LA BACTERIA QUE PUEDE SECAR EL MAR DE OLIVOS
La primera vez que Francisco Ortiz pisó un olivar tenía solo seis años. Él era un niño diminuto que apenas sabía qué era la vida y que, en cambio, era capaz de conocer el árbol del olivo como la palma de su mano. Ahora, Francisco tiene algunos años más y acumula en su piel varias décadas de trabajo en el campo, en sus olivos, en lo que es su vida entera. Con seis años pisó por primera vez el mar árido y de color plata para trabajarlo y ahora mira con incertidumbre y "pánico" una de sus fincas, junto al cementerio de la capital. Como si de una premonición se tratase, un mal augurio de lo que puede llegar a esta provincia dependiente del olivar. Allí puede acabar el futuro de Jaén si la Xylella fastidiosa, una bacteria que tiene en vilo a la provincia entera, hace acto de presencia.
“Te acuestas y piensas en qué pasará si llega aquí la dichosa bacteria, puede ser un auténtico desastre”, dice Francisco con el tono de quien le teme al futuro. El mismo pánico que comparte con Miguel del Moral, que trabaja varias hectáreas de olivar junto con su hermano y teme que esto pueda suponer el "fin" de su trabajo, de su medio de vida. Su todo.
DE ITALIA A LA PENÍNSULA IBÉRICA
Cada vez que el extraño nombre de la bacteria suena en cualquier lugar los agricultores jiennenses miran con atención. No están tranquilos, pues temen, como apunta Ortiz, que se avecine "el desastre total" si la bacteria logra llegar hasta aquí. Y para Luis Carlos Valero, gerente y portavoz de Asaja Jaén, el pánico tiene su razón de ser en que “llegar, va a llegar”. Y si llega puede acabar con todo, porque la Xylella fastidiosa ya demostró de lo que es capaz allí donde se ganó su mala fama, en Italia, en el tacón de la bota que forma su orografía, en la zona del Salento, donde ha dejado un panorama desolador de miles de olivos cortados y destruidos, cientos de familias que han visto como algo invisible se lleva su pasado, presente y futuro y una industria dependiente del olivar que ha muerto como sus campos.
"Una tragedia, una crisis sin precedentes”, como dice Valero, que puede suceder en Jaén, con más del 97% de superficie cultivada dedicada al olivar, con 600.000 hectáreas, 67.000.000 de árboles de olivo. Pero si llega la Xylella, todo puede reducirse a cero olivos, cero olivareros, cero trabajadores en el olivar. O lo que es lo mismo, el desastre, la muerte de una tierra que ha confiado al oro líquido su futuro y que puede salirle caro. Un panorama desolador. El yermo jiennense. Y puede que andaluz, al menos en las provincias limítrofes. "Si los olivos de Jaén se ven afectados, la continuidad de tantos olivos juntos va puede hacer que la bacteria se extienda sin control por las provincias de Granada, Málaga y Córdoba. No es un árbol, son miles de árboles juntos y no existe una barrera entre tantas miles de hectáreas de olivar", sentencia Valero.
LA ENFERMEDAD
"No queremos ni pensarlo", dice Ortiz, agricultor curtido en batallas contra las plagas, las sequías y las temperaturas que no favorecen la cosecha, pero que ahora se siente impotente e indefenso ante un algo casi invisible, silencioso, difícil de identificar e imposible de eliminar. Un agricultor y amante del campo, "lo es todo para mí", dice el agricultor mientras agarra una rama seca de un olivo, la arranca, la mira y a la par que levanta la cabeza relata: "Así podrían quedarse uno y otro y otro olivo. Imagínate que todo el paisaje de Jaén pudiera desaparecer, sería desolador".
Ni él ni nadie quiere ver pueblos enteros huyendo de unos terrenos que, como explica Juan Luis Ávila, secretario general de COAG, no pueden volverse a cultivar en varios años; huyendo del hambre, de la falta de trabajo, de la desolación y la pena que se enquistado al comprobar cómo un mar de plata se ha secado silenciosa y rápidamente. Como en el peor de los sueños, la pesadilla más temible. Porque si algo preocupa a agricultores, asociaciones y a la administración es que no existe modo alguno de acabar con la bacteria, que no solo afecta al olivo, sino a más de 300 especies de árboles y plantas ornamentales.
EL PROTOCOLO
"No existen remedios fitosanitarios ni de ningún tipo para erradicar la xylella en el caso de que aparezca", apunta Juan Ramón Gómez, técnico agrícola de Asaja y que se sabe de carrerilla cómo actúa la bacteria cuando infecta un árbol. "Cuando el árbol se infecta, la bacteria impide que la savia, la sangre, circule por el olivo. Los síntomas y los daños que se ven son decaimiento de las hojas, las puntas de las hojas secas, caída de hojas y frutos y, definitivamente, como no tiene un tratamiento efectivo en la actualidad es la seca total del árbol de forma drástica". Y el desastre de un árbol es el de muchos más, tantos como quepan en las tres hectáreas que rodean al espécimen infectado, que se contagia por un vector –un insecto que transporta la bacteria– o material vegetal infectado.
Y es que el protocolo de erradicación ideado por la Unión Europea no es del gusto de los agricultores, quienes pueden ver como un solo olivo supone acabar con un centenar de árboles que estén a su alrededor: "El protocolo actual dice que las tres hectáreas alrededor del árbol infectado tienen que cortarse por completo y, además, se realiza un perímetro de otros 10 kilómetros de control de esa zona, y lo que ocurre es que, a lo mejor, un olivo que se infecta tiene la enfermedad pero no la puede contagiar. No tiene porque ser una debacle que se de un caso en un olivo y, el miedo de muchos agricultores es, precisamente, que si se da un caso tengan que perder decenas de árboles más sin saber si se van a contagiar o no el resto de olivos", explica Carlos Poza, ingeniero técnico agrícola de UPA.
"Y SI APARECE"
A pesar de la cautela que piden desde las asociaciones, la realidad es que la idea de que la muerte del olivar a manos de la bacteria puede llegar silenciosa y expandirse sin control como en la peor historia de terror ha calado entre los agricultores, lo que hace que Ortiz y Del Moral no puedan conciliar el sueño muchas noches pensando en "y si aparece" la Xylella y acaba con todo lo que para ellos ha sido la vida. No quieren ni imaginarse lo que supondría para familias como las suyas, que dependen económicamente de árbol que está en peligro.
Pero también dependen sentimentalmente. "Todo nos hace pensar que hay muchas posibilidades de que llegue aquí, porque da que pensar. Imagínate que tienes que arrancar los olivos de tus parcelas, que tienes que arrasan lo que te da de comer, tu medio de vida, que, como es mi caso, ha pasado de generación en generación. Y ver cómo se puede perder todo por lo que han trabajado tanto los tuyos y tu mismo da pánico", relata Ortiz.
Algo que podría extrapolarse a miles de familias de la provincia y al futuro de la misma, ya que, como explica Juan Luis Ávila, secretario general de Coag y agricultor, los campos de olivos no son solo el motor económico de la provincia, sino que también suponen un aliciente turístico y cultural, ya que su plantación masiva ha supuesto "un paisaje único en el mundo". Pero también puede ser su mayor condena. "Pone verdaderamente los pelos de punta", sentencia.
"VA A LLEGAR"
"Hay que hacerse a la idea de que llegar, va a llegar. No podemos hacer como la avestruz y esconder la cabeza mientras vemos como puede llegar la Xylella, tenemos que coger el toro por los cuernos". Las palabras de Valero son claras y, aunque pide que no se extienda el "alarmismo", también es consciente del miedo de los agricultores. Como también lo es Ávila, portavoz de COAG, que tiene muy claro que ahora ha llegado "una moda" con la Xylella y la situación real ha desvariado en informaciones y comentarios que invitan a pensar en lo peor.
"Cuando se habla del ébola del olivar, por ejemplo, se crea una alarma que es incontrolable y que no se corresponde con la realidad, porque a mi, personalmente, como agricultor la Xylella no me preocupa en exceso. Es más, esto lo hemos vivido con el caso del vertilicio, un hongo que en la provincia ha acabado con más de cinco mil hectáreas de olivar y que no ha tenido tanta repercusión mediática. Ahora bien, si solo 500 hectáreas se perdieran por la Xylella se extendería el terror", afirma Ávila.
JAÉN NO ES ITALIA
Y desde UPA también defiende que la situación de los cultivos en los que se han dado los casos de Xylella no tienen nada que ver con los olivares jiennenses. "Los olivos de Italia se cultivan en un estado de semiabandono que nada tiene que ver con los de Jaén. Aquí, nuestros agricultores mantienen un control exhaustivo de sus campos y son capaces de identificar rápidamente una posible plaga, que aquí están prácticamente controladas y en Italia puede haber decenas de vectores –los insectos transportadores– distintos en los olivares", señala Poza.
Pero la realidad es que el miedo se expande, a pesar de la prudencia que piden desde las asociaciones, porque la bacteria ha saltado de Italia a Mallorca y de ahí a Alicante. Está más cerca, se siente el "pánico", dice Francisco Ortiz, cada vez que alguien se refiere a lo que podría suceder en este inmenso olivar que es Jaén. "Ves cómo se ha dado en Italia, como ha llegado a Baleares y luego a la península y da mucho que pensar. El miedo es inevitable", señala Ortiz.
TODO ALREDEDOR DEL OLIVO
Y no es para menos. Si los peores presagios llegaran a cumplirse y estuviera en juego la vida de los 67.000.000 de ejemplares de olivo que configuran el paisaje jiennense, las consecuencias serían inevitables. No solo se perderían las 600.000 hectáreas de árboles que conforman la mayor superficie de olivar en todo el mundo, ni los 12 millones de jornales que supone cada año, también acabaría con un tejido económico, social y empresarial que emplea al 37% de la población activa de la provincia. Además, por si fuera poco, el olivar genera el 20% del PIB provincial, lo que lo convierte en el motor fundamental de la economía jiennense y el factor que tira del resto de sectores, como la construcción y el consumo familiar en general. La capital mundial del aceite de oliva que se queda sin su oro líquido.
Algo que también quieren evitar a toda costa desde la Junta de Andalucía, ya que tal y como afirmó el consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Rodrigo Sánchez Haro, se ha ratificado en el Parlamento que la lucha contra la Xylella fastidiosa para evitar su entrada en Andalucía y, si se diera el caso atajarla. En palabras del consejero: "Es una prioridad absoluta". De hecho se han extremado las medidas de vigilancia y prevención en las que se trabaja desde 2014 en el marco de la Estrategia Andaluza contra esta enfermedad, se ha intensificado el control en explotaciones agrícolas y en el medio natural.
Además, se han activado el teléfono 955 059 898 y el correo electrónico info.xylella@juntadeandalucia.es para estar en contacto con los agricultores y se han reforzado los centros de investigación de referencia de la comunidad autónoma. Todo es poco para evitar la catástrofe.
INVESTIGACIÓN
Un auténtico desastre contra el que todos exigen prevenir, investigar y pensar en cómo se pondrá remedio al caos en el caso de que llegue. Pozas lo tiene claro: "Todo se basa en prospecciones, investigación e información. Que no se tape el problema y que se investigue para, en el caso de que llegue, poder realizar una contención que, actualmente, no se puede. Y que todos los agricultores estén correctamente informados de qué sucede en torno a la Xylella fastidiosa, para que no se cree alarmismo, que no lleva a ningún lado". Y Ávila puntualiza: "Hay que hacer especial hincapié en la investigación de plagas como la chicharra, que están muy presente en los olivares y que, actualmente, desconocemos por completo si puede ser un vector que porte la bacteria".
Y tanto que la chicharra está presente en el olivar jiennense que sirve de banda sonora a los jóvenes agricultores Miguel del Moral y Francisco Ortiz mientras pasean por la finca del último. "No queremos perder lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir y lo que es nuestra vida". Es todo lo que pueden decir mientras se mantienen a la espera, impacientes, con miedo, nerviosos e insomnes, de que la xylella decida o no llegar.
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