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La vejez es un viaje continuo, no una estación término

Por Adriana Linde Martín - Julio 26, 2025
La vejez es un viaje continuo, no una estación término
Fuente: IA.

Se suele presentar la vejez como una etapa uniforme, marcada por el declive y la limitación, ignorando la variada y compleja realidad del envejecimiento. La vejez no se activa a una edad determinada. Es una fase vital diversa y única.

Es importante distinguir entre el envejecimiento biológico, como un proceso natural e inevitable, y la vejez, como una construcción social, que creamos y mantenemos por consenso y conformidad entre todos.

Con el paso del tiempo cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales que experimentamos pueden evolucionar para peor indudablemente, pero otros, como la experiencia acumulada, la inteligencia cristalizada, la estabilidad emocional y la capacidad de resolución de problemas complejos, pueden mantenerse e incluso descubrirse.

Tejemos alrededor de la vejez una serie de expectativas, roles y estereotipos que deben ser desafiados y modificados porque limitan cómo nos percibimos y cómo nos perciben los demás, en cuanto a esas capacidades de las que disponer para vivir una vida plena y con sentido.

La vejez es una etapa de oportunidad para el crecimiento personal, la contribución social y la innovación. Es un activo que nos invita a seguir siendo personas productivas.
Pero la vejez tiene un lastre social en la desinformación y en los estereotipos, ya sean positivos (expectativas poco realistas, negación de problemas reales...) o negativos (incapacidad mental y física, dependencia, resistencia al cambio...).
Una rémora que no afrontamos con firmeza sea por miedo, descuido o desinterés.

Se nos bombardea con la idea de que envejecer es sinónimo de fragilidad, dependencia, resistencia al cambio y de una inevitable pérdida de creatividad, productividad e innovación que merman oportunidades y limitan el bienestar percibido. Técnicas de desinformación como seleccionar ejemplos aislados de declive para realizar un sesgo de confirmación (cherry-picking), ignorando la amplia mayoría de personas mayores activas y capaces, o las afirmaciones falsas, basada en la repetición de hechos (factoides) sin base científica, como la supuesta rigidez mental inherente a la edad, contribuyen a perpetuar estos mitos. Incluso tácticas como el Ataque mariposa (Straw Man) que caricaturiza las capacidades de los mayores para ridiculizarlas, tienen un impacto sutil pero dañino en la percepción social.

Estos estereotipos no solo son distorsiones, sino que también son profundamente injustos. Ignoran la diversidad de experiencias y capacidades dentro del colectivo de personas mayores y niegan su potencial para seguir contribuyendo a la sociedad de maneras significativas. Al asumir que la creatividad y la innovación son patrimonio exclusivo de la juventud, perdemos un caudal de talento y experiencia que podría enriquecer enormemente nuestras comunidades.

Desafiar activamente esta desinformación es un paso fundamental para empoderar a las personas mayores. Debemos ser conscientes de estos prejuicios implícitos y trabajar para desmantelarlos, promoviendo una visión más equilibrada y realista del envejecimiento.

La desinformación y los estereotipos negativos y positivos sobre la vejez no son meras curiosidades culturales; tienen un impacto real y tangible en la vida de las personas mayores. Estas creencias dañinas se internalizan, disminuyendo el bienestar subjetivo, afectando la autoestima, y la satisfacción con la vida.
Cuando una sociedad constantemente les dice que son improductivas o poco creativas, muchas personas mayores lo creen, limitando sus propias aspiraciones y participación.

Este impacto psicológico se traduce en un mayor riesgo de aislamiento social, depresión y ansiedad. La sensación de ser invisibles o devaluados puede minar su bienestar emocional y, en última instancia, afectar también su salud física y mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) así lo ha señalado incidiendo en que puede causar angustia mental significativa y aumentar el miedo y el pánico.

Además, la desinformación sobre la vejez vulnera derechos fundamentales. La discriminación por edad niega a las personas mayores igualdad de oportunidades en el empleo, la educación y la participación social. Se les puede privar del derecho al trabajo y a la realización personal si se asume erróneamente su falta de productividad al considerarles carentes de interés o capacidad. En esencia, estos estereotipos atentan contra la dignidad inherente de cada persona.

Comprender la profundidad del daño causado por la desinformación es crucial para motivarnos a actuar. No se trata solo de corregir errores puntuales, sino de proteger el bienestar y los derechos de una parte valiosa de nuestra sociedad. Requiere un enfoque multifacético y sostenido. La educación y la sensibilización pública son pilares fundamentales. Necesitamos campañas que muestren la diversidad y el potencial de las personas mayores, integrando información precisa sobre el envejecimiento en todos los niveles educativos y fomentando el diálogo intergeneracional para derribar barreras.

Una representación positiva, diversa y no estereotipada en los medios de comunicación es esencial. Debemos exigir que se muestre a las personas mayores en roles activos y significativos, evitando los clichés y promoviendo su participación como creadores de contenido y voces expertas.

La investigación rigurosa y la difusión de datos precisos son nuestras mejores armas contra los estereotipos infundados. Apoyar estudios sobre el envejecimiento activo y la capacidad creativa en la edad adulta, y comunicar sus resultados de manera accesible, es crucial.

Las políticas públicas inclusivas y antidiscriminatorias deben garantizar la igualdad de oportunidades en el empleo, la educación y la participación social, combatiendo activamente el edadismo en todas sus formas.

Finalmente, el empoderamiento y la activa participación de las propias personas mayores son esenciales. Debemos apoyar sus organizaciones, amplificar sus voces y crear espacios donde puedan compartir sus experiencias, conocimientos y talentos, desafiando desde la propia vivencia los estereotipos. Secot es buena prueba de ello. Trabajando juntos, podemos construir una sociedad donde la vejez sea vista no como un declive, sino como una etapa valiosa y llena de posibilidades.

 Fuente: Secot.
Fuente: Secot.

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