Yo, de Jaén y del Granada
Jiennense y del Granada: la pasión vence a la imposición administrativa
La victoria llegó. La primera del Granada en Liga representó un regalo de Navidad tempranero para David López Anguita, socio del club, un frailero que nació hace diez años. Fue en la jornada 14, número mitológico en el fútbol, cuando por fin asistió a un triunfo de su equipo: dos goles a uno frente al Sevilla. David celebró el segundo tanto a los gritos. Se sacudió el pesimismo, saltó de alegría, y en ese trance subversivo mostró cómo hay vínculos que tumban las imposiciones administrativas: por ejemplo, el sentimiento de la Sierra Sur hacia Granada, más capital propia que Jaén en lo práctico y, quizá, en lo emocional.
Frailes. Día 3 de diciembre. David —chándal verde chillón, negro, de rayas blancas— ya está listo en uno de los asientos traseros del Suzuki de dos puertas de su padre, Antonio López. También viaja Juan Indalecio Álvarez, vecino de la familia.
Son las once de la mañana, y el partido empieza a la una. Los tres socios fraileros no fallan cuando el balón rueda en el césped de Los Cármenes. David canta su once inicial en medio de los setenta kilómetros que separan a su pueblo de la ciudad de La Alhambra. La alineación que presentará más tarde Lucas Alcaraz tiene cuatro variaciones respecto a la que David acaba de visualizar: jugarán Foulquier, Samper, Agbo y Boga. Siete aciertos.
—Pensaba que no los pondría hoy —dirá después el frailero, como disculpándose, cuando el speaker anuncie a los once elegidos locales.
Todavía en el coche, el niño exhibe un cantidad de datos y memoria sobre su equipo —y otros de otras ligas— que dan cuenta de una pasión que tiene algo de fiebre intemporal. Esto del fútbol. David disfruta con una aplicación para el móvil. Se llama 'Head Soccer LaLiga', pero él la bautiza como 'Los cabezones': duelos virtuales entre futbolistas reales con la testa abultada.
Ninguno de los tres socios apuesta por una victoria del Granada ante el Sevilla de Sampaoli. Hay motivos para el pesimismo, pues el equipo de Alcaraz llega a la jornada 14 con cinco puntos, 30 goles encajados, solo 11 a favor, colista en la tabla y con un entrenador caído a finales del pasado mes de septiembre, Paco Jeméz, cruyffista incomprendido.
Eso sí, la victoria ante Osasuna en Copa del Rey está tan reciente que hoy puede ser un gran día.
David es un afortunado, pese a que la gloria le sea esquiva e imagine la pesadilla del descenso. Está creciendo envuelto en una atmósfera futbolera. Asiste a ella a los pies del estadio: los cánticos de los simpatizantes del equipo rival, siempre cerveza en mano; las bufandas de tu afición lucen iguales en cuellos de diferentes edades; la complicidad de tu padre, que te lleva al estadio y tú, a cambio, le contagias el nervio por la pelota. Todo se cargará de significado cuando acumule primaveras. También la puerta número uno por la que ahora entra.
David y su padre tienen los abonos prácticamente a ras del césped, en una mitad del campo, enfrente de los banquillos.
—Desde aquí se ve muy bien en la primera parte, cuando atacamos. Luego, en la segunda, nos vamos allí arriba —dice el frailero, y señala el túnel de entrada, donde hay que estar de pie, donde él seguirá de pie a su equipo en la segunda parte. Antes del pitido inicial, el niño saluda a su amigo Pablo, también frailero, ubicado varias filas más arriba.Llega la hora del partido. El Sevilla se muestra más firme y vertical, como intuían los socios en el coche. Vitolo intimida: todo lo hace con sentido y no pierde un balón.
—Y mira Nzonzi, mide casi dos metros —apunta David.
La primera ha sido para el Granada. Boga ha chutado escorado en banda derecha; Sergio Rico ha despejado con esfuerzo.
—Boga es francés y tiene 19 años. El problema que tenemos es que los mejores jugadores son cedidos, como Andres Pereira y Ochoa.
Minuto 27. David asiste a lo que para él era impensable: su equipo se pone por delante gracias al desborde de Boga y a un remate clásico, a puerta vacía, de Pereira. Gol.
El frailero pide el descanso. En efecto, lo que viene antes del interludio es un asedio sevillista que no alcanza el marcador gracias a la esterilidad de Vietto y la corrección táctica del lateral Gabriel Silva.
La lluvia ha hecho acto de presencia durante algunos minutos. Nada importante. Por eso David prescinde de la cazadora.
Después del bocadillo, la estrategia que el joven aficionado indicaría a Lucas Alcaraz es bien elocuente: seguir aguantando, esperar una contra y cerrar el partido. Pero el guión es otro, porque el Granada supera con juego y determinación al conjunto hispalense. Carcela cuaja minutos de nivel con regates e internadas por la izquierda. Los de Alcaraz quizá están exhibiendo los mejores momentos de fútbol del curso frente al mejor equipo andaluz de la última década.
La inercia local, con la afición disfrutando de una superioridad que silencia los gritos de la hinchada sevillista, propicia el segundo gol. Esta vez es Pereira en el minuto 56. David se vuelve loco.
—Esto sí que no me lo esperaba —dice con las manos en la cabeza.
Y el derbi andaluz acaba con triunfo local después de que el Sevilla materialice un penalti en el descuento. David escucha la pitada local, pero no ve el gol encajado, porque ha salido del estadio antes de que concluya el choque. Indicación paterna. Cuestión de tráfico. Hay que evitar los atascos en la salida. Pero qué más da. Su equipo por fin estrena el casillero de victorias en LaLiga.
La Sierra Sur de Jaén cuenta con incondicionales al Granada C. F., si bien David —como tantos jiennenses— también tiene simpatía hacia el Real Jaén. Hay una sensación de pertenencia a Granada, por parte del sur de Jaén, descifrable en cuestiones prácticas; como renovar el DNI en la provincia vecina (hay más comisarías); preferencias de ocio, visitar el Kinepolis en lugar de La Loma, y hasta en el deje del habla, granaíno en bocas de ciudadanos de Jaén.
Luego están los números:
Este curso la Universidad de Granada tiene 3.761 jiennenses matriculados. La cifra supera el doble del censo de Frailes.
Los socios jiennenses del Granada suman 219; el municipio con más fieles es Alcalá la Real (42).
Y por último está la pasión. David pagó el precio de su primera victoria como hincha presencial: el frío se coló por la ventanilla averiada del copiloto en el camino de vuelta. Porque también hay sufrimiento fuera del campo.
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