Se acabó la monarquía española

A la Casa Real, España puede perdonarle botsuanas, urdangarinnes, corinas, infantadas, domadoras, marichalares, altos presupuestos, derroches, dictaduras e intransparencias; pero lo que España no le va a perdonar nunca a la Casa Real es que una nuera creída, secaja, bellísima y con aires de gobernantona impida a una abuela amorosa hacerse una foto con sus nietecicas queridas a la salida de misa. Eso nunca. Eso tenlo por seguro. Lo que no van a conseguir jamás los vientos de república y el antiborbonismo, lo va a lograr la tirria a una plebeya que se hizo reina y ahora se está pasando tres pueblos y un huevo. Porque aquí la reina es Sofía. A Letizia se lo consentimos, qué lastimica, venga, que disfrute la periodistilla; le consentimos incluso la zeta en el nombre, que ya hay que ser cateta para no dejarse la ce como todo el mundo. Pero que no se pase, ¿eh?, que no se pase. Porque, aquí, la reina es Sofía, repetimos, y lo de emérita es una palabra en la que el pueblo se caga y se acabó el diccionario, ¿te estás enterando? Pues ya lo sabes. Muchos españoles no son monárquicos, tampoco juancarlistas, muchos españoles no saben ni lo que son ni lo que piensan respecto a la Casa Real, les importa más bien un pimiento, pero tienen muy clara una cosa: una nuera ha de comportarse en condiciones con su suegra, me cago en la hostia puta, y más en público, ¡y más en público! Esto es casi una ideología, una bandera, un dogma. Con el vídeo del otro día —ese achuchoneo de reinas con los morros torcidos—, Letizia ha dejado de ser para el pueblo una divorciada pobre que tiene derecho a enamorarse de un príncipe y a ser correspondida, ha dejado de serlo para convertirse en una del montón que engatusó al hijo de la Reina de Verdad (sepa dios lo que le haría) y ahora les tiene a todos a raya porque se cree muy lista y muy guapa y muy fina, la telediaria esa, que eso es lo que es, una telediaria con el abuelo taxista. ¡Menuda nos ha salido! Así no se trata a una suegra, por más reina que sea, y así no se trata a una reina, aunque la reina sea tu suegra. O sea que se acabó la monarquía en España. Bueno, este es el comienzo, pero muy sólido en motivos. Ya se lo gritaron a la Letizia al día siguiente, entre abucheos, a la salida de un acto: ¡antipática, floja! No eran políticos, no eran independentistas, no eran anticapitalistas: era el pueblo, la mujeruca, el viandante, el cojo brevón. Los desencantados. A los Reyes los va a quitar de en medio la abueloncha que antes aplaudía raro a su paso, como aplauden las abuelonchas, que no saben, y ahora increpan a una dominanta y a un juangüevos que permite que la mujer le ofenda a la madre. Eso no se hace, eso en España no se hace. Eso se paga. Tú verás si se paga eso. ¡A Portugal de un pescozón! Por mala nuera.