Mis series de adolescente
Las series de la adolescencia remiten a las aulas y a los conflictos por salir airoso de esa etapa de la vida; valgan los ejemplos de Yo y el mundo, Los problemas crecen, Dawson crece y Compañeros
Yo no digo que marquen, y quizá es mejor que no lo hagan, pero es imposible olvidarlas. Aquellas series que uno veía después de comer, antes de ir a clase cuando había horario de tarde. Aquí va esta entrega vintage de las ficciones que seguí entre la infancia y la adolescencia.
Yo y el mundo (Michael Jacobs, 1993). Siete temporadas y 158 episodios fueron necesarios para acompañar a Cory (Ben Savage) desde el instituto hasta la Universidad. Todos los niños de los noventa vivimos con él su amor por Topanga, la amistad íntima con Shawn y la relación paternal con el director del instituto. Era humor, con la dichosa risa enlatada, y también historias sobre el aprendizaje vital de un niño que, en palabras del propio Ben Savage, no estaban condicionadas por internet y los teléfonos inteligentes. Cory se hizo hombre sin Facebook, Twitter ni WhatsApp.
Los problemas crecen (Neal Marlens, 1985). De Ben Sabage a Kirk Cameron, el chico Disney que aspiraba a todo en Hollywood y ha devenido en un republicano a la derecha del Partido Republicano, evangelista y reaccionario. Es decir, ha perdido la gracia que tenía el personaje de Mike Seaver en la serie que emitió en España Antena 3. Aquel era un pipiolo de pelo rizado, hijo de un psiquiatra divertido y una periodista encantadora. Por la serie apareció un chico rubio muy joven que acabaría conquistando el mundo, Leo DiCaprio. La banda sonora de Los problemas crecen era —y es— muy linda.
Dawson crece (Kevin Williamson, 1998). Chico llega al instituto, vive toda clase de vicisitudes y descubre que su vocación en la vida es ser director de cine. La historia de Dawson (James Van Der Beek) en la ciudad inventada de Capside combina drama amoroso con la búsqueda existencial del protagonista, empecinado en ser narrador con la cámara. De lo primero hay que reseñar las proyecciones de Katie Holmes y la excelsa Michelle Williams en el triángulo sentimental con Dawson. Lo último que vi de Der Beek fue una estupenda aparición en un capítulo de Room 104.
Compañeros (Daniel Écija, 1998). No todo fueron series americanas. El fenómeno adolescente en España que superó a Al salir de clase y al que no ha podido acercarse Física o Química se dio en el Colegio Azcona. Quimi, Valle y compañía triunfaron entre 1998 y 2001, con el remate final y evitable de la película No te fallaré. Es justo recordar que los guionistas fueron atrevidos al tocar temas no muy comunes por entonces en la pequeña pantalla nacional: acoso escolar, adicciones y hasta fenómenos paranormales. Compañeros resultó cantera de actores mayúsculos como Óscar Jaenada —apareció fugazmente en la segunda pandilla— y Raúl Arévalo, quien hoy triunfa como director. Manuel Feijóo (Luismi) firmó el año pasado su particular homenaje con Colegas.
Hay, claro está, más series que veo desde el retrovisor: Salvados por la campana, Parker Lewis nunca pierde, Los Rompecorazones, Los Serrano y otras tantas. Pero hasta en la nostalgia hay prioridades. Jerarquía sentimental.
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