Las cabañuelas suman incertidumbre a la Pasión de 2021
Alfonso Cuenca prevé lluvias generalizadas e incluso tormentas entre los próximos 28 de marzo y 4 de abril, fecha de celebración de la Semana Santa
Lo expresaba a este periódico, con mezcla de resignación y tristeza, el presidente de la Unión de Cofradías de Úbeda, Felipe Torres, a primeros de este mes de agosto: "Me gustaría ser optimista, pero viendo cómo está la cosa no tengo ninguna garantía, ahora mismo, de que la Semana Santa de 2021 sea una realidad en las calles", y ahora las cabañuelas acrecientan esa incertidumbre. Para más inri, nunca mejor dicho.
Sí, el cabañuelista Alfonso Cuenca acaba de hacer públicas sus previsiones para el periodo 2020-2021 y las fechas que abarcan la Pasión no salen bien paradas precisamente en cuanto a posibilidad de buen tiempo.
Y es que, según sus cálculos, entre el 28 de marzo y el 4 de abril la provincia jiennense será pasto de la lluvia y las tormentas: "Empezará a llover a partir del veintitantos; otros años ha habido dos periodos, uno en el que ha llovido y luego, a partir del Jueves Santo, no, o al revés, pero en este caso no, lloverá todos los días", aclara este meteorólogo tradicional.
El método de observación, en sus propias palabras, abarca "un radio de acción entre doscientos cincuenta y trescientos kilómetros a la redonda desde el punto de observación", esto es: Quesada, donde reside, por lo que sus predicciones afectan a la totalidad del Santo Reino.
Malas noticias para el mundo pasionista, entonces, por más buenas que sean para la gente del campo, que vive mirando al cielo pero en las antípodas del pensamiento cofrade:
"Esto parte el corazón, se puede decir; la gente cofrade está todo el año esperando que no llueva, al contrario que la gente del campo, son dos sentimientos diferentes, pero yo prefiero que llueva en Semana Santa y que sea un buen año agrícola, que de ahí nos mantenemos todo el mundo", sentencia Alfonso Cuenca.
Toca esperar, pero esperar mucho: primero, que la vacuna contra el coronavirus sea una realidad más pronto que tarde y sus efectos permitan llegar al mes de marzo con garantías de normalidad; después, que en el mejor de los casos el mal tiempo no impida el reencuentro con la tradición tras un 2020 de penitencia extrema, desierto de procesiones.
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