Sobredosis de telerrealidad
El fin del verano trae los regresos de OT y GH VIP; el vínculo entre redes y televisión explica que se sucedan las ediciones
Acabará el verano justo en una semana, y tanto se nota ya en el tiempo como en la parrilla de televisión. Dos cadenas supuestamente antagónicas, la pública y la privada más rentable, recuperan formatos sobre telerrealidad. La 1 alcanza la décima edición de Operación Triunfo; Telecinco vuelve a encerrar a famosos para otra entrega de Gran Hermano VIP.
El séquito de fieles de la telerrealidad es incuestionable en cualquiera de sus formas, tanto da si la idea es seguir el sueño de jóvenes que aspiran a ser estrellas o si el propósito del espectador es saber más acerca de los famosos que vuelven a la exposición diaria para hacer caja.
La famosa Academia de GestMusic volverá a recibir a 16 jóvenes a partir de la semana que viene. La edición anterior recuperó el éxito de antaño gracias al uso de las redes sociales y a la emisión del 24 horas en Youtube. A la gente de Gran Hermano tampoco se le dan mal las comunidades digitales: cuando tecleo estas líneas, un par de días antes de su publicación, las dos tendencias que dominan Twitter son #GHVIP y #LlegaOT2018. Es lo que hay.
Lo normal es que los espectadores se hubiesen aburrido ya de la misma historia una y otra vez. Pero a la vista está de que no es así. El mourinhiano por qué, por qué es difícil de contestar en la era de la televisión a la carta, del contenido directo cuando uno decide, y de la consolidación de las plataformas de pago.
Yo solo entiendo la sobredosis del concepto, su rentabilidad en antena, por un motivo: año tras año hay un proyecto de cantante o un famoso reciclado que consigue el efecto de identificación con alguien al otro lado de la(s) pantalla(s). Ese vínculo se traduce en miles de seguidores, y ya no solo a través de la caja tonta, sino con el añadido de las redes. En efecto, la tele e internet se retroalimentan. Se llevan bien porque les renta.
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