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"Soy positivo, tengo la esperanza de jubilarme aquí"

"Soy positivo, tengo la esperanza de jubilarme aquí"

Por Javier Cano - Septiembre 21, 2025
Compartir en X @JavierC91311858

Calzados Mora celebra en 2025 su 50 aniversario, desde aquel ya lejano mes de septiembre de 1975 en que abrió sus puertas en el castizo Arrabalejo. Fundado por Juan Palomino Mora, el negocio está ahora en manos de su hijo David Palomino Ramírez (Jaén, 1969), que aunque estudió, al final se dejó llevar por la querencia y se metió detrás del mostrador para toda la vida. O eso espera. 

—Cinco décadas abriendo y echando la persiana día tras día no es cualquier cosa, es para celebrarlo. 

—Hoy en día, por desgracia, pocos pequeños comercios pueden decir que celebran los cincuenta años; los veinte ya sería un éxito, los cincuenta son un logro.

—¿Cuál es el secreto de esa longevidad comercial?

—El secreto es mantenerse fiel a lo que siempre ha sido el pequeño comercio: el contacto con la gente, la atención muy particular, muy personalizada; muchas veces incluso conoces a las familias. Nosotros, en cincuenta años, estamos ya calzando a la tercera generación, las madres venían con los hijos y ahora vienen esos hijos con sus hijos. Hay que estar muy pendiente de lo que la gente necesita, de lo que la gente requiere. 

—Esta entrevista se desarrolla en pleno Bulevar, pero esta tienda no fue la primera...

—Exacto; nosotros abrimos en Millán de Priego esquina con Rey Alhamar, aquella esquina se convirtió en un icono con el tiempo y era un punto de referencia. Allí estuvimos cuarenta años. Luego, unos años más, un poquito más abajo, porque tuvimos que trasladarnos, hasta que cerramos hace ya siete años. Y aquí, en el Bulevar, llevamos ya catorce.

—Todo empezó entonces en la antigua calle de los Morales. ¿Por qué allí?

—En el Jaén de aquella época Millán de Priego era un poco la continuación del centro; el centro era San Clemente, los Jardinillos, pero esa zona era muy cara, era prohibitiva para nosotros y nos fuimos a Millán de Priego. 

—¿Acertaron?

—Sí, la verdad es que el tiempo nos dio la razón.  

—¿Cambia mucho eso de vender zapatos en el Jaén antiguo de hacerlo en el más moderno? 

—Sí; aparte del cambio que ha habido con el paso del tiempo, las tiendas ya se articulan de otra manera y el trato con el cliente también, además aquel es un barrio vamos a decir más obrero, más sencillo; este barrio del Bulevar es de funcionarios, por decirlo así, muchos profesores, tenemos un centro de salud, tenemos oficinas de la administración...  

—¿Más entrañables los de arriba, quizá?

—Es distinto, pero no creo yo que sea por las personas en sí sino porque las cosas han cambiado. Antes el cliente venía un poco más a ver qué le decías, qué le aconsejabas, y ahora, entre las redes sociales e internet, la gente viene muy directa a lo que quiere, ya tiene una idea. Pero sí es verdad que en una tienda como la nuestra se basan también en lo que tú les aconsejas. Mi padre siempre decía que cuando un cliente entra por la puerta, aparte de saludarle, lo primero es mirarle el pie y entre lo que te dice y lo que tienes y el pie que has visto, por ahí va la venta. 

—Ahora que habla de su padre: ¿que usted cogiera las riendas del negocio fue imposición familiar, o lo suyo es vocación?

—Mitad y mitad; yo estudié Electrónica en lo que ahora es el San Juan Bosco (me matriculé allí precisamente porque estaba al lado de la tienda y si habia que ir a echar una mano, me pillaba al lado), pero desde primera hora yo tenía claro esto. Con ocho años ya me iba a la tienda todos los sábados, de ahí a cuando dedicarme profesionalmente a esto cuando cumplí los dieciocho, no había más que un paso.

—De tanto ir a la fuente pudo romperse el cántaro, o sea, que de empezar a los ocho años podía haber querido todo menos vender zapatos. Sin embargo...

—Claro, sí, de hecho somos cinco hermanos y los otros cuatro no han querido saber nada de la tienda. 

—¿Y usted? ¿Se ve mucho tiempo con el calzador en la mano, o a pesar del aval que supone este medio siglo de trayectoria teme que algún día pueda verse obligado a cerrar?

—La situación es muy difícil, el pequeño comercio en general está viviendo una época que yo diría que es casi la peor que he conocido (no hay más que darse una vuelta por los barrios, por el centro). Pero yo soy siempre muy positivo en eso, creo que nosotros nos adaptamos incluso mejor que otro tipo de comercios y sabemos detectar enseguida por dónde estamos fallando y cambiar: soy positivo, tengo la esperanza de jubilarme aquí. 

—Su padre tuvo sucesor en su hijo David. ¿David tendrá continuidad en sus hijos al frente del negocio?

—Tengo dos niños, pero de momento son pequeños y no quieren saber de esto nada. 

—¿Pero le gustaría que se involucrasen, que siguieran con Calzados Mora?

—A mí no me importaría, no lo veo mal, es un trabjao relativamente cómodo y amable, conoces a mucha gente, hablas con mucha gente y tampoco te obliga a estar todo el día en la calle al sol, ni nada de eso. 

—Líneas arriba alude usted a internet, a las redes, que son un escaparate inmenso en el cual mucha gente escoge y compra su vestuario. ¿Se nota mucho esa tendencia en el balance de su tienda?

—Nos encontarmos un poco de todo, es verdad que la gente más joven confía mucho en internet y compra mucho ahí (eso es para nosotros un enemigo bastante importante), pero luego hay mucha gente que no sabe, que no se fía. Un zapato no es comprar una carcasa para un móvil, te puede quedar bien o no o no ser lo que tú esperabas; y por el engorro de la devolución hay gente que prefiere venir. Aunque también encontramos la picaresca típica de la gente que viene, ve lo que le gusta, lo localiza y luego lo pide por internet, eso siempre ha habido. 

—¿Calzados Mora no da ese paso, no se vende en la red de redes?

—Teníamos una página web, pero en ningún momento llegamos a poner venta on-line; además, cuando alguien nos preguntaba teníamos un dicho. 

—Cuente, cuente...

—Que nosotros apoyamos al comercio de barrio, pero de tu barrio, no del mío. Creemos que hay que apoyar al comercio de cercanía. Se nos dio un caso muy concreto de una persona que nos llamó por teléfono porque había visto en nuestra web un artículo y quería que se lo mandáramos a León. Lo curioso es que el artículo costaba diez euros y el porte costaba mucho más que lo que nos pedía. Internet está así. 

—Vamos, que los mostradores digitales no van con ustedes. 

—De momento no; estamos incluidos en un grupo más grande, que tiene tiendas en otros sitios, incluso un almacén de venta al por mayor, y a través de ese grupo más grande sí se están haciendo pinitos para ver si la tienda on-line funciona. Pero ya digo, de momento ni nos lo reclaman ni nos parece que vayamos a ir por ahí. 

—Para terminar, David, en pleno cumpleaños, ¿qué mensaje desea enviar a los jiennenses, a los que vieron nacer Calzados Mora, a los que lo ven abrir a diario y a los que (si todo sigue como usted espera) lo seguirán viendo?

—Les daría las gracias: aguantar estos cincuenta años si no hay una confianza, no se aguanta. Pero les daría un mensaje más general también de apoyo al pequeño comercio, que aporta muchísimo a la ciudad, a las calles, a la economía, esa economía de círculo corto que se representa muy bien en el pequeño comercio. Yo creo que no nos damos cuenta de lo que perdemos cuando pasamos por las calles y vemos filas enteras de locales vacíos, que además se quedan vacíos por los años y los años. Es importante que pensemos un poco en eso. Pero sobre todo, las gracias por delante. 

VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO

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