Tragedia Live

Las personas que graban el horror con sus móviles en lugar de ayudar demuestran que el periodismo ciudadano es una falacia

Hubo quien creyó que con el último iPhone o el mejor Galaxy en la mano se convertiría en un fotoperiodista. En un reportero de calle capaz de retratar cualquier escena sólo con desenfundar el móvil. Periodismo ciudadano, oí entonces, y me eché a temblar. Así que sin formación, sin cultura de prensa, sin deontología, cualquiera iba a ser periodista. La camarita móvil, el flash y listo. A mí me enseñaron —y aprendí más tarde— otra cosa.

El yihadismo acaba de sacudir la ciudad más bella de España, y al poco del ataque ya nos llegaban al WhatsApp vídeos 'ciudadanos' con cuerpos tendidos en La Rambla, pitos de sirena, gritos de agentes de seguridad y sangre derramada. Todo esto comentado con una voz 'ciudadana':

—¡Joder, tío!

Lo primero que hicieron las autoridades tras conocer el ataque fue pedir cautela: nada de datos falsos; busquen las fuentes oficiales. Nada de imágenes violentas; ayuden a los heridos. Y ellos, los neoperiodistas de smartphone, interpretaron la situación de otra manera: pulsaron rec y nutrieron ya no sólo a su círculo de consumo, también a los informativos de la televisión.

Sí, podemos discutir algunos títulares de la tele, algunos enfoques y alguna que otra exclusiva, como esa de "tenemos el vídeo donde se ve la furgoneta". El periodismo profesional derrapa a veces en situaciones tan delicadas y se deja llevar por el clic de lo viral y la imagen del espectáculo. Está bien señalarle los borrones.

Pero hubo otros, vamos a llamarlos reporteros, que salieron a la calle, ciegos en busca de luz para contar las cosas, no para vomitarlas en malos vídeos en vertical.

Por ellos, por los ciegos que trabajan y acumulan datos en el lugar de los hechos, hoy podemos saber un poco más de la tragedia en Barcelona. El resto, el 'ciudadano', demostró bajeza. Humana. Su streaming de tragedia no es un género periodístico; es una frivolidad. Un asco.