"Jaén está muy bien posicionada en el 'ranquin' del acogimiento familiar"
El compromiso social de Charo Morales de Coca (Palencia, 1967) tiene en el acogimiento familiar su principal forma de expresión. Nombre propio (con carácter estatal) en este ámbito, comparte hoy con los lectores de Lacontradejaén su vocación acogedora.
A las puertas de la campaña electoral y dada su condición de edil en activo, dialogar con ella podría quedarse en eso, en una entrevista política. Pero no, que viene a estas páginas digitales para hablar de la biografía de una mujer jiennense convencida en cuyo acento conviven, eso sí, los ecos de los mil y un lugares que han servido de escenario cotidiano a su vida. Pasen y lean.
—Más de uno la recordará como aquella mediática concejal del Ayuntamiento de Jaén que asumió las carteras de Deportes, Turismo, Promoción Económica, Casco Antiguo..., pero seguro que muchos se sorprenderán cuando se enteren de que no es usted ni jiennense ni andaluza.
—Los Coca, que es mi segundo apellido, somos manchegos. Por circunstancias de la vida (la familia de mi madre era del norte) nací en Palencia, porque mis padres, que vivían en Burgos entonces, decidieron que iba a nacer allí.
—¿Cuándo estableció su primer contacto con el mar de olivos, entonces?
—Muy pequeñita llegué a Mengíbar, estuve muchos años en Mengíbar, toda la infancia entera. Y cuando empecé a estudiar el bachiller, ya vine a vivir Jaén. Me considero jiennense purasangre. Se podrá cuestionar un poco, pero yo creo que todo esto también te da un bagaje de la vida, una visión de diferentes formas de vivir y de interpretar la vida, al haber tenido contacto con muchas sociedades dentro de España, dentro de la comunidad autónoma. Todo eso, al final, hace a la persona.
—¿En qué ambiente llegó al mundo, Charo? ¿Gente de campo, profesores, malabaristas...?
—Mis padres eran funcionarios los dos (mi madre maestra y mi padre, agrónomo).
—Vamos, que lo de la política no le viene de familia...
—Yo creo que la vocación que pude captar de mi familia es la del compromiso social. Empecé a moverme mucho porque así lo había visto desde mis abuelos y en mis padres, a participar en la vida social y en las entidades que reivindicaban la igualdad y las necesidades de esos que peor lo pasaban. Así me captó el Partido Andalucista.
—¿Vivía ya en Jaén cuando comenzó ese compromiso?
—En aquel momento vivía en Baza (he dado muchas vueltas) y pertenecía a un colectivo que defendía mucho el mundo de los menores que vivían no en las mejores condiciones para poder crecer. Era muy reivindicativa en los medios de comunicación, así llegué al PA.
—Es decir, que primero fue la reivindicación, la atención a los desfavorecidos, y después la militancia, no al revés.
—Sí, desde muy jovencita he estado muy implicada en la apuesta por la transformación social, desde aquellos movimientos del 0,7%, como colaborado en Latinoamérica, en África, en muchos rincones de la sociedad española y andaluza donde hay dificultades, en lo que llamábamos campos de trabajo. Y muy vinculada con la parte social de los Maristas, con las organizaciones que ellos tienen. Soy muy mayor, así que colaboré mucho en la creación de SED, la ONG de los Maristas, y en la Fundación Marcelino Champagnat. Todo ello siempre (salvo un periodo cortito de mi vida) de manera paralela a una vida profesional, de manera totalmente filantrópica y altruista.
—¿Cómo, por qué dio el salto desde ese universo solidario a la política?
—Yo creía que la verdadera transformación social (aunque sé que la clase política está bastante desprestigiada) era responsabilidad de los políticos, porque por mucho que los ciudadanos reivindiquemos, quienes realmente pueden hacer las cosas son ellos, desde una gestión política. Por eso respondí a esa llamada que me hizo el andalucismo, y me impliqué al cien por cien.
—Llegó usted a ser delegada de la Junta, concejal (a día de hoy, en el Ayuntamiento de Santiago de Calatrava, por el PP). ¿Le ha aportado algo esa experiencia para el desarrollo de su compromiso social, que desde hace años encauza por el acogimiento familiar?
—Aprendí mucho, disfruté mucho y es una experiencia que ha marcado muchas decisiones de mi vida. No reniego de esa etapa, para nada.
—La pongo en modo acogedora, Charo, que es de lo que hemos venido a hablar, principalmente. Casada, madre de...
—De tres hijos.
—Y actualmente presidenta de la Federación Andaluza de Asociaciones de Acogimiento Familiar, del colectivo jiennense Familiacoge...
—Si no hay ningún contratiempo, seré la secretaria de la asociación estatal dentro de quince días.
—Esto es una primicia, ¿no?
—Sí, sí, sí. Esa es la previsión.
—¿Llegó a este ámbito del acogimiento empujada por su vocación social, o el punto de partida fue otro? ¿Qué la hizo implicarse completamente en ello?
—Nosotros somos familia acogedora en casa, también cuando yo era concejal, desde el año 2010. Esto era una inquietud de mucho tiempo y llegó un momento en el que dimos el paso y tuvimos en casa un niño, que llegó pequeñito a casa y ya es tan nuestro tan nuestro que lo adoptamos, a la mayoría de edad.
—Ha sido hablar de este asunto y se le han iluminado los ojos, señora Morales de Coca.
—Es que estoy totalmente encantada, creo que es una realidad que no se conoce.
—Ayude a los lectores a que la conozcan. ¿Qué es un niño en acogida?
—Ese niño que sus progenitores no dan la talla, no lo cuidan como debieran, y la administración asume la tutela. ¿Y qué hacemos las familias acogedoras?
—¿Qué hacen, qué hacen exactamente?
—Procurar que esos niños, en vez de vivir en centros, vivan en el entorno más parecido a una familia. No somos su familia biológica, pero sí la que le abre todo. Hay muchas modalidades. Nuestro objetivo es procurar sanar a esos niños, y ojalá pudieran volver con su familia biológica.
—¿Ocurre con frecuencia?
—Eso es complicado, no pasa o pasa pocas veces, menos de las que quisiéramos. Hay muchas posibilidades: hay familias que son urgentes, y esas tienen muchos niños, unos van y otros vienen, se preparan para el duelo de la separación, mucho cariño, mucha entrega...
—Es que la hora de la separación entre la familia de acogida y el niño acogido no debe de ser fácil, ¿verdad? ¿Cómo se prepara un hogar para despedirse de quien seguramente termina convertido, la mayoría de las veces, en uno más de esa casa?
—Después de escuchar mucho a las familias que lo han hecho muchas veces, me quedo con esto: "Les hemos dado lo mejor de nosotros, sabiendo siempre que el objetivo era procurar que tuvieran lo mejor, una familia estable para toda la vida o la vuelta a su familia biológica". Que tengan cariño, que descubran valores, que estén bien cuidados (no solo alimentados y de la parte material, sino todo los componentes que necesitamos las personas para el pleno desarrollo y la plena realización).
—¿Por qué recomendaría usted a los lectores de este periódico que se sumaran a las filas del acogimiento familiar?
—Yo recomiendo a casi todo el mundo que me voy encontrando, que conozca esta realidad. Luego, a qué nivel se va a enamorar de ella, eso cada uno en función de sus circunstancias, de sus posibilidades y de lo que entienda.
—Es que es posible que más de uno le espete que conforme está la vida, lo de sumar un nuevo miembro a la familia es complicado.
—Pero nos complicamos la vida de tantas maneras. ¿No nos la complicamos cuando nos compramos un piso por mucho más dinero del que tenemos, o cuando nos montamos en un avión, en un 'low cost', que no sabemos qué pasará? La vida es fantástica cuando uno se la complica y lo hace por los demás, es para lo que estamos aquí.
—Su experiencia personal es rica...
—Muy rica. ¡Y no estoy diciendo que sea fácil! Vale la pena. Hay veces que es muy complicado, estamos acompañando a personas que vienen de entornos familiares distintos, con 'mochilas' muy complejas, con dificultades cada uno en función de la edad, con dificultades grandes. Porque cuando un niño es retirado de sus progenitores, las dificultades no han sido pequeñitas, y cada niño luego, con el paso del tiempo, interpreta eso de una manera, lo gestiona de una manera y hay que estar ahí ayudándole, acompañarlo. Para nosotros es una experiencia muy grata, es un niño más no solo en el entorno de mi casa sino en el de toda la familia, extensa, nuestra; en la familia de mi marido, igual, en todo nuestro entorno es nuestro hijo, a todos los efectos.
—Y Jaén, ¿brilla con luz propia en el universo del acogimiento familiar? ¿Jaén acoge?
—Jaén, en el ranquin de las ocho provincias andaluzas, somos segundos o terceros respecto del número de niños retirados de sus familias, tutelados. Estamos bien posicionados, pero es verdad que nos hacen falta muchas familias. Hay un compromiso histórico, y es que ningún niño menor de siete años esté en un centro. Con la nueva Ley de Infancia, que se aprobó en 2021, sube a doce años. Eso, para nosotros, es espectacular, pero en paralelo tiene que haber políticas de captación de familias y sensibilización sobre esta realidad. También es verdad que todo el mundo tiene que poner de su parte: la administración, hacer unas gestiones y la familia y la sociedad otras. Estos niños tienen un espacio que no se les reconoce.
—¿Qué quiere decir, qué espacio es ese?
—Estamos luchando por temas muy triviales, como las becas. Estos niños los tienen en casa y en principio no tienen acceso a ninguna beca de estudio, porque la definición de unidad familiar que hay no contempla esta realidad. Tú defines la unidad familiar de tu casa, incluyes al niño, y si a tu patrimonio y tu renta no les corresponde una beca este niño no tiene beca, cuando este niño (con todo el cariño del mundo) es un niño de la administración. Estamos limando cosas, ya es mucho más fácil su escolarización, estamos avanzando mucho, pero queda mucho trabajo pendiente. Pero vale la pena. A mí me ayuda a ser mejor persona.
Vídeo y fotografías: Esperanza Calzado.
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