Universo Houllebecq
Tanto en la novela Serotonina como en el falso documental El secuestro de Michel Houllebecq hay expresiones de universo muy divertido, inteligente y a veces incomprensible
Michel Houllebecq (Saint-Pierre, 1956) es un señor francés cuyos libros se venden como hamburguesas y sin embargo uno no lo ubicaría, al menos mentalmente, en la sección de libros más vendidos. Houllebecq, su universo disparatado, hace pensar en un escritor diferente. He leído Serotonina y vi hace meses el falso documental El secuestro de Michel Houllebecq (Guillaume Nicloux, 2014). El tío está loco, o lo están las criaturas que inventa y el personaje que encarna en la cinta de Nicloux.
Serotonina es el relato decadente y zigzagueante de Floren-Claude Labrouste, un hombre que se acerca al medio siglo de vida en una encrucijada: el medicamento que toma le genera impotencia. El sexo está presente en el libro, pero de una manera abstracta, aunque también hay alusiones muy concretas, como la descripción que hace el narrador de un pitbull penetrando a la novia japonesa del protagonista.
Labrouste cuenta la historia sin dejar de enredarse y opinar de todo y de todos conforme avanza en materia sentimental: ofrece detalles y reflexiona con profundidad acerca de las mujeres que no terminan siendo la compañera de vida. La novela cuenta la huida del protagonista desde que descubre vídeos pornográficos de su pareja. Para huir, qué mejor que la comodidad de un hotel y tener cientos de miles de euros en el banco.
En el falso documental el surrealismo funciona: Houllebecq, interpretándose a sí mismo, es capaz de hacer buenas migas con los ladrones que lo han raptado. Termina fumando y jugando a las cartas con ellos. El tío está loco. Al autor lo acusan de provocador, reaccionario, nihilista e islamófobo. Qué sé yo. El caso es que entretiene. Y escribe de categoría.
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