"Jaén tiene talento, pero no se ha sabido gestionar"
Hablar de José Antonio Morales Poderoso (Madrid, 1956) es recordar al mítico establecimiento Pioneros. ¿Quién no ha comprado allí un disco o, al menos, entró a curiosear? En esta primera entrevista en profundidad del año 2023 dejamos un poco de lado las notas musicales para adentrarnos en su faceta de empresario, en su labor en Secot, el Voluntariado Sénior de Asesoramiento Empresarial, y le tomamos el pulso a la economía jiennense. Lo hacemos de la mano de alguien que confiesa que tendría que vivir tres o cuatro vidas para devolverle a Jaén todo lo que le debe.
—Esta entrevista la realizamos la víspera del Día de Reyes y no me puedo resistir a preguntarle. ¿Cómo se vivía esta jornada en Pioneros?
—Era el día más fuerte de trabajo del año porque casi todo el mundo esperaba a última hora para comprar. La música era, probablemente, el regalo que más se hacía en los primeros 20 años de Pioneros, es decir, hasta el año 2000 aproximadamente. Luego fue reduciéndose un poco en beneficio del videojuego para los más jóvenes y el DVD. Además, eran jornadas de locos también para los proveedores para que llegara la mercancía a tiempo. Eran días de nervios, de mucho trabajo, intensos, con ganas de agradar a todos los clientes... Hacíamos encajes de bolillos porque intentábamos comprar la suficiente cantidad de producto para que no faltara pero tampoco que no sobrase, porque gran parte era después de difícil venta. Era una época complicada, intensa pero alegre e ilusionante. Ahora, la veo con un poco de nostalgia.
—¿Cómo se siente uno cuando su negocio, 43 años después, sigue siendo referente y recordado por la ciudadanía?
—Me hace sentir muy orgulloso. Jaén me ha dado tanto que estoy muy agradecido y no tendré tiempo suficiente para devolverle todo lo que me ha dado. La inmensa mayoría de lo que tengo en la vida se lo debo a Jaén: mi esposa, mis hijas, mis nietos, mis amigos... En septiembre hace ocho años que cerré la tienda y desde entonces, esa alegría de que te reconozcan es mayor. Antes estaba en la tienda y salía poco a la calle, pero ahora cuando te reconocen es algo muy hermoso.
—Jaén se lo ha dado todo y se lo está devolviendo a su manera, perteneciendo a organizaciones como Secot.
—Tendría que vivir tres o cuatro vidas para devolverle a Jaén todo lo que le debo. Una de las fórmulas es Secot, tratando de aportar mi experiencia y para que todo lo que he ido aprendiendo en el mundo empresarial no se pierda. Es lo que hacemos la inmensa mayoría de los que estamos en Secot, transmitir nuestros conocimientos y que puedan ayudar a gente que quiera montar un negocio o a personas que ya lo tienen y necesiten un empujón. Si pudiera y tuviera más tiempo, pertenecería a alguna asociación en la que pudiera aportar.
—¿Jaén es tierra de emprendedores?
—En los cinco años que llevo en Secot y en los anteriores he comprobado que hay gente emprendedora y con talento, mucho más del que nos imaginamos. La gente en Jaén siempre ha tenido ese aire de victimismo, con la idea de que todo lo de fuera es mejor. Aquí hay talento, pero no se ha sabido gestionar por muchos entes e instituciones y han permitido que ese talento salga fuera. Muchos de aquellos que se marcharon confiesan que aquí no tuvieron la oportunidad de desarrollarse. ¿Por qué se ha ido la gente? Hay tanta información de lo bien que se puede vivir fuera, que la gente se va por aquello de que Jaén sigue siendo pequeña. Sin embargo, en Secot nos han pedido asesoramiento desde diferentes puntos del mundo porque quieren volver. Nos ha pasado recientemente con una jiennense que está en Martinica. Y quieren regresar por la calidad de vida que tenemos aquí.
—Eso lo ha defendido siempre. Yo vengo de Barcelona y lo asequible que es la provincia y la ciudad da mucha calidad de vida.
—Efectivamente. Desde la pandemia, principalmente, nos estamos dando cuenta que vivir en esas grandes ciudades no es tanto la panacea. Son ciudades en las que no vives, pasas mucho tiempo en el transporte público, el sueldo apenas te da para cubrir las necesidades básicas del día a día... Por eso la gente quiere volver. ¿Qué ocurre? Que si no tiene una idea muy diferente de negocio, lo tiene más complicado. Pero hay muchas posibilidades de negocio en esta provincia que no se han explotado.
—Dígame algunos ejemplos de esas posibilidades por explotar.
—¿Qué tenemos en Jaén? Aceite. Hay que desarrollar la investigación del aceite, del terreno, los cultivos alternativos, sus aplicaciones medioambientales. Mucha gente se está dando cuenta de la importancia de una provincia sumamente diversa, con gran cantidad de turismo que podemos absorber, tanto patrimonio cultural, una gastronomía maravillosa, cuatro parques naturales. Tenemos todas esas alternativas, entre otras, que debemos explotar. Incluso el propio comercio; hay mucho que está en Granada, ¿por qué no nos los traemos? En la hostelería, efectivamente la gente abre bares, pero unos iguales a los otros. Debemos diferenciarnos.
—Cuando un emprendedor llega a Secot, ¿qué consejos les dan y a qué dificultades se enfrentan? Nosotros siempre hemos dicho que tras seis años lo más difícil de Lacontradejaén está siendo aprender a ser empresarios.
—Los emprendedores que vienen a Secot normalmente ya tienen su idea de negocio más o menos definida y, efectivamente, este problema que mencionas es la mayor dificultad a la que se enfrentan. Falta educación. Desde varios círculos de Secot defendemos que se debería enseñar en los institutos, y seguir en la universidad y en la formación profesional a ser empresarios; inculcarles el emprendimiento. Podría ser una asignatura en la que se den nociones sobre qué es una empresa, cómo es crearla y cómo es el día a día. Muchas veces aprendemos, como es mi caso, a base de golpes. Es triste que en la educación, en general, no se contemple esto de un modo cada vez más serio. En Secot llevamos un tiempo dando charlas a institutos para inculcarles en emprendimiento, porque muchos ya están siendo conscientes de esta necesidad.
—A ver si va a llegar el momento en que los jóvenes quieran ser funcionarios o emprendedores, sin punto medio. No todo el mundo está obligado a emprender.
—Por supuesto, pero si no lo fomentas saldrán menos todavía. Hace un par de meses, en una de las charlas con alumnos de tercero de Empresariales de la Universidad, solo tres personas tenían una idea de negocio. Los otros 20, según el profesor, querían ser funcionarios. Es legítimo querer serlo, lo triste es que no se haya motivado previamente a los alumnos a intentar tener una idea de negocio y no caer en el conformismo. Este país necesita personas que emprendan.
—¿Qué parte de responsabilidad tiene la educación en casa, los padres, el ver la cultura emprendedora en el hogar?
—Yo he tenido dos hijas y ninguna quería tener negocios. Al final, una de ellas sí. Tiene importancia la orientación de los padres y la confianza que depositan en las ideas de sus hijos... pero creo que tiene más influencia el sistema educativo. Es muy importante explicarles que no hay que ser funcionario necesariamente, se puede trabajar en una empresa por cuenta ajena y ser proactivo y progresar, también. Pero que todos quieran ser funcionarios demuestra que el sistema educativo no está funcionando.
—En la recta final de la entrevista vamos a cambiar de tercio y hablar de su pasión por el teatro.
—Hace siete años me encontré a un amigo por la calle y me contó el Programa Universitario de Mayores. Me informé y me apunté. Ha sido magnífico todo lo que he aprendido. Justo antes de la pandemia vi la asignatura del teatro y decidí apuntarme. Me encantó. Al margen de mis compañeras, principalmente, me gustó por nuestra profesora, que nos transmite el teatro con gran pasión, al igual que el resto de profesores en otras asignaturas. Damos talleres de teatro muy diversas y cada año hacemos una función, que se hace a través del Encuentro Nacional de Aulas Universitarias de Teatro. Estoy muy feliz y pasándolo bien, además de que salimos a actuar a otros puntos de la provincia y fuera, siempre de manera altruista. Es otra faceta que me he descubierto.
—Usted es el vivo ejemplo de que uno no se aburre tras la jubilación.
—Con la cantidad de libros que hay por leer, de películas por ver y de música por escuchar, cómo me voy a aburrir. Además, Secot me permite tener una cierta actividad, además de la universidad. Además, ahora estoy empezando a cocinar algo más, que también me gusta mucho. Y también estoy en la Asociación de Mayores Alto Guadalquivir, que somos alumnos de la Universidad para practicar actividades culturales. Así que no, no me aburro. Solo espero tener una salud que me permita hacer todas estas actividades.
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