Por qué me gusta 'Stranger Things'
La serie de los hermanos Duffer es un homenaje al cine de los años 80 con un ángulo oscuro muy exaltado
El éxito de Stranger Things se puede explicar desde muchos ángulos: es una serie sofisticada, rescata el espíritu del cine de los 80 y agrega un punto de oscuridad que seduce y es saludado por el público de cualquier edad.
Ya con cuatro temporadas disponibles, y a la espera de dos capítulos más que cerrarán la cuarta entrega, la ficción de los hermanos Duffer es un fenómeno que devoro tarde a tarde. Me la habían recomendado mis sobrinos y la dejé a un lado hasta que le di una oportunidad al piloto. Escribo estas líneas justo antes de acabar la tercera temporada.
Hay en Stranger Things códigos narrativos que me llevan a una de mis debilidades, Stand by me (Rob Reiner 1986), un clásico del género de película de colegas al que suelo volver cada cierto tiempo. Ese canto a la amistad en la infancia late en Stranger Things e incorpora la ciencia ficción, la parte más comercial de la serie.
El nivel de la interpretación es notable, con David Harbour en estado de gracia y una Winona Ryder más que correcta en el papel de la madre del 'chico zombi'. Si en Stand by me la búsqueda de los niños de Oregón conducía a un cadáver, en Stranger Things el viaje tiene que ver con el paralelismo de dos mundos —el real y el fantástico— y las consecuencias que desata. En ambas obras el grupo de amigos crece y se asoma a la madurez en medio de la aventura. A falta de ver cómo acaba todo, la historia de las cosas extrañas es más que entretenida.
FICHA TÉCNICA
Título original: Stranger Things
Año: 2006
Duración: 50 minutos
Director: Matt y Ross Duffer
Nota en IMDB: 8,2
Nota en FilmAffinity: 8,7
La serie está disponible en Netflix
Únete a nuestro boletín