El Vítor de Otíñar y el cambio climático
El Vítor de Carlos III, situado en el valle de Otíñar al sur de la ciudad de Jaén, es uno de los elementos patrimoniales más conocidos y más visitados de la Zona Patrimonial de Otíñar y de la histórica finca Hacienda Santa Cristina.
Hasta el momento la creencia sobre el origen de este monumento conmemorativo, erigido a finales del siglo XVIII, era que el rey Carlos III había construido en la zona un camino real de herradura que comunicaba con la ciudad de Granada y que mejoraba así un viejo camino hacia tierras granadinas. Camino que erróneamente muchos incluso han identificado como la principal vía de comunicación entre la capital del Santo Reino y la ciudad nazarí, obviando que esa comunicación se hizo siempre por el valle del Guadalbullón (zona de la actual autovía de Granada) o por el antiguo camino de Martos y Alcalá la Real.
Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo por los investigadores José Antonio Serrano, Juan Manuel Valera y quien firma este artículo, del Centro de Estudios del Valle de Otíñar, y presentado en el último Congreso de Historia de las Vías de Comunicación, ha desvelado un origen muy distinto del camino y del propio monumento carolino.
Iniciada la investigación, sorprendía cómo a pesar de que el propio Vítor de Carlos III contaba en su inscripción con la fecha de construcción, año 1784, nunca nadie había acudido a las fuentes documentales de la época para ver qué decían, y lo que dicen tales fuentes es impresionante. Para ello se inicio una labor de búsqueda en el Archivo Histórico Provincial de Jaén y en el Archivo Municipal de Jaén, en cuya actas de cabildo se encontró la clave a este enigma.
Las mismas reflejan que el supuesto camino a Granada por el valle de Otíñar nunca fue tal y que el mismo nunca pasó por dicho espacio, sino (y ahí está el error) por otro paraje llamado el Pago de Otíñar, conocido actualmente como el Puente de la Sierra, desde donde se dirigía por la actual carretera de Puerto Alto a los parajes de la Palma y la Sima hasta llegar a La Cerradura y unirse al camino que venía desde Madrid. Así lo reflejaban ya las cartografías del geógrafo real Tomás López del último tercio del siglo XVIII y las primeras ediciones decimonónicas del Mapa Topográfico Nacional, donde aparece de forma clara ese “Camino Viejo a Granada” hacia La Cerradura.
Entonces, si Carlos III no hizo un camino a Granada por Otíñar ¿qué pasó? Pues resulta que analizando el clima de la época por entonces, año 1784, España y Europa se encontraban en una situación de cambio climático conocido la Pequeña Edad del Hielo, una etapa caracterizada como se presupone por temperaturas anuales bastante frías y abundancia de lluvias, especialmente en esa década. Así consta en las Actas de Cabildo del Ayuntamiento de Jaén consultadas durante la investigación. Así pudo verse en ellas cómo por entonces el llamado paso de la Escaleruela, nombre con el que se denominaba al tramo de camino que una vez pasado el Puente la Sierra daba acceso a la antigua Sierra de Propios y valle de Otíñar, estaba en muy mal estado debido a las circunstancias climatológicas. Las mismas que provocaban que la zona hortofrutícola del Puente de la Sierra se describiera en esas actas como pantanosa, nada más y nada menos.
Por tanto, ante esa situación y a la necesidad de que el suministro de leña y carbón no se interrumpiera por los arrieros y leñadores que trasportaban estas materias, dadas las bajas temperaturas y necesidad de la población, el entonces intendente provincial de Jaén, una especie de antiguo gobernador civil, llamado Jorge de Astraudi envió diferentes misivas a principios de 1784 al Conde de Floridablanca, primer ministro de Carlos III, para que autorizara y sufragara el arreglo de ese y otros caminos. Finalmente, pudo hacerse con el dinero obtenido por el Estado de los espolios del obispo, construyéndose, en honor al gran esfuerzo que tan magna obra supuso, el actual Vítor. Monumento donde se ensalzaba de forma propagandística la figura del monarca español ilustrado, Carlos III. quien es muy posible que nunca supiera nada sobre el arreglo del paso de la Escaleruela para arrieros y leñadores y su ubicación en aquellos fríos tiempos, pero que para siempre quedó marcado su nombre en la piedra y en la historia del valle de Otíñar.
La investigación igualmente ha servido para estudiar cuál era el trayecto del antiguo paso de la Escaleruela y su transcurso por el valle siguiendo de cerca el cauce del Río Quiebrajano hasta el actual puente. Del mismo se han encontrado marcas de cantería en la piedra, muros de contención en piedra seca e incluso restos herramientas, que van a ponerse en valor dentro del proyecto de investigación que está preparando la finca Hacienda Santa Cristina, que prevee recuperar una parte de ese viejo camino a la sierra, en el que está colaborando el Centro de Estudios del Valle de Otíñar.
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