TU SANGRE ES MI VIDA
Basta un pinchazo, media hora de desconexión y es posible salvar vidas. En el Día Mundial del Donante de Sangre hablamos con aquellos que creen que este gesto altruista y solidario debe ser casi una obligación
Abre y cierra la mano de forma intermitente y de manera inconsciente. Ni se da cuenta mientras permanece tumbado y ve pasar enfermeros, médicos y gente alrededor. Muchos de ellos son políticos, la mayoría en su misma tesitura. Fuera hay una larga cola. A Juan Pablo Rodríguez le queda poco para terminar. Cuando le quitan la aguja y le van a poner la tirita bromea con la enfermera.
—Esta vez no me pilláis, vengo depilado. Esto es lo peor.
No es la primera vez que este jiennense se relaja en una camilla, desconecta del complicado día a día de un autónomo y regala vida. Esta vez lo ha hecho con motivo de la campaña extraordinaria del Día Mundial del Donante de Sangre, pero su conciencia va mucho más allá. Él está entre las 9.085 donaciones de sangre, 774 de plasma y 39 de plaquetas realizadas hasta el 31 de mayo. Esto supone un incremento con respecto a las registradas durante el mismo período de 2018. Pero a Juan Pablo Rodríguez las cifras le son ajenas.
—Soy un donante habitual. La sangre es necesaria para mucha gente y no cuesta esfuerzo alguno. Pudiendo hacer algo que es altruista y dando beneficio, por qué no hacerlo.
Efectivamente no cuesta mucho y hasta llegar al día de hoy, científicos se han dejado la piel para lograrlo. Fue en 1667 cuando Jean Baptiste Denis, en Francia, y Richard Lower, en Inglaterra, documentaron la realización de transfusiones de animales a humanos. Los malos resultados ocasionaron su prohibición. En 1818 el obstetra británico James Blundell practicó las primeras con éxito. Fue para tratar hemorragias postparto. Pasó un siglo y en 1921 se creó el primer banco de donantes tal y como hoy lo entendemos. Sirvió para solventar los problemas de abastecimiento la Cruz Roja de Londres. En España, la Guerra Civil hizo de la necesidad virtud de la mano del doctor Elósegui. Y desde entonces hasta hoy la solidaridad no ha dejado de crecer y Jaén tiene a gala ser de las provincias más altruistas.
—La generosidad de los jiennenses no solo ha permitido a los hospitales de Jaén autoabastecerse para su actividad médica y quirúrgica, sino que incluso se han enviado concentrados de hematíes, de plaquetas y de plasma a otras provincias.
Los datos los aporta la viceconsejera de Salud, Catalina García, mientras observa cómo la delegada de Salud, Trinidad Rus; la de Turismo y Justicia, Raquel Morales, y el director general de Gestión Económica y Servicios del Servicio Andaluz de Salud, José Antonio Miranda, se suman a la campaña altruista. Con ellos está María del Monte Trujillo. Es responsable del Centro de Transfusión Sanguínea.
—Jaén es una de las provincias más solidarias.
Lo reconoce con orgullo recordando siempre la premisa esencial: la sangre no se puede fabricar. Por eso es tan importante el gesto altruista de miles de personas. Estos actos solidarios son gestionados por el centro y se apoyan en la colaboración desinteresada de las asociaciones-hermandades de sangre de la provincia. Antonio Marchal es presidente de la de Jaén.
—En comparación con otras provincias nos sentimos especialmente orgullosos de poder conseguir que nuestros hospitales sean autosuficientes y cuando hay necesidades en otros que tienen más demanda por su envergadura y por número de población, ahí estamos los jiennenses para ayudarlos.
El Centro de Transfusiones es el encargado de promover la solidaridad, efectuar las extracciones, procesarlas y distribuirlas entre los hospitales de la provincia. Junto a las donaciones de sangre, se han elaborado también otros productos como los sueros autólogos, 443 en lo que va de año, y 492 infiltraciones de plasma rico en plaquetas para pacientes de Unidad del dolor, Óftalmología, Traumatología y Atención Primaria. Y es que se da la circunstancia que ser donante de sangre es una puerta a la concienciación.
—Ser donantes de sangre es una puerta para ser solidario en otros ámbitos. En las campañas que hacemos en los centros escolares, donde ya se trabaja desde Primaria, lo saben bien, donar te hace ser mucho más solidario en otros campos, te despierta para otros ámbitos de la vida.
María del Monte Trujillo es tan consciente de esta realidad que lo ve como algo normal. Es el caso de Alejandra Mckelligan. Mexicana afincada en Cambil, fue allá por 2004, cuando residía en Barcelona, cuando le pusieron la primera aguja.
—Me acuerdo que había una furgoneta en la Plaza Cataluña. Iba con una amiga y decidimos hacer algo bueno en la vida. Nos pidieron los datos, me llegó un informe a casa con mi estado de salud y desde entonces dono de forma habitual, cada tres meses aproximadamente, siempre que no esté de viaje.
Ella sabe muy bien cuán importante es este gesto. A su madre la operaron del corazón en México y necesitó de una esas transfusiones.
—No le pude dar mi sangre porque no era compatible.
Recuerda aquella frustración. Además, en la intervención también hubo problemas de plasma por el tipo de operación y ver lo necesario que es ser solidario y ayudar a los demás le concienció más todavía. Por eso, hoy es donante de plasma, de médula y de órganos.
—No cuesta nada y me parece que es casi una obligación. Porque con nuestra sangre, que se acaba regenerando, podemos salvar vidas, además de que nos hacen sentir mejor persona.
Con gestos como el suyo, desde la capital ha sido posible distribuir a otros hospitales de provincia 7.058 concentrados de hematíes y dar cobertura a otros centros de la comunidad autónoma con 1.699. Igualmente se ha disminuido la tasa de distribución a los centros hospitalarios de Jaén en un 4%, gracias al Programa de Ahorro de Sangre, una gestión personalizada de la sangre del paciente que se va a operar, que se realiza en la capital desde hace muchos años.
En 1994, en su primer año de carrera, Víctor Figueroa decidió regalar su sangre. Solo tenía 18 años. Una charla en la Universidad de Jaén fue la que consiguió despertar la conciencia en él. Le informaron sobre la donación de médula ósea y acudió a hacerse el tipaje para formar parte de la red mundial de donantes.
—Todavía no he donado médula ósea porque no me lo han requerido, pero ojalá me llamen algún día y me digan que es compatible con la de un paciente que lo necesite en cualquier parte del Planeta, y estaré encantado de recibir ese regalo que la vida me quiera deparar. Ojalá.
Lleva 25 años esperando y no pierde la esperanza. Mientras tanto, es donante de sangre y serlo le hace sentir realizado porque ayuda a gente que lo necesita. Mientras realiza la entrevista con Lacontradejaén recuerda que la última vez fue a primeros de año y que "ya le va tocando". En su caso tiene un problema añadido que no le ha frenado.
—Tengo glóbulos rojos muy pequeños y aunque en número están bien en tamaño es pequeño y eso hace que mi hemoglobina esté baja. A veces voy a donar y no puedo y por eso me recomiendan que en lugar de hacerlo cuatro veces al año sea una vez solo. Pero intento hacerlo al menos dos o tres.
Víctor Figueroa es, además, voluntario del Centro de Transfusión Sanguínea de Jaén. Su trabajo consiste en la información y difusión, sobre todo de la ubicación de las unidades móviles para que la gente sepa dónde puede acercarse. Es una de las grandes labores que también desarrolla la Hermandad de Donantes, presidida por Antonio Marchal.
—Nuestra labor es tan sencilla como informar a la gente de dónde puede donar y animarlos a que lo hagan. Lo hacemos mucho con cartelería pero cada vez más a través de las redes sociales.
Con el lema de este año, “Sangre segura para todos”, la Organización Mundial de la Salud quiere rendir homenaje a los donantes habituales, esas personas que regalan regularmente, para garantizan la calidad, seguridad y disponibilidad de la sangre, además de estimular el bien social que supone donar que contribuye a crear lazos entre personas de una comunidad. Para abastecer las necesidades de Andalucía son necesarias unas 40 donaciones por cada 1.000 habitantes y año. Es imprescindible para operaciones y urgencias, además de que caduca y no se puede almacenar, de ahí la importancia de este gesto.
Tanto Víctor, como Alejandra y como Juan Pablo inciden en un aspecto muy simple pero esencial. El día menos esperado un amigo, un familiar o uno mismo puede necesitar sangre, ¿por qué no poner un granito de arena y ayudar a quien lo requiere? Los tres consideran que debe ser una rutina inculcada en la ciudadanía, que salga de uno mismo sin esperar que alguien te convenza o una campaña mediática porque algún paciente lo requiera. Porque con un pinchazo, media hora y un poco de paciencia, tu sangre puede salvar mi vida.
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