"En el periodismo agroalimentario también hay amarillismo"
Es periodista (licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra) especializada en agricultura y alimentación. Elisa Plumed escribió durante 15 años sobre ello en el periódico Europa Agraria y desde 2013 es profesional autónoma y trabajo más en el ámbito de la comunicación, colaborando con diversas empresas. En julio de 2020 fue elegida presidenta de la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España, APAE y desde 2017 es co-directora de su proyecto más ambicioso: el posgrado Curso de Experto en Comunicación Agroalimentaria (único título de esta materia que existe en España).
Esta semana ha estado en la capital del Santo Reino, junto a la periodista Marisa Gallego, para participan en la mesa redonda organizada por la Asociación de la Prensa en Jaén para analizar los precios del aceite de oliva, el sector y cómo los profesionales de la comunicación pueden informar sobre ello de forma rigurosa. Se debatió sobre la escalada de precios del oro líquido, las informaciones sensacionalistas al respecto y la importancia de resaltar “ahora más que nunca” las bondades de este producto.
—¿Cómo llega Elisa Plumed al periodismo agroalimentario? Me da la sensación que no es un área al que se llegue por vocación.
—No... Ahora es cuando me encuentro vocaciones de gente que termina y quiere informar en el sector agrario y les pregunto si están seguros o seguras... (bromea). Una inmensa mayoría de los periodistas que nos dedicamos a la información y a la comunicación en el sector agroalimentario, hemos llegado hasta aquí de casualidad. Pero cuando lo hacemos es cuando nos damos cuenta de la importancia que tiene.
Antes se diferenciaba el campo, el sector primario, de la industria y de la distribución. Ahora, ya tenemos una visión global de toda la cadena agroalimentaria y vemos la importancia de cada uno de los eslabones. Es un sector, además, que no nos aburrimos nunca porque cada producto es diferente y lo podemos analizar de manera diferente dentro de la cadena agroalimentaria.
—¿Se ha producido un antes y un después en la comunicación agroalimentaria? Y no me refiero solo entre los medios de comunicación, sino dentro del propio sector, que empieza a entender que tienen que comunicar.
—Estamos todavía en el antes. El después vendrá tras unos años. Sí que es cierto que a partir del año 2020 y de las movilizaciones de los 'agricultores al límite', los medios generalistas se dieron cuenta de la importancia del sector agroalimentario. Después llegó la pandemia de Covid-19 y prevaleció la importancia de que no nos faltaran los alimentos, por lo que se vio el destacado papel que juega el sector. Veo alguna ventana más de información en los medios generalistas.
—¿Y en el sector?
—En cuanto a las empresas, organizaciones y entidades del sector agroalimentario, sí que es cierto que algunas están muy concienciadas con que tienen que comunicar. Otras lo confunde con el marketing y con publicidad.
—¿No tiene nada qué ver?
—Exacto. El marketing es vender y la comunicación es generar confianza y este mundo lo manejamos por la confianza que generamos en las marcas, en los productos, en las personas... Para llegar a eso, que el sector se conciencie de la importancia, todavía nos falta recorrido.
—Escuchándola (o leyéndola) habrá quien se muestre incrédulo cuando se habla de periodismo que genera confianza cuando la profesión sufre un cierto descrédito y que ha caído, en ocasiones, en el alarmismo en cuanto a las informaciones agroalimentarias.
—La comunicación es establecer confianza pero también es cierto que existe un periodismo amarillista que es llamar la atención del ciudadano para que lea la noticia. Además, tampoco comunicación es lo mismo que información; las dos caras de la misma moneda. Es complicado, y más con el decreciente respeto que se les tienen a los periodistas, hablar y generar esa confianza cuando, además, estamos en un mundo con muchos canales de comunicación directos y que hay mucho ruido. Se nos ha puesto muy complicado generar esa confianza pero creo que es nuestra razón de ser.
—Además, este es un sector que requiere especialización. No se puede dedicar cualquiera.
—Hay informaciones que publican medios generalistas que están bien hechas. No quiere decir que este tipo de información solo la puedan hacer los periodistas especializados, esto no es así. Pero sí que es cierto que se trata de un tejido muy complicado, con muchos productos y lo que le aplicas a uno no sirve para el otro. Tiene muchos condicionantes, muchos llegan de la Unión Europea, tienes que comprender el mecanismo que viene desde la Comisión, Ministerio y Consejerías... Es difícil, pero nos tenemos que dedicar a ello.
—Usted, precisamente, coordina un posgrado que se dedica a ello.
—Efectivamente. Coordino desde 2017 un curso de experto en comunicación agroalimentaria que precisamente lo que pretende es formar al comunicador de la empresa para conocer mejor las herramientas que tiene a su alcance, y por otro lado, a los periodistas le mostramos el bosque del sector, para qué sepan a qué fuentes deben acudir, cómo funciona el entramado de la cadena agroalimentaria, factores como la despoblación, el papel de la mujer, la despoblación, la seguridad alimentaria... Hay muchas cosas alrededor del sector.
—Por último. ¿Estamos explicando bien los periodistas la crisis que vive el sector olivarero y por qué el aceite de oliva se está pagando a los actuales precios?
—También hay amarillismo. Además, no sé por qué ahora se ha cogido el aceite de oliva como referente de la cesta de la compra cuando toda la vida ha sido la barra de pan o la leche. Hay que leer la letra pequeña y a día de hoy no nos podemos quedar con los titulares, que son el enganche para que te leas las noticias. Igual que debemos tener un consumidor de alimentos muy formado para distinguir el grano de la paja, tenemos que tener un consumidor de noticias muy formado, también. Hay comida basura y también información basura. Hay que saber cribar.
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