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"Soy una enamorada de los paisajes de mi tierra"

Por Javier Cano - Diciembre 10, 2019
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Lleva toda la vida dedicada a la docencia, pero la potencia de su creatividad trasciende las paredes de un aula. Marteña insobornable, la pintora Tusti de Toro concibe el arte como un idioma cuyas palabras suenan a imaginación y a recuerdo, en una suerte de sugestiva propuesta que persigue la mirada del espectador para que sea este el que complete la obra con su propia visión. Quienes quieran adentrarse en el mundo personalísimo de esta enamorada de su tierra y sus paisajes, de esta embajadora del mar de olivos allá por donde va, no tienen más que pasarse por la sala de exposiciones del Antiguo Banco de España, en la capital de la provincia, donde hasta el próximo 27 de diciembre comparte La vida secreta del color con los jiennenses.

—¿Qué supone esta exposición en la trayectoria artística de Tusti de Toro?

—Mis exposiciones siempre han sido colaboraciones de manera colectiva; la primera individual fue el año pasado en Martos, porque me pareció que me tocaba, que tenía que dar un paso. Trabajos tengo muchos, y además tengo proyectos, así que creo que tal y como estan las cosas voy a seguir, sobre todo porque sepan quién soy yo, no puede ser una cosa de puertas para adentro. Pienso que este paso era necesario y el año pasado ya lo hice en la Casa de la Cultura de Martos.

—¿Se refiere a la muestra que inauguró con motivo del Día Internacional de la Mujer?

—Sí. La llamé Una habitacion propia. Siempre pongo algún libro que me sugiere algo, y con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, como yo me he dedicado a la docencia, también pinto... Decía Virginia Woolf que las mujeres tenemos muchas obligaciones, y me dije: 'Voy a coger el testigo de Virginia Woolf y voy a decir que las mujeres también tienen que estar presentes, me voy a decidir'. Y ese día, el 8 de marzo, fue mi primera exposición.

—La vida secreta del color tiene poco que ver con aquella primera muestra...

—Sí, yo tengo un proceso ahora, un proyecto, que son paisajes urbanos. La primera era de cosas que ya tenía, pero ahora voy un poco más lejos en el proyecto de los paisajes urbanos, de las ciudades. Es distinta.

—También parte de la lectura de algún libro, ¿verdad?

—De uno de Kassia St. Clair que habla del color. A mí me encanta, lo tengo en la cabecera de mi cama. En él habla de todos los colores que hay en la historia, de todas las tonalidades. Como yo tengo un estilo colorista me pareció que venía muy bien. Además es 'secreta', y como lo que yo necesito de alguna manera es que me conozcan, pues me pareció muy bonito. 

—¿Qué encuentran en las paredes del edificio de Moneo quienes vean su última propuesta?

—Se divide en tres partes: las ilustraciones de la revista Aldaba, que hago con collage y en la que participio desde el numero 0, ¡y llevan ya una barbaridad! La temática es diversa, porque según el texto de los escritores, me ciño a ese tema que me dan, dentro de mi estilo. Luego hay un cuento, ¡Qué cuento tiene Tuna!, que es para niños de tres a cinco años, con letra de cartilla, para que ellos tengan un contacto primero con el aceite y la aceituna de manera divertida y que lo conozcan un poco.

—Y los paisajes...

—Esa es la parte más importante, la de los paisajes urbanos; muy personal, con un estilo muy interior.

—¿A qué responde su visión de las ciudades?

—Entiendo las ciudades como algo que puede contener de todo: nostalgia, un recuerdo, puede tener gente, y también mucho de la persona. Es una manera de compartir a través de las imágenes. Sobre todo de lo real, pero también de lo imaginado, teniendo en cuenta lo que son el ser y su tiempo.

—¿Lanza usted algún mensaje con estas obras?

—Ahora me lo preguntan y yo pienso que sí, que hay un mensaje. Cuando era chica, con siete años, hice un cuadro y no sabía de qué pintora era: Sonia Delaunay. Ahora me siento totalmente identificada con esta pintora, que era además diseñadora, una mujer muy versátil.

—¿Qué la hace reconocerse en los postulados artísticos de Delaunay?

—Ella decía que el color es la piel del mundo. Y yo no es que adopte su lenguaje, pero me encanta ir de la mano de artistas, de pintoras, lo que está bien hecho me gusta todo. No lo vanguardista, lo moderno solamente, sino todo. eY el color es la parte que yo más domino, con lo que mejor me defiendo.

—¿Un mensaje positivo, colorista, entonces?

—Pues puede ser que sí que sea en positivo; nunca he renunciado a mis raíces, me gusta mi pueblo, mi ciudad, yo soy feliz, y eso se nota. Luego, cuando pinto, imagino cosas, dentro de ese lenguaje particular que tengo. Es un estilo muy personal. Cuando vas por la carretera a Jaén, o a otro lado, y con tu coche pasas y ves una montaña, un llano..., eso me llama muchísimo la atención, cómo se funde. Ojalá se vea de forma positiva, porque con lo que hay armado ya tenemos bastante.

—¿Pinta a partir de la realidad o se basa en imágenes, en fotografías?

—Mi proceso parte de la realidad, de una imagen que he visto y me ha gustado, de una impresión.

—¿Es usted una pintora neoimpresionista, entonces?

—Tanto como impresionista, no; eso es una técnica. Lo mío es más un estilo coloristo, interpretar... Interpreto igual imágenes que recuerdos. La impresion es solo una tecnica, pinceladas... 

—¿Qué grado de compromiso social presenta en esta nueva exposición?

—Yo pienso que una persona tiene que aportar a la sociedad las cosas que pueda. De la creatividad, de la cultura tenemos que hacer copartícipes a los demás. Quizá sea necesario que la gente vea otra tipo de cosas, lo que tú aportas. Estamos muy cuadriculados.

—Y la visión del espectador, ¿cómo le influye?

—Como yo lo que hago es interpretar, doy un camino para que la gente imagine e interprete también lo que se les ocurra. Es, de alguna manera, un punto de encuentro. Me han dicho ahora esta frase: 'Recuerdos que visten de color la huella de una ciudad'. Muchas veces tomo impresiones, los recuerdos no son objetivos, todo es muy subjetivo. Yo le diría a la gente que esa es mi manera de ver las cosas. 

—Le resulta enriquecedora...

—Hay gente que me ayuda a la hora de exponer, y hemos hecho una especie de documental muy cortito sobre la mirada del artista y la mirada del espectador. Cuando tú contemplas una obra no tienes por qué tener el mismo punto de vista, pero todo se enriquece. Cuando una persona ve una obra puede tener una visión distinta, y ese prisma, esa multiplicidad de formas puede enriquecer la visión. 

—Habla usted constantemente de los paisajes de Martos como Neruda lo hacía de su Chile natal, o Alberti del Puerto de Santa María, por poner un par de ejemplos.

—Soy una enamorada de mi tierra, de lo que me ofrecen sus paisajes. No me olvido de mis tradiciones, de mis raíces. Yo vivo aquí feliz, si tengo que ir a exposiciones a Madrid voy, pero me encanta estar en Martos, en Jaén, soy una enamorada de todo lo que me han enseñado mis padres. Donde voy soy embajadora de mi tierra, siempre animo a la gente a que pruebe el aceite.

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