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'The White Lotus' y el paraíso infernal

Por Pablo Díaz Tena - Julio 02, 2023
'The White Lotus' y el paraíso infernal
Escena de ‘The White Lotus’.

Desde la comedia negrísima la producción de HBO Max articula un discurso corrosivo y salvaje

Si pensamos en Buñuel, es inevitable pensar en la burguesía. Su cine —especialmente El ángel exterminador— tenía un propósito constante: desnudar a la clase alta; despojarla de todas sus supuestas virtudes accesorias y ver cómo se comportaban en un ecosistema tan hostil como familiar. El genio ibérico no trataba de confrontarlos con el infierno del proletariado, sino con su propio paraíso de puro artificio. Y sobre esto versa The White Lotus: no es la intención exponer a los ricos frente al averno de la carencia material, es mucho más profundo y significativo. El verdadero infierno no es un reino antagónico al celestial, es la sombría epifanía que revela las grietas de nuestros pretendidos paraísos.

Desde la comedia negrísima la producción de HBO Max articula un discurso corrosivo y salvaje. Si bien la primera temporada escoge un manierismo formal sobrecargado de elementos estéticos —coherente con la naturaleza humana mostrada: tan llena de abalorios como insustancial—, la segunda aboga por un preciosismo tenso, por un contraste frontal entre forma y fondo; entre lo bello que percibimos y lo abyecto que ocurre. En cualquier caso, las dos temporadas conforman un díptico donde hay elementos esenciales que unifican a la serie.

En primer lugar, un tono esperpéntico consustancial a todo el metraje, pero siempre sutil para que los personajes no transmuten en caricaturas; desde el carismático y enloquecido director de hotel de la primera temporada —un hipnótico Murray Barlett—, hasta el patético e irredimible ninfómano italoamericano de la segunda —el regreso más significativo de Michael Imperioli desde Los Soprano—, todos comparten el defecto inequívoco que nos hace humanos: la contradicción.

Como segundo hilo conductor, también tenemos una comicidad siempre teñida de un cielo ominoso; a través de diálogos se genera una tensión incontenible a la que acompaña lo irrisorio de las surrealistas —o hiperrealistas— situaciones: lo que yo denominaría una risa inconsolable. Y por último y más relevante, el enfrentamiento irrenunciable con el espectador y su frágil moralidad. The White Lotus increpa sin subterfugios, sin importarle lo más mínimo los límites éticos del consumidor, transgrediendo barreras que en la actualidad son prácticamente infranqueables para cuestionarnos cualquier cimiento social que dábamos por sentado. Todo ello es mérito de Mike White, creador que había labrado su currículum desde el género cómico con altibajos, pero que aquí consigue, a través de su montaje efectista y sus planos postales, cristalizar la impostura.

En síntesis, a pesar de que en ciertos momentos la obra peca de excesos innecesarios y de reiterar lo diáfano, nos encontramos ante una pieza sin constricciones, o lo que es lo mismo, una pieza de puro arte. Hecha a la medida para aquellos que pensamos que lo artístico, más allá del virtuosismo estético, hunde sus raíces en dinamitar todo tabú sin pedir perdón por ello. Y precisamente, eso hace el serial con nuestra concepción de averno y edén; el infierno es sencillamente la idealización a la que llamamos paraíso.

 Cartel de la primera temporada de ‘The White Lotus’.
Cartel de la primera temporada de ‘The White Lotus’.

FICHA TÉCNICA

Título original: The White Lotus

Año: 2021

Duración: 55 minutos

Creador: Mike White

Nota del crítico: 4 de 5

Nota en IMDB: 7,9

Nota en FilmAffinity: 7

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