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"No concibo la Escuela de Arte fuera del casco histórico de la ciudad"

Por Javier Cano - Abril 18, 2021
Compartir en X @JavierC91311858

Hace apenas cuatro meses que Ángela Kayser Mata (Jaén, 1975) está al frente de la Escuela de Arte José Nogué. Un centro de referencia, profundamente arraigado a la ciudad y a su casco antiguo, que conoce como su propia casa: en sus pasillos jugó de la mano de su padre, allí estudió, recaló como docente y, ahora, ejerce la máxima responsabilidad. En una entrevista 'histórica' para Lacontradejaén (es la primera vez que esta sección tiene como protagonista a la hija de un anterior entrevistado, el pintor y profesor Manuel Kayser), la directora abre las puertas de la institución y, de paso, las de su propia historia.

—Ángela Kayser... Con ese apellido solo podía usted ser una cosa: artista, artista o artista, ¿no?

—Bueno, también está la docencia. Es verdad que mi padre tiene una doble faceta, que se entremezclan casi siempre. Por un lado la de autor, artista, y por otro la faceta docente. Una va de la mano de la otra, se imbrican y se mezclan. Yo he cogido más la docente, la artística está en proceso [ríe].

—Aclarada la duda. ¿Lo de dedicarse a enseñar, entonces, ha sido cosa suya o está detrás la figura de su padre (o la de su madre, también docente)? 

—Realmente yo no tenía intención de dedicarme a la educación; sí he dicho siempre que si lo hacía, sería en una escuela de arte. Lo he visto desde muy pequeña, recuerdo la pasión con la que se hablaba en mi casa de la escuela de arte, me he criado y he paseado por estos pasillos desde chiquitina y claro, el espíritu, el ambiente que se respiraba aquí era muy especial, como una isla dentro de la ciudad y de la sociedad: eso sí que me gustaba. Por azares de la vida llegué a la educación y me enamoré de la profesión, me encantó, no se me ocurrió en ningún momento dejarlo, todo lo contrario. 

—Pero, ¿quién es usted, quién es Ángela Kayser Mata?

—Bueno, yo he sido una persona muy inquieta siempre, y eso me ha hecho abrir muchas vías (algunas no las he cerrado, pero sí que me ha permitido tener muchas experiencias y muy diversas). Me gustaban muchas cosas, muchísimas facetas me atraían: el teatro, escribir, la literatura, la historia... Mi formación es arqueológica, estudié Humanidades en la rama de Arqueología y de hecho ejercí un tiempo; por otro lado, el periodismo siempre me ha encantado; la música (estudié Piano en el conservatorio)...

—Y la fotografía...

—La fotografía siempre había sido otra de las muchas disciplinas que me llamaban la atención, sí. Todas esas experiencias eclécticas, que me hacían estar muy dispersa, me han servido mucho para encauzar luego mi carrera dentro de la docencia y empatizar con los alumnos que vienen aquí, al centro, sin saber bien por dónde tirar. 

La entrevista se realiza en un despacho amplio, hermoso, como el de la madre superiora de un monasterio próspero. No en vano, el edificio fue convento siglos atrás, y no cualquier convento, no: monasterio de damas nobles de Santa María de los Ángeles. Un soberbio desnudo masculino de José Nogué, una pieza de Pablo Martín del Castillo o un cuadro del propio Manuel Kayser decoran la sala, copada de bargueños y muebles que ponen los dientes largos a más de uno. 

 
 

—Dice usted que de pequeña andaba por estos pasillos, aquí estudió, ha impartido clases durante ocho años y ahora está en el despacho de dirección. ¿Qué siente si hace memoria de su relación con la Escuela?

—Uf, estoy un poco desbordada, la verdad, por la responsabilidad y porque, al final, cuando tú vives de forma paralela la trayectoria de la Escuela durante tantos años, te cuesta despegarte emocionalmente de cómo va evolucionando, creciendo. Me siento muy satisfecha personalmente, pero también muy abrumada y un poco temerosa de no llegar a la altura de las expectativas que una misma se pone muchas veces, precisamente por ese vínculo ya emocional que tengo con la institución. Pero bueno, tampoco pienso mucho sobre ello, me dedico más al día a día. 

—Pero reconocerá que no es frecuente un caso como el suyo.

—Es lo que he dicho, sí, la vida, las vueltas que da. Yo he estado dando vueltas por toda Andalucía desde hace muchísimos años, he vuelto hace solo ocho y porque me dieron aquí el destino definitivo, realmente no tenía muchas posibilidades de venir, pero la vida, al final, me dio la oportunidad. Salir de Jaén, estar fuera quince años casi te da otra perspectiva cuando vuelves a la escuela, tienes otra visión del centro. 

—¿Contenta de haber regresado, en cualquier caso?

—Sí, al principio extrañada: yo salí de aquí como alumna y, de repente, volver aquí como profesora era extraño. Profesores míos son ahora mis compañeros, y eso era un poco... me costaba. Pero muy bien acogida siempre, desde el principio, desde el primer día. 

—Es usted la directora número 18 desde que, a finales del XIX, la antecediesen históricos como Roldán y Marín, el propio Nogué, Ramón Mateu, Martín del Castillo o Fausto Olivares, entre otros. Ah, y la segunda mujer en llevar las riendas de la Escuela. ¿Cómo lleva eso de ser sucesora de tantos nombres ilustres?

—El peso de la historia puede ser muy pesado y no hay que perderlo de vista, creo que la historia es fundamental que no se olvide, tenerla presente y mirarla también con cierta perspectiva, pero tampoco se puede quedar uno anclado en el pasado. La historia te tiene que dar fuerza y solidez para tener un proyecto de futuro, pero tampoco tengo demasiado presente la historia, esos grandes nombres, esos grandes artistas, de una forma cotidiana, diaria; sí como base, como solidez sobre la que asentar todo lo que hagamos a partir de ahora.

—Hablando de visión de futuro: ¿qué busca la gente que viene a la 'José Nogué'?

—Viene gente con intereses y objetivos muy diferentes, pero hay un punto en común que unifica al alumnado, que es una sensibilidad especial para entender el mundo que les rodea. Algunos ya saben comunicarlo a través de un medio, de un instrumento, y otros buscan ese conocimiento del medio para contar eso que ellos sienten o miran de una forma especial. Hay gente que viene con una formación previa ya, una licenciatura, a especializarse, algo que no les permite el resto de los estudios. Otros terminan su Educación Secundaria Obligatoria y entran en Bachillerato, tanto artístico como musical, buscando una línea profesional, tanto para estudios superiores como para los ciclos formativos. Pero sí es verdad que esa sensibilidad (ese sentirse diferentes, ver que este es un centro en el que siempre van a ser acogidos, ver que esa diferencia es un valor que hay que potenciar, que moldear de alguna manera para poder sacarle partido y hacerlo una profesión o una vida), eso sí lo tienen.

El año que viene, si la pandemia no se 'matricula' otra vez en la cotidianidad del mundo, la Escuela de Arte José Nogué celebrará el 125 aniversario de su creación. Por lo pronto, en 2021, el centro se encuentra también en plenas bodas de oro desde que, en 1971, abrieran definitivamente las instalaciones actuales, tras la demolición del anterior edificio y la erección del nuevo, según proyecto de Luis Berges Roldán.  

—Una Escuela muy implicada en el casco histórico de la capital jiennense, Ángela. ¿Se la imagina usted en otra zona de la ciudad?

—No, no, no, no la concibo. Somos agente fundamental, y debemos convertirnos además en una gente que se comprometa con el cambio social y cultural de la ciudad, con todo el barrio y todo el casco histórico. Nosotros somos el eje entre la parte más histórica, la que menos se ha mirado y más se ha dejado, y la parte que está más a la vista de toda la ciudadanía. La Escuela tiene una responsabilidad cultural y artística, que es nuestro campo, pero no concibo estar en otro sitio.  

—Habla del centro como de un eje entre zonas. ¿Cree que, realmente, la 'José Nogué', por su ubicación, actúa para muchas personas como puerta de acceso a la ciudad vieja, como escaparate de desigualdades y potenciadora de nuevas ideas para este punto de Jaén? 

—Confío en ello, en ello estamos, intentando crear redes y estrategias que permitan que la gente tenga la Escuela de Arte no como fin, sino como puerta de acceso a todos esos barrios (la Magdalena, San Juan); no solo que vayan a los Baños Árabes o a San Juan de Dios sino que haya todo un entramado cultural y social aquí. 

—Lo que sí está claro es que la ubicación de la Escuela atrae hasta el casco antiguo a gentes de otros barrios, que les pone en bandeja la zona histórica...

—De toda la ciudad y de la provincia, claro. Los estudios superiores de Diseño Gráfico, por ejemplo, han permitido acercar a la ciudad de Jaén a gente de toda la comunidad autónoma, nos ha dado esa posibilidad; sí es cierto que son estudios más minoritarios y que están muy bien vistos en esta escuela. 

—Esos estudios a los que alude, ¿son una singularidad de la Escuela con respecto a otras de Andalucía?

—Es verdad que solo hay unas nueve escuelas en Andalucía que imparten cursos superiores de Diseño, que son como grados universitarios. Pero además se junta que esta Escuela tiene una buena cantera de profesorado y que han salido alumnos muy bien preparados, muy reconocidos a nivel de premios dentro del mundo del diseño gráfico y la imagen gráfica. Eso también resulta muy atractivo cuando el alumno elige dónde quiere desarrollar su carrera dentro de ese mundo. 

—Y la pandemia, Ángela, ¿cómo la ha llevado la Escuela de Arte José Nogué? ¿Qué le ha cambiado, si es que le ha cambiado algo?

—Con incertidumbre al principio, imagino que como todos. La Escuela es un reflejo de la sociedad: si esta no sabe afrontar esta situación, que se escapa a los límites conocidos, el centro tampoco, es un reflejo. Al principo hubo incertidumbre y tensión, pero rápidamente reaccionamos, nos actualizamos, actualizamos las competencias a la hora de impartir las clases on-line y del seguimiento del alumnado, y el alumnado se puso también las pilas rápidamente y respondió en la gran mayoría de los casos, muy pocos se han quedado rezagados o no han sido capaces de sumarse al tren ese en un momento muy tenso, de muchas incertidumbres, totalmente novedoso para todos. Y todo ese avance tecnológico, esa nueva metodología para trabajar en el aula, rápidamente se ha incorporado en el día a día y este año hemos arrancado con esa forma de trabajar, con plataformas, materiales, formas de trabajar on-line y a la vez telemática y presencialmente. Ha venido para quedarse.

—¿Les ha costado mucho adaptarse a la nueva situación?

—Hemos hecho un esfuerzo grande en la Escuela, hemos dividido aulas, las hemos dotado con materiales que permitan tener esa separación de seguridad importantísima; la ventilación..., y el alumnado ha sido muy colaborador, entendía perfectamente la situación.

—Parece satisfecha con el comportamiento de la comunidad educativa.

—Nosotros tenemos un protocolo Covid muy estricto, desde el primer día se dejó muy claro y no es algo que nos preocupe, porque lo vemos tan interiorizado en todo el alumnado que no se nos ocurre pensar que alguien, en un momento determinado, se pueda quitar las mascarillas dentro de las aulas o tener las ventanas cerradas, o que el aforo se escape de los límites que tenemos marcados. 

—¿Esa es la línea que seguirán con vistas al futuro inmediato, o en un espacio donde confluyen tantos espíritus creativos hay sitio, también, para 'experimentar'?

—Bueno, iremos tomando decisiones conforme nos vayan marcando las autoridades sanitarias. Nosotros vamos siempre a remolque. Nos dicen: "Podéis hacer hasta aquí", y rápidamente nos actualizamos, nos ponemos las pilas y hacemos hasta ahí. No somos especialistas y no queremos jugar a serlo tampoco, ellos son los que nos marcan las pautas. 

—Sea muy sincera, por favor. ¿Se alegra de que el coronavirus no la encontrara al frente de la Escuela de Arte José Nogué, sentada en el despacho de directora?

—No sé qué decir, pero sí que el antiguo director, Leonardo Fontecha, ha sido un director con un talante estupendo y creo que ha sido la persona que mejor podía haber afrontado ese inicio de pandemia, por la serenidad y la experiencia que él tenía. Yo soy nueva, estoy aprendiendo, y en una situación también tan nueva no sé si hubiera sido capaz de afrontarla con tanta tranquilidad.

—Lo que sí que le encantaría, seguro, es poder ser la directora que informara al centro de que la pandemia ha pasado, de que vuelve la normalidad...

—Eso sería una alegría, para mí y para todo el mundo, por lo que significaría. 

 
 

Fotografías: Andrés García.

Vídeo: Esperanza Calzado. 

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COMENTARIOS

RAFAEL Palomino Kayser

RAFAEL Palomino Kayser Abril 18, 2021

No sabía que Angela era la directora de la Escuela (la pandemia nos ha cegado mucho): me alegro mucho y le deseo mucha suerte. Me ha encantado su comentario sobre la ubicación de la Escuela, su reflexión sobre un Jaén y otro; nunca he entendido que la Universidad no haya "subido" el Rectorado y varias facultades al barrio: existen instalaciones suficientes para ello. Un beso muy fuerte para Angela y toda su familia y, de nuevo,, suerte.

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