Una "madre coraje" y una servidora pública de excelencia en Orcera
Isabel Millán se jubila tras más de tres décadas como empleada municipal y una vida protagonizada por la lucha para sacar adelante a sus hijos
"Soy una enamorada de mi pueblo". Así se presenta Isabel Millán Sánchez (Orcera, 1956), una luchadora nata que tras tres décadas de servicio público en su pueblo y una vida que da para un libro (pero de verdad, no es una frase hecha) está a las puertas de su jubilación.
Una etapa que lejos de deprimirla, le permitirá (a partir del próximo 8 de septiembre) hacer todo aquello que sus obligaciones familiares y laborales le pusieron muy difícil llevar a cabo: "Estoy encantada de la vida, me gusta hacer cosas, viajar, tengo tres hijos que viven fuera... No me lo planteo con tristeza, todo lo contrario, es otra etapa de mi vida", confiesa.
Se va por la puerta grande, con el reconocimiento de sus compañeros, que se deshacen en elogios hacia ella y aplauden su labor tanto en la biblioteca como en las oficinas del Ayuntamiento o el Juzgado de Paz orcereño, donde presta servicio en este último tramo de su trayectoria laboral.
"Me gustaría reconocer su trabajo durante tanto tiempo en el Ayuntamiento de Orcera porque Isabel, como otros muchos empleados públicos, ha dedicado una parte muy importante de su vida activa al servicio de los ciudadanos en los distintos puestos que ha ocupado", celebra el alcalde, Juan Francisco Fernández. Y apostilla: "Ha sido la imagen de la administración y ha desempeñado su trabajo con gran responsabilidad, lealtad y profesionalidad, siendo muy querida por los vecinos de Orcera".
En términos similares se pronuncia Sergio Rodríguez, concejal de Cultura y cronista oficial del municipio serrano, que evoca sus años de usuario de la biblioteca, tras cuyo mostrador estaba, siempre atenta y solícita, Millán: "Como usuario de la Biblioteca y del Archivo Municipal solo puedo mostrar agradecimiento por su tiempo, su paciencia y su atención". Lo dicho, por la puerta grande.
"UNA MUJER HECHA A SÍ MISMA"
Si, como afirma Muñoz Molina, "para escribir un libro hace falta primero merecerlo", está claro que la aventura vital de Isabel Millán Sánchez podría llenar, legítimamente, páginas y páginas. Habla y, cada cuatro o cinco palabras, una sonrisa discreta le adorna la conversación. Vamos, que rezuma positividad.
Y eso que no lo ha tenido fácil precisamente. Aquí van unas pistas, en boca de algunos de quienes mejor la conocen, de quienes más tiempo han compartido con ella en las instalaciones municipales:
"Isabel es el ejemplo de una mujer hecha a sí misma que conocí justo cuando acababa de divorciarse, quedándose sola a cargo de sus cuatro hijos. Es una buena compañera de trabajo y una amiga, pero ante todo una madre coraje, que sacó sola y sin ayuda a sus cuatro hijos adelante", expresa Enrique Ricoy Martínez, policía local en Orcera.
"En lo personal, sus cuatro hijos, que son más o menos de mi edad, pueden estar orgullosa de ella porque es una luchadora", sentencia Sergio Rodríguez al respecto.
Sí: hay que retrotraerse a la España de finales de los 80 y comienzos de los 90 para entender el trance por el que pasó cuando, con apenas treinta y cinco años de edad, tres hijos ya en el mundo y otro en su vientre a punto de tocar luz, vivió la separación de su marido, en la sociedad de un pueblo de la época: "Los he criado sola, tanto en lo económico como en lo afectivo", recuerda sin que su voz muestre ni una pizca de flaqueza.
"Fue duro, pero me planteé la vida desde la perspectiva de que mis hijos merecían una oportunidad, y tiré para adelante sola, así fue". Sola, sí, pero acompañada de unos valores inculcados por sus padres que, a la hora de enfrentarse a su realidad, fueron unos cómplices insustituibles:
"En mi casa hay dos palabras fundamentales, que he inculcado yo también a mis hijos: respeto y educación. nos hicimos una piña los cinco, el que quio estudioar lo hizo, con su esfuerzo y con el mío; están felices, no tienen trauma, aunque es complicado cuando te divorcias en un pueblo y hace treinta y tantos años, pero yo siempre he sido de guardar mis cosas en mi casa, de hacerlo todo en casa. Que ellos se criaran en un ambiente familiar, pese a que les faltaba la figura paterna", aclara.
Madre, abuela de siete nietos ("y otro que viene de camino"), en cuanto cruce la frontera que separa al trabajador en activo y el que alcanza el descanso ganado a pulso tiene más que clara su agenda:
"Viajar, conocer nuestro país", como hace cada vez que la asociación de mujeres de Orcera, a la que pertenece, propone hacer las maletas y entregarse a eso de conocer mundo. Salir en "'su' procesión expiracionista, andar, recorrer el privilegiado escenario urbano que le regala, cada día, su patria chica.
Andar..., sí, siempre hacia adelante, como ha hecho a lo largo de sus sesenta y seis primaveras.
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