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Temporero, el jugador que más apuesta en campaña

Por Fran Cano - Febrero 07, 2017
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Temporero, el jugador que más apuesta en campaña
La campaña oleícola propicia también que los temporeros dinamicen el negocio del juego.

La tragaperras aguanta el envite de la tecnología y es, con las apuestas estatales, el juego con más usuarios temporeros

—Cámbiame esto por monedas —pide un inmigrante africano al dueño de un bar jiennense.

El billete puede ser de 10, de 20 o de 50 euros. Depende del día. Depende del jugador. Es invierno, plena temporada oleícola. Hay un común denominador en estos jugadores de las tardes y las noches, con la faena atrás: no fallan a su cita con la tragaperras.

Son muchos los que llegan a Jaén de otra tierra. Incluso de otro continente. El objetivo, sumar jornales en el olivar para aumentar su renta. Son los temporeros, también buscadores de la fortuna: un perfil de jugador que apuesta —y bastante— en loterías estatales y en las tragaperras para cambiar su suerte. Protagonistas del aumento de la recaudación durante la campaña de las empresas del sector del juego.

La proporcionalidad es lógica: más gente, más actividad, más recaudación. “Existen lo que se llaman los bares de temporada. En la costa es el verano; en el interior, el invierno”, explican desde la Asociación Provincial de Operadores de Máquinas Recreativas. Lo que no es tan racional es que parte de quienes generan el volumen del negocio son los que menos recursos tienen; personas que están de pasada, sin vivienda propia en Jaén. “Bueno, cuando la gente necesita dinero, juega más. Es muy sencillo comprobarlo en los bares: los que menos tienen invierten en la lotería del Estado. Y en cuanto a los inmigrantes, son los más necesitados, los que más apuestan”, explica un empleado de una empresa del juego. Él es de la Sierra Sur.

LA TECNOLOGÍA NO PUEDE CON LA TRAGAPERRAS

Internet y las aplicaciones móviles han disparado la oferta de apuestas on-line. Todo un nicho de potenciales usuarios. Sin embargo, hay un aparato que vence a la modernidad: la tragaperras. “Es lo que más engancha. Porque el tiempo que pasa entre que apuestas y recibes el premio es muy corto. Están diseñadas para eso”, explica María Dolores Guerrero, trabajadora social de la Asociación de Ludopatas Jiennenses En Rehabilitación (Alujer). “Eres tú el que juega contra la máquina, ‘in situ’. Pronto habrá máquinas físicas de apuestas en los bares. En Valencia ya están autorizadas”, explica el empleado del juego en la Sierra Sur. LaContracrónica también ha contactado con un empresario hostelero. Ha ahorrado en un mes cerca de 800 euros solo con la máquina tragaperras que tiene en su establecimiento. Vive en un pueblo con menos de 2.000 habitantes.

Guerrero no tiene datos acerca de si hay un perfil de jugador que calque las condiciones del temporero. Pero sí tiene constancia de que hay salones de juego con clientela extranjera. Por ejemplo, cerca de la Estación de Autobuses de la capital. La Alujer trata ahora, aproximadamente, a 160 personas. “Hemos ayudado a  marroquíes y senegaleses”, confirma.

¿Siempre aumenta el número de jugadores en la época de la aceituna? “Es como la paga extra. Si hay más en el bolsillo, más se gasta”, concluye. Las percepciones de hosteleros y los datos de los colectivos apuntan a una dirección: parte del dinero que los foráneos ganan en el campo entra, moneda a moneda, en las máquinas con luces.

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