Sebastián Moreno 'Cañón': de cantar en una acera a darle su nombre
Desde el viernes el baezano es, además del nombre de uno de los saeteros más celebrados de su ciudad, la denominación de una vía urbana local
Normalmente, un saetero es una persona que canta en un balcón o a pie de trono en plena calle, pero pocas veces (merece la pena investigarlo) el protagonista del rótulo de una vía urbana en su tierra natal.
Pocas veces o ninguna, vaya usted a saber, pero pasa, vaya sí pasa, al menos en Baeza y en la persona de uno de sus vecinos más jondos, Sebastián Moreno Galán, 'Cañón'.
Nacido en 1941, es una garganta privilegiada que lleva toda la vida haciendo llorar a la gente al paso de sus devociones predilectas y que, el pasado viernes, recibió en vida uno de los homenajes más hermosos que se le puede tributar a un ser humano, incluir su nombre en el callejero de su patria chica:
"Me hace mucha ilusión por mí pero, mayormente, por mis hijos y mis nietos; creo que les hace más ilusión a ellos que a mí", expresa el cantaor a Lacontradejaén.
Viene de familia longeva, vaya que sí: "Mi padre murió con nueve años y seis meses y creo que puede que yo viva bastantes años; somos tres hermanos, el mayor cumplió el 10 de marzo ochenta y nueve años y se va a Málaga conduciendo y todo. Y mi hermana, ochenta y seis".
Así que, si continúa la tradición, disfrutará todavía durante más de una década de esa satisfacción que solo unos pocos privilegiados experimentan, cuando pasean por su ciudad y se topan, de sopetón, con "su" calle, así literalmente:
"Yo lo recibo como un regalo muy hermoso; los amigos y gente allegados a mí me están dando la enhorabuena, llamándome... Y yo lo agradezco mucho".
Desde el Consistorio baezano aseguran: "Este Ayuntamiento en representación de la ciudadanía de nuestra ciudad, para que todos los vecinos y vecinas de Baeza den muestra de su agradecimiento a una persona que ha llevado el nombre de esta ciudad allá donde ha ido a derramar las gotas de su talento, tiene a bien, a modo de reconocimiento homenaje, dedicarle la Acera de la Trinidad al cantaor don Sebastián Moreno Galán, más conocido como “Cañón”.
UN ESTILO INCONFUNDIBLE
Quien lo escucha cantar y tiene un mínimo conocimiento flamenco se da cuenta rápidamente de que en la voz recia, jondísima, de este baezano conviven los ecos de los grandes cantaores de la historia, que evoca toda la sabiduría antigua de la casa de los Mairena en sus melismas, dueños de un levísimo matiz laíno tan delicado como los cielos que su paisano José Cózar eterniza en sus cuadros o el que se gastaba un jaenero de adopción, Canalejas de Puerto Real, cuando le cantaba al Abuelo.
Sí, un saetero clásico en el más admirable de los sentidos de la palabra al que cualquiera le supone una dinastía de artistas flamencos detrás pero que no, que puede presumir de haber sido, él mismo, la raíz de una familia de artistas que tiene en una de sus cinco nietos, Inmaculada Moreno a una heredera de reconocida proyección.
"Desde que tenía diez años canto, en Baeza había muy buenos ,teros y yo me aficioné. La garganta, en vez de ir a menos, fue a más y todavía lo sigo haciendo, me subo a un balcón y si me pilla como es debido canto una saeta". Ochenta y un años cumplidos lleva a sus espaldas Sebastián.
Premios, reconocimientos, aplausos... "Yo no he buscado vivir de esto, a lo mejor me contrataban y me lo tomaba como un regalo, pero mi trabajo ha sido la construcción. Emigré con veinticuatro años a Madrid, allí estuve doce años, donde nacieron mis tres hijos; pero no había Semana Santa que no tirara para mi pueblo, siempre he sido un enamorado de las saetas, y en cuanto tuve la oportunidad de venirme con mi trabajo, ya no me volví a Madrid", cuenta, satisfecho.
Y tan enamorado, como que hasta publicó, en 2017, un disco protagonizado por este hondísimo y misterioso palo flamenco, que sus vecinos le quitaron de las manos: "Gracias a Dios nunca he tenido nada con nadie, lo mismo los aprecio yo que ellos a mí", sentencia. Y apostilla:
"A Baeza le tengo un aprecio y un cariño exagerado, no tengo enemigos; que yo sea agraciado con una calle (la alcaldesa, toda la Corporación) no tengo más que darles las gracias, y sobre todo de que lo hagan en vida, cuando todavía puedo disfrutarlo. Estoy muy contento de cómo se está portando el pueblo conmigo".
Tiene sus olivas, que gusta de supervisar; la tranquilidad preside su existencia cotidiana, rodeada de hijos, nietos, paisanos. Nunca le faltará un balcón desde donde 'disparar' (haciendo honor a su nombre 'de guerra', nunca mejor dicho) esas letras que hacen tambalearse de emoción hasta al más concentrado de los costaleros.
Ni le faltará tampoco una acera donde arrancarse al paso de un Crucificado, un Nazareno o una Dolorosa. Una acera como esa de la Trinidad, esquina con calle Ejido, que llevará para los restos el nombre de Sebastián Moreno Cañón. "¡Ahí quedó!".
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