UNA TRASHUMANCIA A PRECIO DE ORO
Los apicultores de abejas se preparan para trasladar sus colmenas en busca de la floración de especies vegetales que se da en diferentes puntos del país. Este año, será la "más cara de la historia"
El término trashumancia se asocia inmediatamente con ovejas y cabras. Famosas son las estampas de ganadores guiando a sus rebaños en busca de mejores pastos con los que alimentarse. Sin embargo, existe otra desconocida, como es la de las abejas. Los apicultores trasladan sus colmenas persiguiendo la floración y lo hacen desempeñando una labor medioambiental pocas veces reconocida.
Y es que las abejas desempeñan un papel fundamental en la polinización de los cultivos agrícolas, amén de la conservación del medio ambiente. Como actividad ganadera en Andalucía, su cría permite la obtención de diversos productos como la miel, cera, polen, jalea real... Sobre la base del Registro de Explotaciones Apícolas en España, en el mes de abril de 2021 se contabilizaban 3.049.065 colmenas, lo que supone un ligero descenso del 1,7% respecto al 2020. De éstas, el 80% pertenecen a apicultores profesionales.
En el conjunto de Andalucía hay unas 630.000 colmenas, el 15,6% del censo nacional. Hay explotaciones apícolas en 488 de los 777 pueblos andaluces. Su peso es del 25% de la producción nacional. Dentro de la comunidad autónoma andaluza, el peso de Jaén en el sector es medio, por detrás de provincias con mayor actividad como son Sevilla y Almería. Sin embargo, el mar de olivos tiene la particularidad de sus sierras y produce una miel de romero de alta calidad. Y es que no hay que olvidar que el Parque Natural Sierra de Andújar es un gran productor.
En Jaén existen unas 38.000 colmenas, de las que aproximadamente 21.000 se encuentran en la zona de la comarca de Andújar. En ellas trabajan unos 175 apicultores. En una campaña media baja como la de 2019 se obtienen unas 380 toneladas de miel, a una media de unos diez kilos por colmena. Como tantos y tantos otros sectores, esta temporada se enfrentan a unos problemas extras que no esperaban.
EL AUMENTO DE PRECIOS
Una vez acabada la temporada de recolección de polen y miel en las zonas de flora más tempranas como son la mitad Sur y el Levante, miles de apicultores se encargan de la supervivencia y cuidado de sus colmenas moviéndolas a zonas de primaveras más tardías de la mitad norte. Comenzará la que ya ha sido bautizada como la campaña trashumancia más cara de la historia.
Para hacerse una idea, el vertiginoso aumento de los precios del gasóleo ha duplicado el coste de desplazamiento, de manera que una explotación media de 500 colmenas han pasado de tener de unos gastos en transporte de 5.200 euros a superar los 10.000. Tal es la situación que los apicultores acumulan un sobrecoste de 20.000 euros durante la presente campaña. A la subida de los precios del gasóleo, se suma el coste del suplemento alimenticio de las abejas ante la escasa floración por sequía, de los meses anteriores. Así se determina en un estudio realizado por los Servicios Técnicos de COAG.
Se ha pasado de un coste medio de alimentación de 4 euros por colmena a 19 euros en la actual campaña. Sin hablamos de una explotación media en España (500 colmenas), el coste total de alimentación de las abejas ha pasado de los 2.000 euros a 9.500.
Pedro Loscertales, responsable del sector de COAG, advierte: "No sólo está en juego la viabilidad económica de las explotaciones profesionales. Los precios disparatados del gasóleo reducirán los desplazamientos y por tanto la trashumancia apícola". ¿Cuál es la consecuencia? Dificultará el mantenimiento de la biodiversidad y la correcta polinización de muchos cultivos en aquellos ecosistemas que recibían por estas fechas los asentamientos de miles de colmenas y abejas melíferas. Y es que la polinización apícola para la agricultura es 20 veces el valor de la producción de la colmena.
EN PRIMERA PERSONA
Tomás Torralba (Andújar 1973) es apicultor, además de responsable del sector en COAG Jaén. Tiene entre 700 y 800 colmenas, lo que se consideraría una explotación media. Mientras se entrevista con Lacontradejaén sonríe porque llueve de fondo. Eso ayuda a que la campaña sea buena, aunque lo cierto es que son muy difíciles de predecir.
—De momento ha llovido, que no es poco. Aunque esto es un sofocón detrás de otro, porque ahora el problema lo tenemos con el precio del combustible, que nos hace tener una trashumancia a precio de oro.
El iliturgitano relata las dificultades con las que se topan día tras día para desarrollar una actividad para la que no tienen coches eléctricos y que requiere de un desembolso en gasolina muy importante.
El mes que viene emprenderá el camino en busca de las zonas más altas. Acudirá en busca de otras plantaciones como el girasol o el eucalipto. Para ello, trasladará sus colmenas a la zona de la campiña cordobesa y no se aventura a calcular el sobrecoste que tendrá con el incremento de los insumos. Y es que todo se ha encarecido.
—El alimento ha subido un poco este año, aunque nos ha pillado ya al final de la campaña. Lo cierto es que hemos tenido que alimentar más de la cuenta y cuando verdaderamente lo notaremos será en la próxima temporada.
LA MIEL DE CHINA
Una espátula, unos guantes, las bombonas para extraer la cera... Tomás Torralba no es capaz de enumerar un producto que requiera y que no se haya encarecido. ¿Se traduce en el precio final? Los apicultores lo tienen cada vez más difícil. Además de tener menores floraciones, combatir a la varroa y minimizar la trashumancia por el aumento de los costes de los combustibles, deben soportar la competencia de miel china, etiquetada como comunitaria.
La normativa europea establece la obligación de indicar el origen, pero permite fórmulas poco concretas, como “mezcla de mieles procedentes de la Unión Europea y de fuera”, que no ofrecen al consumidor la información que busca. En diciembre de 2020 entró en vigor en España una norma nacional que establece la obligatoriedad de indicar los países concretos de origen en todas las que se envasen en España. Tanto COAG como la OCU han denunciado que miel china es comercializada en España como nacional con amparo legal del Gobierno y la UE.
Un problema añadido para un sector pocas veces reconocido pero con un papel esencial para la biodiversidad.
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