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El arte de Javier Valero traspasa ventanas y balcones

Por Javier Cano - Abril 24, 2020
Compartir en X @JavierC91311858

La joven revelación jiennense de la danza comparte una patá por bulerías con sus paisanos y admiradores para hacerles más llevadero el confinamiento

Donde la calle Maestra agoniza camino de la Plaza de la Audiencia, los balcones derrochan arte que se derrama hacia ese cruce de caminos en el que el casco antiguo de Jaén se adentra hacia su corazón. Sí, el estado de alarma ha vaciado las calles hasta dejarlas como un cuadro de Hopper pero dentro, tras las fachadas, la vida es, ahora mismo, un largo y cansino ensayo para el día en que el mundo abra de par en par ventanas y balcones y vuelva a sentir la asombrada alegría de estar vivo, por decirlo con palabras de poeta: de Aquilino Duque. 

Allí pasa la cuarentena Javier Valero, al que hasta hace poco llamaban promesa de la danza quienes ya no tienen más remedio que aplaudirle como brillante realidad del baile... ¡Y es de Jaén, Jaén! El pasado sábado el programa de Canal Sur Tierra de talento, que lo ha convertido en todo un personaje, repuso la primera actuación que el jiennense firmó sobre su escenario y, hasta arriba de ánimo, decidió grabarse en su casa y regalarle a su legión de seguidores una larga pincelada, precisamente, de ese talento que destila: 

"Pensé en hacer este vídeo y publicarlo en las redes para decir que aunque estamos confinados, esto no para". Y tanto que no; ahí está, bailando 'de salón' para que en cuanto le pongan tablas bajo los tacones y la bata de cola, su baile rezume perfección: "Esto es mi vida, mi pasión, sigo esperando todos los días que Jaén me dé más, hasta que yo llegue a mis límites", confiesa.

Sin otro acompañamiento que el compás de sus palmas Valero se transfigura en cuanto pisa madera, se marca una "patá por bulerías" que pone a bailar hasta al más marmolillo y saca aplausos de los balcones aunque no sean las ocho. Si el coronavirus, feo e inoportuno como él solo, tuviera manos, dejaría de contagiar por un momento para aplaudirle. Lo mismo hasta lo hace.

Su paso por televisión, donde ha dejado una huella vivísima, le ha procurado contratos que el Covid-19 ha dejado en el aire: "Me llamaron para un programa, para un concierto en Cádiz, para La noche en blanco, aquí en Jaén; de Bormujos, para un festival, y un montón de asociaciones". La gente lo espera, quiere verlo y, con él, admirar esos monumentos efímeros que construye y demuele en un pispás sobre el escenario. Tiempo al tiempo, que esto acabará.

"Estoy muy animado, y más todavía por el arropo de la gente, no me han dejado desamparado", celebra. Sus redes sociales echan humo, con centenares de miles de visitas (¡sí, no es exageración!) cada vez que cuelga un vídeo de los suyos. Y todavía le queda tiempo y ganas para darle aliento, también, al personal: "Muchísimo ánimo, paciencia, no perdáis la rutina, ahora es cuando el arte tiene que estar más vivo, cuando se tienen que engendrar las cosas bonitas; esto es una preparación para que cuando salgamos de esta, explote todo y quede todo muchísimo más bonito, para que salgan cosas nuevas". La asombrosa alegría de estar vivo... Lo que decía Aquilino Duque.

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