"El dinero de la venta de mis obras es para los gatos"
Nombre francés, el primer apellido catalán y el segundo, sin fronteras, de cualquier punto de España. Así es Alliette Vallés López, una inclasificable artista animalista jiennense que se bate el cobre desde hace años, todos los días, para ayudar a los felinos que sobreviven en solares y espacios abiertos de la capital de la provincia. Inquieta y creativa donde las haya, esta hija de un ilustre con calle a su nombre en la ciudad insta a arrimar el hombro a la causa que comparte con sus colegas del Proyecto CER El gato jiennense.
—Con ese nombre y ese apellido, cualquiera diría que es usted jiennense de pura cepa.
—Alliette, de mi abuela paterna, que se llamaba así, y Vallés por mi padre, de Mequinenza, un pueblo de la provincia de Zaragoza pero en el límite con Cataluña, de hecho allí hablan catalán. Se enamoró de una jiennense y... Te preguntarás: ¿en aquella época, cómo se pudieron enamorar habiendo tanta distancia?
—¿Cómo, cómo? Cuente, cuente...
—Por una revista de intercambio. En los años 50 también había revistas de hogar y moda, mi padre puso un anuncio porque buscaba una chica que supiera armonía y composición; mi madre contestó y hasta ahora; aquí estoy yo en el mundo, y mi hermano.
—Y Jaén tiró más que Mequinenza, ¿no?
—Primero se fue mi madre allí, pero como hicieron un pantano (el más grande de España en aquella época), al quedarse el pueblo sumergido tuvieron que decidirse. Mi madre dijo que quería venirse a Jaén, a su tierra, y aquí se establecieron y crearon la familia.
—Se establecieron, crearon la familia y su padre se granjeó una fama artística que le valió, incluso, tener una calle con su nombre en la capital.
—Sí, Antonio Vallés Perdrix. Compuso el Pasodoble a Jaén. Él se dedicaba a la música, tenía su propia orquesta en Mequinenza, y aquí siguió componiendo. Ese pasodoble, los jiennenses de mi edad se lo saben, Panaceite también lo canta, y lo toca la Banda Municipal. ¡Ahora que tenemos las lumbres...! : "Jaén señorial, tu sol y tu luz no se olvidan, eres la capital más bella de Andalucía; te quiero de corazón, y te recuerdo siempre, tus verdes olivares, ¡ay Jaén del alma mía!...!" [canta o, mejor dicho, cantiñea, como lo llaman los flamencos].
—Un músico vivo en su obra entrañable y en el rótulo de esa calle del barrio de Peñamefécit. ¿Qué siente usted cuando pasa por allí y lee el nombre de su padre?
—Más ancha que larga me pongo.
—Hija de músico, pero en su caso los pinceles han podido más que las partituras.
—Sí, la música no es lo mío. Estudié Historia del arte, soy licenciada por la Universidad de Granada, aquí tengo la orlilla; no me dediqué a la enseñanza porque me daba pavor escénico, antes me daba apuro decirlo, ahora no.
—Conversando con usted o siguiendo su actividad en las redes sociales, cuesta creer que le resultara difícil hablar en público.
—Eso son los años. Me dije: ¿cómo canalizo esto? Se me daba bien el dibujo, como autodidacta, luego he ido ya a clases a la Escuela de Artes y Oficios [la actual 'José Nogué'] y ahí me han enseñado los más grandes, desde Manolo Kayser hasta Paco Carrillo, también he aprendido con Viribay... Y por ahí me he decantado.
—Unas clases que no abandona, a las que continúa acudiendo diariamente pero, como artista, ¿en qué momento se encuentra Alliette Vallés?
—Bueno, bien, es que el arte... No vendo nada, nada, nada; ¡bueno, ayer vendí una escultura, he empezado el año muy bien!: uno de mis gatos escultóricos, a una chica que tiene alergia al pelo de los gatos pero le gustan. Sigo pintando, todos los días pinto, leo, y ahí está, en las redes sociales, mi página, desde hace ocho años, para quien quiera entrar y comprar algo pues que sepa que ese dinero va destinado a la captura y a la castración de las colonias de gatos, a operarlos, a desparasitarlos o a curarlos cuando hay que llevarlos al veterinario.
—Ese es uno de los pilares de su vida, ¿verdad? Incluso ha llevado ese amor suyo a los animales, especialmente a los gatos, hasta su propia actividad creativa.
—Sí, así es.
Entrar en su casa del barrio de San Ildefonso es acceder a un universo propio, en el que los gatos cobran protagonismo. Tres ejemplares la acompañan en su vida cotidiana: Chica, Rubillo y Manchita ("un gato, simplemente, lleva a otro", dijo Hemigway); paredes y muebles rebosan su presencia, ¡hasta la camiseta que viste Vallés para recibir a Lacontradejaén deja claro su apego a estos misteriosos y poéticos felinos que el mismísimo Leonardo definió como obras de arte!
—¿De dónde le viene esa querencia?
—En mi casa siempre hemos tenido gatos. Yo recuerdo que en la calle Tablerón había un lacero, que cogía a los perros callejeros y se los llevaba..., para matarlos. Y mi madre bajaba las escaleras como loca para espantar al perrillo antes de que lo pillara el lacero. Eso era antes de yo nacer, fíjate si hemos tenido en mi casa amor a los animales.
—Vamos, que le viene de familia.
—Claro, claro.
—No en vano, nada tiene de raro verla encaramada a una tapia o subida a una silla para que a las colonias que habitan solares y espacios de la capital no les falte algo que llevarse a la boca.
—Ves a los gatitos ahí, un día les echas comida, otro también y, al final, te implicas. En la colonia del solar de la Catedral, por ejemplo, donde tú me entrevistaste, han quedado solo dos, de los que se encarga un señor de la calle Portillo. Ahora voy a La Alameda, y me he dado cuenta de que esto crea adicción, llevo ya dos años yendo allí. Me han dejado una llave para entrar por la parte de atrás de esa colonia, por donde entraban antes los caballos al Hípico. Entramos, ponemos la jaula trampa y los llevamos al veterinario.
—¿Se siente satisfecha con lo que hace, 'le ve color'?
—¡Mírame a mí cómo estoy, que voy a cumplir setenta años y nadie lo diría! A mí me da la vida.
—Líneas arriba habla usted en plural: "entramos, ponemos, llevamos...".
—En La Alameda estamos tres mujeres, pertenecemos a Proyecto CER El gato jiennense, que preside Lola Claverías. CER significa captura, esterilización y retorno. Nuestra misión es capturar al gatito, llevarlo al veterinario y, luego, retornarlo.
—Todo eso costará dinero, ¿no?
—Vaya si cuesta dinero, y además hay que alimentarlos, y comen mucho.
—Si se habla de mascotas, hay que hablar también de la normativa publicada recientemente que las reconoce como "seres sintientes y miembros de la familia". ¿Cómo han recibido ustedes esta ley?
—Con mucha alegría, pero vamos a ver cómo va. Loly, la presidenta de CER, me ha comentado que se dan muchos casos de perros abandonados y luego, cuando los encuentran, los llevan al veterinario, les pasan el aparato para ver si tienen chip, llaman al dueño y este dice: "Uy, que no me he dado cuenta", ¡y es que lo había abandonado!, porque si tuviera interés hubiera puesto una denuncia. Resulta que no les hacen nada, una persona que abandona a su mascota se escuda en que se le ha escapado, en que creía que ya estaba perdido. Estamos contentos, pero en eso estamos expectantes, a ver si este 'DNI' nuevo da buenos resultados.
—Cuando acude a una de esas colonias que atiende, Aliett, ¿se siente malmirada por la gente o todo lo contrario? ¿Cree que valoran lo que hace?
—Me encanta que me hagas esta pregunta, ahora la gente nos mira bien, antes nos miraban como diciendo "¡qué tía más excéntrica, estando los niños, la Unicef!", y yo decía: "Bueno, la Unicef ya tiene otros organismos que se encargan de esto, en cambio de los animales no". Ahora ya sí, y además vamos a tener también una tarjeta como alimentadores de las colonias; así, cuando alguien nos diga algo, enseñamos nuestra tarjeta, estaremos amparados por el Ayuntamiento de Jaén. La concejal de Sanidad, Estefanía Plaza, está muy implicada en esta labor de alimentar a las colonias y de esterilizarlas, para que no haya más.
—Los miran bien, está claro, ¿pero se les unen?
—No, no, nos miran con buenos ojos pero no dicen "oye, les voy a echar un puñaíco". Nos miran bien, pero nada más.
—Ustedes tendrán los brazos abiertos para quien quiera unirse a la causa...
—Claro, claro. Para quien se quiera apuntar, CER está en internet, aceptamos donativos, hay una cuenta: diez eurines, cinco euros, lo que puedan. Y ahí ponemos todos los gastos, no hay trampa ni cartón. Lo que sea nos viene bien, poquito a poco nos va sumando, que todo corre de nuestros bolsillos y son muchos gastos. Y claro, nos hacen falta también voluntarios para las capturas.
—Un último (penúltimo, mejor) mensaje para los lectores, Aliett.
—En primer lugar, que nos respeten a las personas que alimentamos a los gatos, que no es una excentricidad, que aportan muchos beneficios las mascotas y gracias a ellas mucha gente no cae en depresiones. Son un miembro más de la familia, no hijos, sino un miembro más, y como tales necesitan su respeto y sus cuidados. Maltratarlos no es solo no pegarles o abandonarles, es también no sacarles a la calle, no llevarlos al veterinario, no darles el pienso adecuado...
Vídeo y fotos: Esperanza Calzado.
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