LO TUYO ES PURO TEATRO
Grupos de jóvenes y mayores intérpretes, con entusiasmo y arrojo, se hacen hueco en los escenarios de Linares por amor al arte. Recorremos la escena teatral de la ciudad minera a través de las Jornadas Vicente del Moral
Como muchas cosas en esta vida, las Jornadas de Teatro Vicente del Moral de Linares surgieron de la manera más sencilla: un grupo de aficionados a las artes escénicas decidió subirse a las tablas para representar las obras de sus autores favoritos y las creadas por ellos. La iniciativa nació en los barrios, de gente anónima que quería ocupar su espacio en la programación cultural de la ciudad.
Este año cumple su vigésimo segunda edición con la irrupción de nuevas compañías de jóvenes intérpretes y la consolidación de otras ya veteranas. Su denominador común es el amor al arte y su deseo de cambiar las cosas. Es un teatro de mínimos, de recursos escasos en los que se aprovecha la ropa pasada de moda, cualquier bártulo y la generosidad de los amigos. Un 'Juan Palomo' en toda regla.
Pero también es una cantera de talentos para la escena en una ciudad que respira cultura por todos sus poros. La Cuerda es el ejemplo de la nueva escena linarense. Una iniciativa que arranca en 2012 como un taller de formación e investigación actoral y que con un solo año de vida decidió lanzar su primer montaje. A partir de ese momento, comienza su carrera como grupo y define un estilo propio, en el que la danza y la música forman parte de su idiosincrasia.
Sin aspavientos pero con contundencia, estos nuevos intérpretes demuestran con entusiasmo que no solo son el futuro de un oficio tan bello como incierto, sino que ya son el presente. Reclaman su sitio en la profesión con trabajos arriesgados en los que un decorado barroco puede alojar la escena más futurista que uno haya podido imaginar. Sus creaciones no son ajenas a la realidad que les rodea, al desamparo, a la falta de oportunidades, a la desigualdad, a la reivindicación, al deseo de una sociedad más justa. "Pensamos que el arte no tiene condiciones, ni reparos, ni sexo, ni edad, ni siglo de pertenencia. Trabajamos para que el arte y la cultura de nuestra ciudad se mantenga digna, firme, unida. Para que nuestro corazón siga latiendo de la mejor manera que podamos inventar y definir sobre las tablas", asegura Pedro Güido, uno de los impulsores del proyecto.
La Cuerda es honestidad y verdadera pasión por lo que hacen, a pesar de los reveses que da la vida. Sus propuestas son renovadoras, un soplo de aire fresco a la parálisis y uniformidad de las reglas impuestas. Producciones como Quijhostia, La fuga o El vuelo dan fe de ello. Pero la compañía va más allá de los escenarios. También tiene un espacio para la formación de niños y mayores. "En nuestros cursos intentamos descubrir y trabajar los conceptos más básicos y necesarios que el actor debe tener en cuenta a la hora de subirse a un escenario, aprendiendo a dominar los principales elementos del juego teatral y la interpretación ante la cámara; el movimiento, la voz, las marcas de cámara, la presencia escénica o la improvisación. En definitiva, los preparamos para transmitir emociones, para crear personajes e historias, para interpretar", sostiene Pedro Güido. A todo esto se suma su apuesta por el teatro educativo o las guías teatralizadas, por ejemplo, al conjunto arqueológico de Cástulo.
La Cuerda pondrá en escena, el próximo 26 de enero, en el Teatro Cervantes, su nueva obra, El Futuro, de Francisco Javier Ceacero.
UNA FAMILIA
Una familia, con sus avenencias y sus desencuentros, como cualquier familia que se precie. Así es el Grupo Teatral de la Asociación Vecinal Estación de Almería que toma el relevo del creado en el Centro de Adultos Paulo Freire, uno de los pioneros de la escena amateur linarense.
Al frente de este "grupo humano" está Juan Francisco Rodríguez, director, escritor, dramaturgo, actor... Todo un todoterreno que ha conseguido transmitir la pasión por la interpretación a personas de cualquier edad, condición y sexo. "Cuando empezamos, la gran mayoría de sus miembros, éramos espectadores avezados de la vida y, por tanto, de las obras de teatro que en ella se nos ofrecen. Ahora, después de diez años, más para algunos, de experiencia teatral, podemos afirmar que seguimos con la misma ilusión del primer día, pero con el bagaje acumulado de éxitos y fracasos y con la confianza que nos da sentirnos un grupo cohesionado, una familia que crece cada día", explica Juan Francisco Rodríguez.
En esta década de ensayos y funciones, la compañía se ha ganado un nombre y un respeto entre los colectivos. Es un ente vivo y en continuo movimiento. Esa actividad ha servido de polo de atracción para muchas personas que han encontrado en el teatro, además de una posible válvula de escape, un lugar en el que sentirse plenas. "Es curioso comprobar cómo personas que jamás se habían planteado interpretar sobre un escenario, llegado un momento concreto de su vida, como una jubilación, un cambio de ciudad, una experiencia emocional o la simple necesidad de expresar sentimientos o emociones, que siempre ha llevado dentro y que antes no supo canalizar, las han llevado a formar parte de nuestro grupo", relata el director.
Compuesto en la actualidad por doce personas, el Grupo Teatral de la Asociación Vecinal Estación de Almería se distingue por producciones propias, curradas durante horas y más horas de trabajo coral. En sus representaciones no falta el mensaje, en el que en más de una ocasión alzan la voz contra las injusticias, siempre con un toque de humor. "Nos gusta, además de hacer reír, que el público, al salir del teatro, se marche también replanteándose cuestiones de la vida, unas más cercanas, como los asuntos sociales, otras más existenciales; pero siempre hacer que la conciencia crítica, que cada ser humano debe llevar en sus genes, aflore ante nuestros espectáculos", señala.
Entre sus obras más singulares destacan 'Una familia de mujeres', 'La sala de espera', 'Hotel con encanto', 'La diva', 'El abuelo' o 'Hipnosis regresiva'. Todas ellas con éxito de público y crítica. Sin olvidar su función social: salpicadas en diferentes barrios y municipios de la provincia, que han funcionado como agentes de divulgación teatral allí donde la política cultural no ha sabido llegar. Actores a los que hemos podido ver en escenarios muy variados y variopintos como las casas de la Cultura de Castellar o Guarromán, los auditorios de Maracena o Mengíbar, la Capilla del Hospital de Los Marqueses (Linares) y los teatros el Carlos III, de La Carolina, Sabiote, Martínez Montañés, de Alcalá la Real, etcétera.
En estos momentos última la puesta en escena de su última creación: 'De malas y de malos', que estrenará el 12 enero en el Teatro Cervantes, dentro de la programación de las Jornadas Vicente del Moral. Esa tarde, como en todas, al acabar la función, repetirán una y otra vez: "Sin ustedes, los espectadores, el teatro no sería posible".
DEL CÉSPED AL ESCENARIO
Hablar de Enrique García Torres (Morón de la Frontera, Sevilla, 1979) son palabras mayores. La historia del Linares no se puede entender sin los goles de uno de los delanteros más elegantes que han vestido la elástica azulilla. Creció en el seno de una familia humilde y donde el balón era el centro de atención de los jóvenes del pueblo. Pronto destacó y sus remates desde todos los ángulos posibles llamaron la atención del Sevilla FC, al que llegó con la ilusión de un niño y del que salió después de debutar en Primera División con dirección a la que hoy es su casa. Torres era un futbolista diferente, no respondía al paradigma de jugador clásico alejado de otras artes que no fuera el mundo de la pelota. Al ariete le gustaba leer, curiosear. Hombre de pocas palabras, siempre le atrajo la cultura en una Linares de toreros, cantaores y folklore, propia de la Andalucía de la época.
En sus cinco temporadas en el club minero vivió tardes de gloria y de decepción, pero siempre se rigió por la profesionalidad y el amor a unos colores que trasladó desde la cuna a sus dos hijos. Uno de ellos, Antonio José fue, más tarde, jugador y entrenador de la etapa más gloriosa de la entidad de dos décadas a esta parte. En la actualidad dirige el banquillo del CD Torreperogil.
Esa inquietud intelectual le llevó a experimentar con el teatro, pero no solo desde el punto de vista interpretativo, sino también creativo. De su puño y letra han salido algunas de las mejores obras que se recuerdan en la ciudad. En 2001, junto con otros compañeros de la Peña Los Críticos, una de las más longevas del Linares, fundó el grupo de teatro. De aquella hornada, solo quedan él y Antonio Tirado. La plantilla se ha ido renovando con el mismo espíritu y filosofia: pasarlo bien y disfrutar de una afición común.
'Don Juan Tenorio', 'La venganza de Don Mendo', 'Los Figurantes', '¿Porqué mean de dos en dos?', 'Ganas de reñir' o 'Novios por Internet' son adaptaciones y obras originales que han salido de la mente inquieta de Torres, a las que se suman 'Sal del armario que no duele' y 'Manos arriba, esto es un atraco'. Su prolifica carrera como director tiene también un transfondo reividicativo y social. "Tratamos de denunciar todas aquellas barbaridades que se cometen de una manera o de otra siempre con la finalidad de hacer reír al público, cosa que de momento creemos que se está consiguiendo", dice el que es uno de los ídolos del linarensismo, quien no para de trabajar en nuevos proyectos, como 'Que bonito es llegar a viejo, ¿o no?', que se estrenará el próximo 2 de marzo, en la clausura de esta edición de las Jornadas Vicente del Moral.
Todas las representaciones de Los Críticos tienen fines solidarios y benéficos, lo que aporta un plus de honradez a la labor de este grupo de linarenses realiza.
Otras compañías participantes en el festival, que organiza el Ayuntamiento, serán Teatro La Cabria, de la parroquia San José, Lapsus de Talia, Grupo Cómico Pimpinela del Centro de Día, Bambalina, Teatro DECS, Grupo de Teatro LDT, Teatro Alteernativas, Taller de Teatro Elfos, también del Centro de Día, Asociación Menos es Más y Grupo Vera Cruz.
Por fortuna, el teatro aficionado en Linares goza de una excelente salud, a pesar de las estrecheces y de contar con pocas ayudas de las administraciones. Esto no impide, sin embargo, que sigan difundiendo la cultura y disfrutando sobre los escenarios caracterizándose de Romeo, de animales que hablan o de caballeros de otra época.
En las maletas de todos ellos, miles de anécdotas y, sobre todo, ilusión.
Fotos: La Cuerda, Miguel López y Enrique García Torres
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