La Glorieta suspira ya por recibir a la Reina de los Ángeles

La Virgen de la Prohermandad de la Lanzada será entronizada mañana sábado en su nueva sede canónica de la Inmaculada y San Pedro Pascual

Ojalá hubiera sido por la lluvia, porque su traslado podría haberse pospuesto a otra jornada, como ocurrió con la procesión de El Abuelo en 1928 y nadie se rasgó las vestiduras por ir tras de él el Sábado Santo. Ojalá pero no, ha sido el atosigante flagelo del coronavirus el que ha impedido al Grupo Parroquial de la Sagrada Lanzada llevar a su Señora en andas a su nueva casa de La Glorieta.

Sí, el Viernes de Dolores era el día previsto, el momento histórico para sacar de San Eufrasio a la Reina de los Ángeles y, entre lágrimas de nostalgia después de tanto tiempo en el coqueto templo alcantarillero, trasladarla a La Inmaculada y San Pedro Pascual para empezar un nuevo camino de la mano de un barrio cofrade que aguarda con impaciencia la llegada de la Virgen de la que un día será hermandad, del colectivo que se convertirá en embajador de 'la Gloria' por las calles de Jaén:

"La gente del barrio no deja de preguntar cuándo va a llegar, tienen muchas ganas, dicen que el barrio la necesita, y nosotros estamos muy ilusionados. Nos da pena dejar San Eufrasio, porque hemos estado allí desde 2011, pero estamos muy contentos con esta nueva etapa", asegura María Montes, máxima responsable cofrade del colectivo. Si habrá ansias de recibirla que ya cuentan con "los primeros cuatro cofrades del barrio". Ahí quedó, diría un capataz sevillano (los fabricanos jiennenses amaron siempre el silencio, la contención).

Mañana sábado, entonces, será un día de esos que ningún amante de la Semana Santa de aquí que se precie querrá perderse, una jornada histórica con todas las letras. Cuando amanezca, la Dolorosa salida de la gubia del tosiriano Tirao Carpio reinará sobre "un pequeño altar" habilitado para la ocasión, desde el que recibirá la veneración de los fieles a partir de las seis y media de esa tarde, adelanta la vicepresidenta del grupo.

Corona franciscana, eucaristía oficiada por los sacerdotes del templo (acompañados del párroco de San Eufrasio)... Para un instante tan señalado, una cinturilla, el tul de su tocado y un broche donado a la Madre de Dios serán los estrenos de su ajuar. Verla así, allí, recién recibidas las 'llaves' de su nuevo hogar, debe de ser para morirse de emoción. Los pañuelos de ese día darán fe. 

Un día después, el domingo, María será conducida amorosamente a su flamante capilla, que con hospitalidad cristiana le ha cedido la parroquia y en cuya dignificación ha echado el resto la prohermandad; bueno, en la capilla y en todo aquello que lo necesitaba, que el grupo se ha esmerado en que ni un grafiti ni un mínimo desconchón hieran el gesto exterior de la iglesia donde recibirá culto la Virgen desde ahora.

¡Lástima que La Inmaculada y San Pedro Pascual no puedan ponerse a rebosar de gente, por culpa del inoportuno Covid-19, porque si no fuera por sus ganas de muerte allí no cabría un alma! Qué se le va a hacer. Empieza otra época para la Lanzada, la que la convertirá en "cofradía de barrio", como desea María Montes. A ella, con los suyos, le tocará bajar desde la Gloria para hacer más hermosa (pero que mucho más hermosa) la Pasión.