"En estos tiempos, ser fotógrafo profesional en Jaén es de románticos"
Dos sillas que pertenecieron al set de rodaje de Condemor (ya saben, Chiquito, Bigote Arrocet...) sientan hoy frente a frente a entrevistador y entrevistado, en esta ocasión el fotógrafo Alberto Godino González (Jaén, 1985), que además de un friqui del cine (lo dice él mismo) es presidente de la asociación jiennense que agrupa a los profesionales de la cámara.
En su local del callejón del Conde, a cuatro pasos del Camarín, el autor del cartel Madrugada 2025 de la Cofradía de El Abuelo comparte con los lectores de Lacontradejaén su pasión por el oficio que desempeña: pura vocación.
—Jaén es ciudad de fotógrafos, libros tiene copados de nombres propios de este arte: ¿Alberto Godino es depositario de la herencia profesional de alguno de estas dinastías fotográficas?
—No, no, soy el primero de la familia.
—¿Cómo llegaron a su vida los objetivos, los flashes, los carretes (no se sienta mayor por esto, se lo ruego) o mejor dicho, cómo llegó usted a ellos?
—Desde pequeño me gustaba la informática, y ahí empezó todo. Mi abuela me enseñaba fotos que le gustaban mucho, y yo me dedicaba a arreglárselas, porque las tenía rotas, despellejadas. A mis padres también les gustaba la fotografía (eran de los primeros en tener cámaras réflex antiguas, todavía las tengo por aquí) y a mí me gustaba mucho, mi madre dice que tenemos muchas fotos por mí. Un día, un compañero me dijo: "Vente, que voy a hacer unas fotografías de paisajes".
—Le dijo ven y lo dejó todo, como en el bolero.
—Sí, he sido una persona que cuando le ha gustado algo, he leído mucho. Me iba con fotógrafos, y pude estudiar también en Zaragoza.
—O sea, que no es autodidacta.
—Mitad y mitad.
—Defina mitad y mitad...
—Al principio, cuando empiezas, no sabes si hacerlo como autodidacta o estudiar, y esa inseguridad me empujó a estudiar de una manera que me diera una titulación, parece que si no tienes título no te hacen caso.
—Y se tituló.
—Sí, sí, obtuve la titulación como fotógrafo. Luego hice especialidades en escuelas de arte (en Zaragoza es donde más he hecho) y en el extranjero (fotografía periodística, social...).
—¿Por qué en Zaragoza, señor Godino?
—Porque a mi mujer la trasladaron allí, y porque allí está una de las mejores escuelas de fotografía; allí está precisamente uno de los campeones del mundo que tenemos de fotografía de boda, Víctor Lax; tenemos al (como le decimos nosotros) gran padre del photoshop, que es Israel Luri, gracias a él tenemos en España un programa con el que podemos trabajar.
—Lo de instalarse en tierras mañas, como que no...
—Nosotros ya tenemos aquí la vida bastante hecha, de hecho el mayor trabajo que hacía cuando estaba allí lo hacía por aquí, me bajaba a hacer bodas y al final monté mi estudio.
—Una década larga ya de trayectoria a sus espaldas, ¿verdad?
—Sí, hace ya por lo menos diez u once años que empecé con estudio propio, que lo tenía en el Gran Eje. Me cambié aquí porque necesitaba ya un taller, y nos hemos especializado en hacer nuestros propios álbumes, los acabados... A mí me gusta mucho la impresión, soy una persona muy obcecada en el color, y darle ese trabajo a otro no tiene sentido, me gusta hacerlo desde el principio hasta el final. Que sea todo mío.
—Una mudanza relativamente reciente...
—En mayo del año pasado.
—Y del Gran Eje a la calle del Conde, frente al centenario colegio de Santo Tomás. Esta apuesta por el casco antiguo (una zona que a priori puede parecer menos atractiva comercialmente, ¿cómo se le pasó por la cabeza?
—Desde el punto de vista económico, aquí hay muchos menos fotógrafos que en otras zonas; tenemos tres o cuatro barrios aquí (San Felipe, El Almendral, La Glorieta, incluso La Alcantarilla, donde tenemos al compañero Rafa Casas), y hay muy pocos fotógrafos. Pero sobre todo me tiró el tema emocional: este es mi barrio, yo me crie aquí, mis padres y mi hermano viven aquí al lado, tengo aquí mi cochera desde hace mucho tiempo, y de hecho este emplazamiento es de mi familia, de mis tíos. Cuando se mudó mi primo de aquí el año pasado, me dijo que no sabía qué hacer con esto. Antiguamente esta casa era el Bar Tonet, de mi primo hermano. Y me quedé con él.
—¿Satisfecho de la decisión?
—Sí, satisfecho, muy satisfecho. Hoy en día este negocio (como todos) es muy digital, por desgracia poca gente sale ya a la calle a buscar este servicio, nadie sale a dar una vuelta a ver qué fotógrafos encuentra. Un domingo por la tarde, en su casa, se dedica a buscarlos y te contacta directamente, así que el modelo de negocio que yo he seguido es más bien boutique, no tengo una tienda con un mostrador propiamente dicho, no vendo cuadros: vendo un servicio fotográfico.
—Un servicio fotográfico que abarca...
—Siempre he trabajado más exteriores que otra cosa, aunque tengo un pequeño estudio para bebés y cosas así. Lo que más trabajamos es bodas, eventos, y estamos muy especializados también en empresa; hacemos catálogos también, pero desde un punto de vista más artístico, hacemos la portada, más que un catálogo por ejemplo de tornillos.
—Y el retrato...
—Sí, de comunión, de boda... Desgraciadamente se está perdiendo el servicio para la foto del DNI, le quedan años o meses, ese era el principal retrato que estábamos potenciando, haciendo la foto del DNI pero de forma bonita, para que la gente se animara a venir y no fuera a un photomaton. Pero la Policía Nacional se ha quedado con el servicio y aunque hemos estado luchando desde la federación, bastante, estaba visto que iba a terminar así.
—Hablando de federaciones, de colectivos, de gremios. Usted ha vicepresidido la Asociación de Fotógrafos de Jaén, de la que es máximo responsable desde hace tres años. ¿Una entidad con solera?
—Sí, sí, con muchísimo tiempo. Fotógrafos de los que se han nombrado en esta entrevista, históricos, estaban ahí, yo he compartido espacio en la asociación con varias de esas famlias. Entré y al año me hicieron vicepresidente cuando era presidenta Carmen Siles, de Los Villares. Luego ella se jubiló y, por votación, entré yo de presidente.
—Una asociacion de ámbito provincial, claro.
—Sí, pero tenemos también muchísimos fotógrafos de fuera, además ilustres, muy buenos, de Sevilla, Extremadura, Valencia, Granada, Málaga...
—¿Qué servicio presta a sus asociados la entidad que usted preside? ¿Actúa como una suerte de colegio profeisonal, a modo de sindicato...?
—Sobre todo para compartir formación, que siempre es muy cara cuando es privada; la traemos aquí, nos nutrimos de eso y aprendemos de lo que hacen unos y otros, aquí o en otros sitios. Y luchamos por nuestros derechos, claro: sobre todo contra el pirateo en la fotografía, yendo a las escuelas de fotografía para meterles a los chavales que se tienen que dar de alta, pagar sus seguros...
—¿Pirateo, o intrusismo más bien?
—Intrusismo, exactamente; a nosotros no nos preocupa ya que nos roben el trabajo, no es eso: es que vayan a una boda, tengan un accidente y como no tienen seguro ni ningún tipo de responsabilidad civil, eso mancha a la profesión, y eso se da mucho. La gente de a pie no se entera tanto de eso, pero nosotros sí. Gente que pierde totalmente los archivos, por ejemplo, y todo eso tiene que estar asegurado para que el cliente tenga la confianza de que algo así no puede pasar.
—Los asociados sí ofrecen esas garantías...
—Claro, somos una asociación de profesionales que acogemos a todos, de hecho a veces traemos a chavales o a gente mayor que se empieza a dedicar a esto con más edad, los asesoramos un poco, les hacemos saber cómo va esto, que es bueno federarse, para que te conozcan más y te instruyan no solamente en la fotografía que se hace en España: Rusia, China o Estados Unidos van siempre un paso por delante de nosotros, pero últimamente ya hay fotógrafos españoles que estamos saliendo fuera a dar formación.
Miembro de la Federación Española de Fotografía e Imagen Profesional (Fepfi), la Federation of European Professional Photographers (FEP) y Eufoto, que respaldan su compromiso con los estándares más altos de calidad y profesionalidad, la trayectoria de Alberto Godino lo sitúa entre los referentes en su campo tanto en el ámbito local y provincial como nacional.
—Luchar contra el instrusimo en este oficio, Alberto, debe de ser algo así como pretender ponerle puertas al campo. ¿Quién limita a una persona a la hora de tomar su móvil o su cámara y hacer las fotos, por ejemplo, de la boda de un familiar?
—Imposible, eso es imposible, por eso digo que no luchamos por eso. Al final nos vienen compañeros o familiares a los que alguien les ha hecho un reportaje y les ha perdido las fotos o ha tenido algún problema así, pero hasta después del golpe la gente no aprende. Vamos a escuelas, intentamos explicar lo que tienen que hacer, los seguros... Normalmente no tienen ni idea de todo eso, ni de la ley de protección de datos, y eso que la fotografía está en el nivel máximo de esa ley.
—Un asunto este, el de la protección de datos, que ha entrado a fomrar parte de la cotidianidad de la gente. Sin embargo dice usted que es un gran desconocido en su oficio.
—Un nombre, un DNI..., sí, pero la fotografía es la que señala a una persona y la identifica.
—Esta semana ha comenzado la primavera: matrimonios, comuniones..., todo eso está a la vuelta de la esquina. ¿Ya trabajan a destajo en el sector para inmortalizar casorios y minibodas ?
—Sí, las fotografías de estudio van bien, porque las de exteriores, como está lloviendo y no podemos salir, van un poquito peor.
—Vamos, que en cuanto escampe, Jaén será una colmena de fotógrafos y modelos.
—Sí, exactamente. Los parques se van a llenar, los sábados, de novias y mininovias. Totalmente.
—¿Y la Semana Santa? Ya está aquí, como quien dice, y es terreno propicio para fotógrafos desde siempre, de toda la vida. ¿A Alberto Godino no le huele la ropa a incienso? ¿No es usted de fotografiar procesiones?
—No, no, el trabajo absorbe bastante y esta temporada es bastante dura. Es cierto que desde que empecé a trabajar con la Cofradía de El abuelo, esa semana ya no hago otra cosa.
—¡Ajá, con que no es un capillitas pero le trabaja a la cofradía más señera de Jaén...!
—Sí.
—Y no solo eso, no, que este año su nombre figura al pie del cartel Madrugada. Aclare este punto, tendrá al lector en ascuas, Alberto.
—Sí, sí, así es.
—Pero confiéselo: entre que sí y que no, ¿esperaba que una foto suya anunciara la noche de las noches de Jaén? Venga, no se corte, mójese.
—No, no me lo esperaba; precisamente estos días he hecho un trabajo para una mamá, que son cofrades, y me dieron la enhorabuena, lo tienen bastante presente ese tema de la cartelería. Pero no me lo esperaba. De hecho, el día de la presentación del cartel me senté atrás con la familia, tuvo que venir un miembro del a cofradía y sentarme en la segunda fila, yo no sabía nada de esta historia.
—¿Cómo lleva eso de ver su foto en los escaparates de Jaén?
—Me resulta sorprendente. Normalmente, la federación que agrupa a las asociaciones de fotógrafos tiene un evento que se llama Calificaciones, donde se llevan nuestras obras para que unos jueces-fotógrafos altisimos, maestros, califiquen lo que hacemos. A veces se preparan y otras son fotos hechas en el momento, a ver qué nota te ponen. Eso te llena, pero te prometo que estuve más nerviooo el día de la presentación del cartel que el día de las Calificaciones. Fue impactante.
—Lo mismo repite, ya no le cogerá de nuevas. ¿Tiene pensado ampliar la agenda y echarse a las calles todos y cada uno de los días de la Pasión para captarlos con su cámara, o no es para tanto?
—Sí, primero con la Cofradía de El Abuelo, soy una persona que cuando ve algo que atrae... El primer año, en la procesión de Nuestro Padre Jesús, me gustó mucho la experiencia; una boda son catorce o quince horas, no me vino larga la procesión.
—Un poco más oscura, eso sí, una procesión de madrugada que una boda...
—Por eso el segundo año llevé iluminación aparte. Pero sí, ya no voy a parar, mientras la cofradía me solicite, allí estaré.
—El carrete se va agotando, pero dígame antes: ¿ser fotógrafo en Jaén, en estos tiempos, es rentable o cosa de románticos?
—Es cosa de románticos, sí. Soy sincero: en mi casa, lo que yo hago aquí puede considerarse un 30% del sueldo que entra; mi mujer es funcionaria, tengo esa suerte, y puedo dedicarme a esto, que es algo a lo que te dedicas si te gusta. Hay gente a la que le gusta y no puede, y me lo dicen. En Jaén estamos muchísimos fotógrafos, y es muy difícil. Tienen que darse unas características para poder tener tu propio estudio. Pero a nosotros nos va bien.
—¿Nosotros? ¿Es que no trabaja solo?
—No, me refiero a mi mujer, que influye mucho. Es enfermera pero también fotógrafa, viene aquí y me da su opinión, aporta mano de obra, trabaja conmigo aquí. ¡Hasta nuestra pequeña de cinco años viene por aquí y echa una mano!
—Esa pequeña será la continuadora de la dinastía, de su apellido fotógrafo...
—Espero que no, pero la verdad es que le gusta mucho venirse aquí a trabajar, sobre todo a hacer de modelo.
—¿Qué tal se ha sentido el entrevistado? Normalmente está tras la cámara, no delante.
—Bueno, no soy ese fotógrafo que no sabe nada de los demás y siempre está detrás de la cámara, me junto con muchos fotógrafos, nos ayudamos entre nosotros y hay veces que toca estar delante. Para mí no es un mal rato, aunque hay compañeros que no quieren salir en una foto de ninguna manera. En mi familia sí, ahí siempre me toca estar detrás de la cámara. Pero si hay que estar delante, se está delante.
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