“No entiendo el caso de los suicidios en la Sierra Sur”
Pudo ser arquitecta o topógrafa, pero eligió dedicarse a la psicología. Raquel Salido Mota (Villacarrillo, 1981) trabaja en Evolución, Clínica de Rehabilitación de Adicciones y Superación Personal. Antes de entrar en su consulta hay fotografías de personas que se hicieron grandes en circunstancias agónicas. Ella siempre ha tenido la vocación de ayudar al resto; la habilidad de ofrecer otra perspectiva. Nos colamos en su consulta para entender qué ocurre ahí y fuera de ahí. Hay que querer para entrar, claro.
EL IMPACTO DE LAS ESTACIONES
—¿Cómo es este momento del año para las personas con problemas psicológicos?
—Es un poco mejor. El peor es el inicio de la primavera o el del otoño. Los cambios de estación. Ahora está todo más estabilizado. Con la astenia primaveral y el cansancio —también el psicológico— los trastornos tienen un repunte bastante exagerado. Ahora se empieza a regular un poco.
—La relación entre la época del año y el estado de los diagnosticados, ¿es real o tiene algo de mito?
—Lo es, lo es. De hecho, está demostrado que en los países donde hay seis meses de día y otros tantos de noche, en el tiempo de día hay un montón de suicidios. Hablo de los países nórdicos. Y está demostrado que el inicio de la primavera y el cambio de estación y de hora está totalmente relacionado con los repuntes de esquizofrenia, ansiedad y depresión.
—¿Advierte en la era de las redes sociales más problemas o más oportunidades para personas con problemas para comunicarse?
—Para mí, y tal y como lo uso en terapia, es una oportunidad. Siempre y cuando la relación no se quede estancada en hablar por redes sociales. No comprendo que nos tomemos un café, estemos con el móvil y alguien diga: “Espera, voy a mandar un correo”. No, ahora estamos tomando un café y hablamos tú y yo. Como inicio para conocer personas me parece fabuloso usar las redes sociales: Facebook, WhatsApp e incluso Tinder. O cualquier otra. Tengo familiares que se han casado después de conocerse por Badoo. Les va genial. Las redes deben ser el inicio para establecer una relación física.
—El peor problema que puede enfrentar una persona sana físicamente es la soledad y la ausencia de motivaciones. ¿Está de acuerdo?
—Claro. Se unen dos factores muy peligrosos. La soledad, que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Lo primero es que aún estando rodeado de gente te sientes alejado y sin ambiciones para conocer gente o tener relaciones sanas. Otra cosa es estar solo porque trabajas solo, pero sabes que tienes un montón de amigos. La soledad entendida como sentirme solo es de lo más dañino que tenemos los seres humanos. Somos animales sociales.
—¿Cómo se puede ayudar a una persona sin ambiciones?
—No sé si conoce el libro de Viktor Frankl El hombre en busca de sentido. Me parece genial. Un hombre logró salir de un campo de concentración porque tenía un sentido. Si cada día encuentro un para qué, tengo un cómo para hacer las cosas. Si me levanto sin para qué, mi vida está perdida. Es importante mirar cuál es la raíz para no tener un para qué. En el caso de las adicciones, alguien que fuma THC tiene un síndrome (el amotivacional) que le hacer perder la ambición por todo. En este caso, la base para ayudar como especialista es tratar la adicción. Si no la hay, el no tener un sentido se debe trabajar buscando objetivos: qué es lo que te gusta, cuál es tu pasión. Siempre recomiendo Búscate un amante, de Jorge Bucay. La idea es buscar algo que te apasione, ya sea el senderismo, el ajedrez, salir con los amigos… Hace falta alguna pasión.
SUICIDIOS
—En España se mata más gente por voluntad propia que por cuestiones de enfermedad o por accidentes en la carretera. ¿Cree que la gente es consciente del dato?
—Yo creo que no se sabe. Estoy casi segura de que no. Porque cuando leí ese dato, y soy psicóloga, también me quedé un tanto extrañada: más suicidios que muertes de tráfico, me dije. Todavía vemos en la tele esa lucha por reducir los accidentes en la carretera. Yo creo que no se le da la importancia que tiene a una mente sana. A la salud. Al físico le damos importancia, por eso vamos al médico de cabecera. Pero ir un a psicólogo o a un psiquiatra como que está aún estigmatizado. Y simplemente es un especialista que te abre el camino para ver las cosas de otra perspectiva. Algo en lo que te has estancando y que en tu mente es un problemón, lo hablas, lo verbalizas y el profesional te lo cuestiona y te da otra perspectiva. Aquello que parecía tan serio no tiene tanta importancia.
–Alguien inteligente que te quiere de tu entorno te puede abrir esa puerta. Pero si no la tienes, lo más inteligente es ir al psicólogo.
—Claro, y que un familiar o alguien de tu entorno tiene implicación emocional. Desde la implicación emocional yo no te puedo dar los consejos que sí te puede dar un familiar, que lo ve todo con total subjetividad. Yo, como soy psicóloga, no puedo tratar a personas muy cercanas porque perdemos la subjetividad.
—Hay voces que cuestionan el tabú del suicidio. ¿Es el camino para ayudar a las personas que se lo plantean?
—Totalmente. Lo primero, hablar algo reduce la ansiedad que genera el pensamiento. Y lo segundo, aquí tenemos una especie de lema que es emoción expresada, emoción sanada. No hay nada más cancerígeno que un mal pensamiento. Atrae a otros malos pensamientos. Hablar y ser capaz de que cuando te surge esa idea, en lugar de que sea tabú y algo tan peyorativo, que lo puedas decir: ‘Me ha dado la idea de quitarme la vida’. Y a partir de ahí hablarlo y buscar soluciones.
—Hace poco me dieron un dato estremecedor referente a mi comarca, la Sierra Sur. ¿Hay relación entre los factores aislamiento e instinto suicida?
—No lo sé. Pero sí es cierto que en Frailes, Alcalá y esa zona hay muchos suicidios. Es algo que siempre he pensado. Y no creo que tenga que ver con el aislamiento. No sé qué pasa. No puedo darte darte una respuesta.
—La depresión es un factor íntimamente relacionado al suicidio. ¿Qué hay detrás de la depresión?
—Quizá lo que hablábamos antes. La falta de motivación, la apatía, el no encontrar un sentido para vivir.
–La depresión no tiene edad, ¿verdad?
—No.
—He escuchado alguna vez que cualquier persona sufrirá depresión alguna vez en su vida.
—No tiene por qué. Tú puedes estar triste. Tener épocas mejores o peores. Pero de ahí a ponerle la etiqueta de depresión me parece un salto importante.
LA VOCACIÓN DE AYUDAR
—¿Por qué se hizo psicóloga?
—Ha sido vocacional. Siempre lo he tenido bastante claro. Me recuerdo en el instituto: era la que intentaba ayudar a todo el mundo. Me llamaba mucho la atención el voluntariado para colaborar en otros países. Lo he tenido muy claro. En el instituto se me daba mejor la rama tecnológica. El orientador me decía que valía para arquitecto o topógrafa, pero yo lo tenía claro. Mi vida la tenía enfocada para ayudar.
—¿Cuál es la diferencia entre psicólogo y psiquiatra?
—El psiquiatra es un médico. Hace su carrera de medicina y luego se especializa más en lo que tiene que ver con la mente. Los psicólogos estudiamos más el comportamiento. Nosotros no utilizamos medicación, sólo pautas de comportamiento que puedan propiciar mejoras en la vida.
—¿Crees que los vídeos de psicología positiva ayudan a popularizarla más?
—Me parece positivo. Yo veo cosas en Facebook. ¿Puede ayudar a popularizar la psicología? Bueno, sí que te acerca más el psicólogo al día a día. Todavía creo que quien usa el psicólogo está más asociado a un nivel socioeconómico más elevado.
—En América quizá no se ve así.
—En Argentina naces con un terapeuta (risas). Es genial. En Sudamérica hablan igual de su médico de cabecera que del terapeuta. Es alguien que te ayuda a enfocar la vida, a caminar hacia tu proyecto. Es muy positivo que cuando alguien se pierde, otro te pueda ayudar a encontrarte. Todos tenemos momentos de crisis. Todos. Antes me preguntabas si todos viviremos alguna depresión. No lo sé. Pero sí es seguro que todos tendremos un momento de crisis: la pérdida del trabajo, un duelo, dejar atrás algo querido. O llegar a los cuarenta años y no saber qué he conseguido. Hay tantas crisis. Y de cada cual puedo salir perfectamente fortalecido.
—Una de mis series favoritas es En Terapia. El protagonista es un terapeuta. A veces ayuda. Otras veces sólo acompaña en el sufrimiento. ¿Lo último es la rendición o todo lo contrario?
—No creo que sea una rendición. En esta consulta lo digo mucho: “Yo te voy a acompañar en tu proceso, pero llegarás adonde tú quieras llegar”. No puedo llevarte a cuestas. Hay un momento en que si tú como paciente no quieres hacer más, por mi parte sólo está dejarte ir o acompañarte y quedarnos aquí. Aceptar que eso es lo que tú quieres.
—Acompañar también implica que el paciente pueda llamar al psicólogo en una crisis. O mandar un WhatsApp.
—Sí, hay veces que la soledad de la que hablábamos al principio es la que merma al paciente. Una llamada, el hecho de sentir que no está solo, ayuda.
—Esa llamada es algo más que un placebo.
—Sí, por supuesto. Implica muchas emociones. Aquí a mis pacientes no los recibo con la mano ni trabajamos con una mesa de por medio, como ahora. Se hace de una forma más cercana y humana. Lo acompaño de la mano. No se trata de yo aquí y tú ahí. Nada de roles. Somos personas. En distinta posición ahora mismo, pero iguales. Yo puedo estar donde tú estás ahora.
—Dicen que los camareros tienen alma de psicólogos. ¿Le molesta el cliché?
—No, es verdad que aguantan a mucha gente desahogándose. ¿El camarero te va ayudar como un psicólogo? A menos que también sea psicólogo, lo dudo. Convengamos que en el caso de un bar no es la situación adecuada. La persona puede estar más sincera con dos copas, sí. Pero no es el momento de una terapia.
—El problema no es que se sincere con dos copas de más, sino con un Cola-Cao. Me ha pasado.
—Bueno, es lo que decíamos antes: de cierta manera el camarero que está detrás de la barra escuchando a alguien está haciendo lo de emoción expresada, emoción sanada. Algo de psicólogo tiene, sí.
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