Víctimas de nuestro corazoncito
Seamos honestos: a muchos ciudadanos de este país nos cuesta manejar la democracia, votar con la cabeza, con el sentido común. Todavía hoy nos vence el 36, la Guerra Civil, la suerte de los bandos (en innumerables casos), la posguerra. De ahí la persistencia de algunos obreros en apostar por el PP y la fijación contraria que tienen algunos ricachones con el PSOE. Sin lógica, lo mismo que un aficionado al Real Betis Balompié (manque pierda). O, tal vez, con una lógica desmedida y calibrada; porque, hasta el momento, fuera de los logros sociales, las políticas económicas de estas dos grandes formaciones nunca han diferido mucho. Es cierto que cuando se encuentran en la oposición se reconvierten en fieras revolucionarias y prometen lo indecible. Pero no es menos cierto que, cuando alcanzan el poder, esas promesas se revierten en meros deseos para un mañana, que nunca llega.
Quizá de ahí la fuerte apuesta del pobre Errejón por la Transversalidad; es indudable que uno de los grandes éxitos iniciales de Podemos fue ese: erigirse en una especie de Selección Nacional de la frustración y el hartazgo, con jugadores azulgranas y merengues, béticos y sevillistas, donostiarras y bilbaínos. Lástima, lo confieso; creo que en Vistalegre 2 se esfumó la escuálida posibilidad de un verdadero cambio.
Vayamos más lejos: ¿qué sentido tiene que un militante del PSOE, favorable a las ideas de Susana Díaz, continúe votando al PSOE, si Pedro Sánchez se impone en las primarias? ¿En qué se parece un pato a un tornillo? Por el contrario, ¿con qué cara y dignidad perpetúa su voto al PSOE otro militante socialista, que se ilusionó con el “no es no”, si vence Susana Díaz? Me da que es precisamente esa perseverancia de la ciudadanía con sus papeletas la que acaba corrompiendo a los partidos; porque sus dirigentes se saben poseedores de una fidelidad insensata y comienzan a no rendir cuentas, lo mismo que esos futbolistas que deciden terminar sus carreras en ligas menores, con la sola excusa del dinero… Engordan, todos engordan. Sin excepción.
Hablando de dirigentes y dignidad: Pedro Sánchez ha asegurado que si no gana las primarias se marcha (alguien no le ha dicho que si no gana, le dan una patada). ¿Y Susana Díaz, García-Page, Abel Caballero, Lambán y Fernández Vara, se irán, si las bases se decantan por 'el guapo', o seguirán en sus puestos, a pesar de que los proyectos políticos que defienden se hallen en las antípodas? Resulta la mar de triste, pero me atrevo a barruntar que no, y que, llegado el caso, se mantendrán en sus sillones, con la salvaguarda de un pacto de no agresión y vociferando que ahora les toca remar a todos en una sola dirección. Y en medio, nosotros, claro, como siempre, manque perdamos, víctimas de nuestro corazoncito.
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