento también se presenta como una oportunidad para entender las claves de su última publicación, No hagas montañas de granos de arena (y todo son granos de arena).

Santandreu contesta a las preguntas de Lacontradejaén con la tranquilidad de quien tiene el discurso arropado por décadas de experiencia. "La mente es la clave que hace las cosas fáciles o difíciles", asegura acerca de las posibilidades de hacer cambios significantes en la vida. Sobre las redes sociales, es también contundente: "La mejor relación con ellas es no tener ninguna".

—¿Cómo se ha gestado este acto en Jaén y de dónde nace el vínculo con el Teléfono de la Esperanza?

—Hace un tiempo, me contrataron para dar una charla para el Teléfono de la Esperanza y pude conocer a una organización maravillosa, que hace un trabajo increíble. Les dije que, en adelante, no me pagasen, que les quería apoyar para que más gente los conociera. Y así nació esta colaboración que hago encantado en muchas provincias de España. Le recomiendo a todo el mundo que se haga voluntario del Teléfono de la Esperanza: ayudarán a otros, aprenderán muy buena psicología y conocerán a compañeros estupendos.

—Ya estuvo antes en la capital jiennense, ¿qué recuerda de aquel día y de la reacción del público a la ponencia?

—Fue fantástico. Al final, en el turno de preguntas, mucha gente explicó cómo había cambiado su vida la lectura de mi libro Sin Miedo, cómo habían superado un TOC o los ataques de pánico. Seguro que en la charla de hoy habrá más casos impresionantes de transformación personal.

—Si tuviera que resumirlo en una idea concreta, ¿cuál sintetiza No hagas montañas de granos de arena?

—La clave de la felicidad está, sin duda, en no quejarse y valorar lo que sí posees. Es algo que también decía Stephen Hawking, el científico en silla de ruedas: “Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo”. Con el libro, aprenderemos a tener el diálogo interno de las personas más fuertes y felices.

—Habla en la obra de la importancia de cultivar estabilidad ajena a los picos emocionales (un éxito laboral o una pérdida). ¿Cree que es más complicado en unos tiempos dominados por la gratificación inmediata?

—Ahora es más fácil tener una mala filosofía de vida, cargarse de necesidades y auto-exigencias: “¡Tengo que ser guapo, listo, rico, extrovertido, estar en forma, delgado, tener un piso en propiedad, muchos amigos, pareja… o de lo contrario: ¡soy un gusano de la peor especie!” Pero el dueño de tu mente eres tú: si te amueblas muy bien el coco, nada de eso te afectará.

—En el libro también hay capítulos sobre cómo tener éxito, cómo adelgazar fácilmente, cómo tener una relación duradera y feliz... ¿Todo eso se puede conseguir aprendiendo psicología?

—¡Y más cosas! Casi todas las facetas de nuestras vidas dependen mucho de la mentalidad. La mente es la clave que hace las cosas fáciles o difíciles. Es como el juego de la soga en la que dos equipos tiran de los extremos. La idea de mi psicología es que aprendas a poner siempre al otro equipo a tirar también de tu lado. Por ejemplo, en el caso de adelgazar. Si aprendes a ver los alimentos más saludables como precisamente los más sabrosos, adelgazar será mega fácil porque ya no te apetecerá comer fritos, dulces, etc. La mentalidad es la clave.

—Cada vez hay más discursos contrarios a las redes sociales, pero quizá la clave es mejorar la relación con ellas. ¿Cómo podemos lograrlo?

—La mejor relación con las redes sociales es no tener ninguna. Con respecto al móvil, usarlo muy poco. No estar pegado todo el día a ese reclamo que está minando la paz mental de la gente. Sólo se puede ser feliz a largo plazo regresando a lo natural, a la lentitud, al amor por lo que se tiene entre manos... La multitarea, hacer dos cosas a la vez, las prisas, las noticias exageradas, la auto-exigencia exagerada, los video-juegos... son cosas tóxicas. Los jóvenes —y no tan jóvenes— piensan que no les afecta, pero a la larga, te hace más propenso a caer en un trastorno de ansiedad. Los dueños de las grandes aplicaciones de internet apartan a sus hijos de ellas: eso ya es una señal muy clara.