"Hasta que no llegué a la ONCE no encontré mi sitio"
Camina por la calle con la cabeza gacha. No lo hace por timidez o porque sea una persona retraída. Más bien todo lo contrario. Su vitalidad, su sonrisa, su optimismo y su activismo incansable hacen de Ana María Ferreres Ortega (Jaén, 1965), secretaria General Adjunta de Organización y Gestión de Unidad Progresista en la ONCE, una de esas personas que uno quisiera tener a su lado toda la vida. Camina por la calle mirando al suelo, intentando salvar los obstáculos que la ciudad impone a personas como ella, con algún tipo de discapacidad. Feminista por bandera y defensora a ultranza del movimiento feminista desde que comenzó en Passo, confiesa, entre lágrimas, que no encontró su sitio hasta llegar a la ONCE. Hablamos de Jaén y de la vida con una jaenera.
—¿Cuál era su sueño cuando era pequeña?
—He sido siempre una niña de ciencias y mi sueño siempre fue ser ingeniera y, además, químico. Empecé a cursar Ingeniería Industrial, después de hacer un bachiller de 'Ciencias puras' en la Escuela de Peritos de Jaén. Me acuerdo perfectamente que era una clase de 144 con solo 4 chicas. Me acuerdo perfectamente que hubo un graciosillo que me señaló que 'Empresariales está ahí al lado' como si me hubiera equivocado. En esa época llegué a ver carteles de ofertas de empleo en las que ponía abstenerse mujeres. Esas cosas te van orientando y te dirigen hacia la que después iba a ser mi trayectoria profesional.
—Viró.
—Hice un cambio porque mi novio era abogado y me propuso estudiar Graduado Social para poder abrir una gestoría. La carrera se cursaba en Jaén, no me tenía que marchar, ya estaba trabajando y decidí probar en una carrera que tenía una forma de estudiar completamente diferente. Yo antes hacía cuentas y me metí en una carrera que era de codos y todavía recuerdo el primer examen que tuve de Derecho del Trabajo. Lo suspendieron tal y como me advirtió mi novio porque en Derecho tienes que saber dónde está y encontrar la respuesta a lo que se te pregunta y no exactamente qué se te pregunta. Era más importante saber que la discriminación por razón de género está en el artículo tal y número tal que no el concepto en sí. Al siguiente examen ya aprendí la lección.
DE LA SALUD AL INSTITUTO DE LA MUJER
—Dice que cambió de estudios y ya estaba trabajando. ¿Cuál fue su primer empleo?
—De auxiliar de Enfermería, con 19 años. Cuando terminé bachillerato mi familia no tenía dinero para pagar la Universidad, así que me puse a trabajar. Cuando terminé COU, mi hermana y yo hicimos el ingreso a la Escuela de Puericultura, que por entonces estaba en Sanidad. Me saqué mi título de auxiliar e hice Puericultura. Empecé a trabajar en 1984, cuando empezaron a hacer la remodelación del hospital y se abrieron plantas nuevas. Esa etapa fue maravillosa. La atención con la gente fue estupenda y ese trabajo me encantó. Tanto que aprobé las oposiciones de Atención Primaria y he tenido mi plaza como auxiliar de Enfermería, aunque luego trabajara como puericultora.
—¿Cuántos trabajos ha tenido?
—Empecé el 14 de noviembre de 1984 como auxiliar de Enfermería. He trabajado de puericultora y como técnica en la Administración, donde accedí y fui ascendiendo por promoción interna atendiendo a los principios de igualdad, mérito y capacidad.
—¿Y es capaz de decir en cuántas asociaciones ha participado? O por lo menos en la que está inmersa ahora.
—Ahora mismo estoy en el Colectivo Feminista Carmen Olmedo, en la Cruz Roja y en Unidad Progresista de la ONCE. Estoy afiliada porque tengo una discapacidad visual importante y por eso me han jubilado.
EL ACTIVISMO QUE NACIÓ EN PASSO
—Es activista con una gran capacidad y ganas de lucha. ¿Se nace o se aprende?
—Creo que hay una parte innata. Mi personalidad es de ayudar a los demás. Se puede hacer de muchas maneras y yo siempre lo he hecho desde el activismo. La época de más lucha y que más he disfrutado fue cuando estuve en la Asociación de Vecinos Passo. Tuve una escuela impresionante porque topé con gente fantástica, que me enseñó de verdad qué es el activismo y qué es la participación.
—¿Jaén necesita más movimiento asociativo?
—Más no sé pero que se deje menos manipular y más activo sí. Estamos un poco muertos, adormilados. Creo que a las organizaciones políticas les ha interesado tener ese tipo de asociaciones.
—Usted ha estado dentro de organizaciones políticas.
—Yo he sido militante y miembro de la Ejecutiva del PSOE cuando estaba de secretario Antonio Manuel Foche, que es un gran político y aprendí mucho. Además, también he estado en la UGT con Manuel García Lázaro y Manuel Salazar.
—No me puedo resistir a preguntar, ¿cree que tendremos elecciones generales de nuevo?
—Creo que, por desgracia, sí. Me da mucha pena ver que no saben llegar a acuerdos. En este mundo hay que saber dar y si quieren ejecutar políticas sociales en nuestro país, los partidos de izquierdas tienen que ponerse de acuerdo.
—Hablando de partidos, ¿alguna vez creyó que vería el auge de partidos como VOX?
—Esas ideas ya estaban. VOX estaba dentro del PP. Yo también he estado en la ejecutiva del PP y eso lo he oído. Cuando Alberto Ruiz-Gallardón pretendió hacer la modificación de la Ley del Aborto hay un grupo de concejalas del PP que estaban en contra de que se cambiara como quería él. Era una barbaridad que mi hija de 16 años tuviera que recibir mi permiso para una intervención maxilofacial y no para que aborte. Eso se tenía que cambiar y por eso estaba yo ahí. Todos sabemos que Ruiz-Gallardón tuvo que dimitir por la extrema derecha que había en el partido.
El abanico que había en el PP tenía que reventar porque era imposible. Ahora tenemos una derecha fraccionada igual que la izquierda. La ciudadanía no pensamos toda de igual manera y tenemos que aprender a convivir con esas ideologías. Eso sí, hay que cargarse de herramientas para saber contestar a personas que utilizan a mujeres contra mujeres. Tenemos que ser hábiles y no dejarnos manipular y no dejarnos llevar por barbaridades que dicen que son verdades a medias y grandes mentiras.
FEMINISMO Y VIOLENCIA DE GÉNERO
—¿Habla, por ejemplo, de las denuncias falsas de mujeres maltratadas?
—Eso era una mentira. Además venía de la boca de un juez que encima está expedientado. Hay que ir desmontándolas igual que las barbaridades que se están diciendo con la inmigración. Son verdades a medias cuando hablan de la atención sanitaria o que reciben pagas.
—¿Qué siente cuando escucha el término de violencia intrafamiliar?
—Efectivamente, existe. Hay una violencia de hijos a padres, madres, a abuelos, entre ellos... Pero hay una violencia que es la de género, que es una cuestión social ancestral que viene por la situación de dependencia de la mujer hacia el hombre, que se cree con el derecho de someterla. Esa es la violencia de género, que es una violencia intrafamiliar, sí, pero por una cuestión social, totalmente distinta a la intrafamiliar, que son otras violencias.
—También le pregunto por ese resurgir del movimiento 8M desde hace un par de años.
—Me ha hecho sentir muy bien, sobre todo porque es un movimiento independiente, autónomo, con mucha presencia de chicas jóvenes y con buena formación. Saben lo que están tratando y eso es un claro ejemplo del trabajo que hemos hecho las anteriores generaciones formando con perspectiva de género. Eso son resultados porque estas mujeres no tendrían estos conocimientos si no hubiéramos estado nosotros detrás luchando como lo hemos hecho. Además es un movimiento feminista con muchos chicos y hombres al lado nuestro.
El principio de igualdad tiene dos partes en la balanza y lo que se busca es el equilibrio. Lo único que se busca es que la balanza esté equilibrada, no queremos estar por encima y ese es uno de los argumentos que tienen contra nosotras. No. Esto es el quítate tú que me ponga yo pero hasta donde me corresponda. Cuando estemos en equilibrio y las cosas surjan con naturalidad, entonces no será necesaria una Ley de Igualdad. Cuando trabajaba en el Instituto de la Mujer, mi objetivo era que desapareciera esta institución porque ya no hacen falta políticas de género porque ya estamos en igualdad de oportunidades.
—¿Cree que eso lo verá alguna vez?
—Espero que sí porque, aunque esto va a tardar, pienso vivir muchos años.
—¿Cómo luchamos contra la violencia de género?
—La educación es fundamental. Hay que educar en valores de igualdad tanto en la escuela como en la casa. La familia es lo más importante y ahí tenemos un papel fundamental las madres, las mujeres. Hay cosas que se pensaban que estaban en nuestro ADN y ahora estamos en una revolución; en la más grande que ha tenido la Humanidad y que consiste en el cambio del patriarcado. Pero este tipo de revoluciones no se hacen en cien años. Si paramos las mujeres, se para el mundo y tenemos que conseguirlo, aunque cueste mucho.
—Tiene dos hijas y un hijo. ¿Qué piensan?
—Son feministas las dos. Ana tiene un feminismo con una concepción neoliberal, con un principio de libertad e independencia; mientras que María es más teórica del movimiento feminista y con un conocimiento espectacular desde muy chicas. Mi hijo Javier también. Además, él juega al rugby, el deporte que más promociona y más trabaja en igualdad. La noticia de hace dos semanas era que teníamos una juez de línea en Primera División. En rugby hemos tenido una árbitro internacional desde hace años. Así que los tres han tenido una madre y un padre que los hemos educado en la igualdad y en el respeto.
UNA NUEVA ETAPA EN LA ONCE
—¿Cuánto tiempo lleva jubilada?
—El 4 de diciembre hará dos años.
—Lo ha hecho por un problema de visión. ¿Cómo está siendo la adaptación a esta nueva situación?
—Tengo una degeneración macular que me salió hace 26 años, con el nacimiento de mi hija Ana. Los primeros años fueron muy malos con una pérdida de visión importante en una época, en los 90, cuando no había medicación para su tratamiento. Tuve la suerte de ser atendida por uno de los mejores oculistas de España y que lo tenemos en Jaén, que es Francisco Aguilera. Mi degeneración era por tema hormonal y mi hijo Javier fue el que me cicatrizó las heridas maculares. En 2009, con la menopausia, volví a tener problemas hormonales y se reactivó. Entonces ya había tratamiento y hasta 2017 he tenido cuatro recaídas. Aunque me recuperaba, cada vez perdía visión y en 2017 ya no me recuperé. Así que tengo un máster en baja visión y aprendes a agudizar el resto de los sentidos y me ha hecho fijarme en lo importante. En Jaén, por ejemplo, lo que hago es ir mirando el suelo porque la ciudad es horrorosa.
—¿Jaén no es una ciudad adaptada?
—No se ponen en nuestra piel. Jaén está en cuesta y no se puede poner una baldosa que se escurra como la del Paseo de la Estación, por citar un ejemplo. La baldosas levantadas o sin pegar al suelo es algo muy peligroso no solo para un ciego, sino un cojo o un hombre mayor o un niño. Jaén no está preparada para nada para personas con discapacidad. En general, las ciudades no son humanas y no se ponen en nuestra piel. Me gustaría que más de uno se vendara los ojos y viera la cantidad de barreras que tenemos. Los patinetes o coches eléctricos, que no hacen ruido, por ejemplo, son un peligro para nosotros.
—¿Cuán importante es la ONCE en esta lucha?
—En la ONCE somos los primeros en empleabilidad a personas con discapacidad. Somos un ejemplo en la creación y puesta en marcha de la economía social y la inserción laboral a personas con discapacidad. De forma directa e indirecta, la ONCE tiene 112.000 personas empleadas, de las cuales el 57% son con discapacidad.
—¿Qué quiere usted que sea la ONCE?
—El objetivo es el empleo de las personas discapacitadas porque solo así se consigue la autonomía y la independencia real. La ONCE es una empresa exigente, no regala nada, y aquí no viene el pobre discapacitado que vienen a por una paga, no, aquí cada uno se gana su sueldo. Para ello, de la mano de la administración, trabajamos en muchos ámbitos como la educación. Desde que el niño nace hasta que estudia su carrera, por ejemplo. No hay que olvidar que muchas personas invidentes tienen formación universitaria y nadie les ha regalado nada. De verdad, cuando yo entré en la ONCE, y me emociono al decirlo, sentí que era mi sitio. Sentí que después de tanto tiempo había encontrado el sitio donde todos eran como yo y eso me emociona mucho. Por eso, cuando me propusieron el puesto que tengo, me lo pensé, pero luego vi que aquí tengo toda la adaptación, que el ritmo no es el mismo y me sentí en mi casa. Así que como soy activa social y esta es mi casa, voy a luchar por ella hasta donde haga falta porque me creo la labor que hay detrás de 82 años de la ONCE.
—¿Cuál es su labor?
—Soy secretaria General Adjunta de Organización y Gestión de Unidad Progresista en la ONCE.
—¿Dónde estará Jaén dentro de veinte años?
—(Suspira). Yo no soy muy optimista. Si vemos la evolución en los veinte años anteriores comprobamos que se ha perdido mucho tiempo en banalidades, en tonterías. No ha habido una unión real entre los partidos políticos, que son los que toman las decisiones para que una ciudad y una provincia vayan adelante. No creo que lo hagan en los próximos 20 años porque ni tienen capacidad ni interés de entenderse. No miran la necesidad de quién le ha encomendado su labor. Los ciudadanos queremos vivir en Jaén, con una economía adecuada y que nuestros hijos no se marchen. Pero eso no pasa, además de que tenemos una economía que depende de un monocultivo, el olivar. En Jaén se ha apostado por que todos los huevos estén en la misma cesta y no creo que eso nos haga salir de esta situación.
A Jaén la veo con menos población y no podemos estar subsidiados toda la vida de los fondos europeos porque eso se acaba y solo hay que ver la salida del Reino Unido. Esto se acabará y no hemos sido capaces de reinvertir realmente lo que nos estaban dando para hacer una economía fuerte y tirar hacia delante. Ojalá me equivoque.
Fotografías y vídeo: Esperanza Calzado.
Únete a nuestro boletín