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"A Los Ángeles le daría la humildad y la humanidad de Jaén"

"A Los Ángeles le daría la humildad y la humanidad de Jaén"

Por Fran Cano - Noviembre 09, 2025
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Fany de la Chica (Jaén, 1984) acaba de estrenar el documental Tiempo entre olivos en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Es uno de los trabajos más ambiciosos de la cineasta, después un año yendo y viniendo de Orcera, donde rodó el metraje. La también cantante atiende a este periódico una semana antes del estreno en el Teatro Alameda en la oficina de +Coop, de la capital donde subraya su compromiso con el medioambiente y con la economía circular.

Acostumbrada a vivir entre Jaén, su ciudad, y Los Ángeles. La ciudad ha inspirado la canción Me prometiste el cielo, tema que formará parte de su próximo disco, y al mismo tiempo es un espacio que la redime, con sus luces y sombras. La conversación con Fany de la Chica evidencia que tiene una visión personal del arte y de las posibilidades de la creatividad, siempre al servicio de las personas.

—¿Cómo surgió el documental Tiempo entre olivos?

—Estaba viviendo en Londres, cursando un máster en documental en Royal Holloway, University of London. Tenía que hacer un proyecto y ya llevaba un tiempo viviendo fuera, en el extranjero, y había hecho documentales en otros países, como Camboya o en los campamentos de refugiados saharaui. Tenía que hacer otros vinculados a mi tierra. Decidí hacer este documental para afianzar la identidad cultural de ser de Jaén y entender mejor el paisaje de olivos.

—¿Qué tal fue el rodaje en Orcera?

—A medida que pasaba el tiempo me di cuenta de que no quería hablar de la problemática del olivar, sino de algo más profundo que tiene que ver con mi vinculación hacia paisajes de mi infancia. Aunque el problema de los olivareros de montaña está de fondo —no pueden mecanizar el proceso de recogida de la aceituna—, me di cuenta de que no era el tema principal. Lo principal era una especie de puzzle: el paso del tiempo podía borrar algo que estaba vinculado a mi infancia. La situación era insostenible, no había relevo generacional en los pueblos y las nuevas generaciones se iban porque no querían trabajar en el campo.

—¿Y qué quiere transmitir con este trabajo? ¿Cuál es la idea central?

—Mi mirada a esas imágenes rememorando recuerdos que tengo de mi infancia en los olivos, mirando esta cultura desde fuera. Llevo tiempo fuera de España y al final mi mirada también es externa. Digamos que la profundidad del documental, y del tema que estoy contando, trasciende más allá de las fronteras de lo que es contar una historia de olivareros. Los grandes temas son la crisis de la agricultura, que afecta a toda Europa; la inmigración; la despoblación de las zonas rurales, y sobre todo el cambio climático, la sequía.

—Presenta el documental en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. ¿Cuáles son las expectativas?

—Estoy muy contenta de estrenarlo en el Teatro Alameda, porque es uno de los más antiguos de la ciudad y tiene una gran capacidad. Mis expectativas pasan por que la sala esté llena. Tengo muchos nervios, porque no sé cómo se recibirá. Tras tanto tiempo haciendo el documental, cuyo proceso ha sido muy artesanal, siempre hay ese miedo de que a la gente no le guste o de que haya cosas que no se entiendan. Lo he hecho con mucho cariño y mucha dedicación. Soy muy perfeccionista, y también llevaré merchandising de aceite de Orcera y bolsos muy bonitos para que la gente los compre y se lleve un recuerdo.

“EL ALGORITMO ESTÁ HECHO PARA PREMIAR A LA GENTE QUE ES MÁS GRANDE”

—Está también de estreno con la canción Me prometiste el cielo. ¿Cómo fue grabar en el Desierto de Mojave?

—Fue una locura. Yo quería grabar en el desierto y busqué una localización que era un complejo de gasolinera, cafetería y motel que estaban abandonados. Eran parte de la Ruta 66. Fue un destino turístico tiempo atrás pero ahora está totalmente abandonado. No tuvimos problemas con rodar, pero sufrimos un pequeño tornado y empezó a llover. De vuelta a casa, tras grabar, nos quedamos parados una hora porque corría un río de agua que atravesaba la carretera. Vino la Policía y no sabíamos si era seguro cruzar el río.

—Madre mía.

—Imagine una hora allí parados, sin saber si nos quedaríamos toda la noche. La Policía pasó con un coche y advirtió que el río no era tan profundo y no tenía tanta fuerza. Al final pasamos. Y otra historia: llevábamos un coche amarillo fosforito y la Policía nos paró en el camino. El coche no tenía la etiqueta de lo equivalente a la ITV en España y ocurrió todo lo que ves en las películas. Llega el cherif y te dice: ‘¡Salid del coche’!. Mi amigo es mexicano y enseguida el agente notó que no éramos americanos. Casi lo esposa después de hablar con él. Tuvimos la suerte de que ambos éramos blancos. Si hubiésemos sido más moreno estoy segura de que nos hubiese llevado a Comisaría. No hicimos absolutamente nada, más allá de llevar un coche cantoso y no tener la pegatina en regla, aunque todos los papeles sí lo estaban.

—En su futuro disco, L. A. Resurrección, hablará, entre otros temas, del empoderamiento femenino. ¿Por qué lo hace ahora?

—Mi primer disco, Vestida de domingo en castellano, estaba enfocado a una ruptura amorosa. Es muy melancólico. La última canción era diferente, porque mezclaba el flamenco y el R&B. Y ese descubrimiento musical me sirvió. Ya tenía letras compuestas para el segundo disco, y me di cuenta de que seguía esa temática de nostalgia. Sin embargo, el tiempo había pasado, viví la pandemia y noté que estaba en otra época.

Tras la crisis sanitaria me fui a Los Ángeles y sentí que esa tristeza la había dejado atrás. Cambié la mentalidad. Pensaba más en mí, en estar mejor y en quererme a mí misma. Todas las las letras van en ese sentido y de ahí el título de Resurrección.

—Y de las emociones a los números. ¿Qué tal lleva el mundo de las plataformas como cantante? ¿Echa de menos la manera de producir más de los 90 o los 2000?

—La verdad que en esas épocas yo no producía, y no puedo compararlas con ahora. Lo que sí es cierto es que, aunque ahora hay muchísima gente haciendo música, poca gente vive del sector. En realidad, si sacas dinero es porque tienes la suerte de colar una canción en una serie o en una película, o que tu música salga en televisión o en cine de alguna manera. La otra vía pasa por los conciertos, lograr una gira. Cuando se habla de la incidencia del algoritmo es evidente que siempre premia a la gente más grande.

—A lo que está más candente.

—Sí. Entonces estamos en la misma rueda del privilegio. Los cantantes nuevos que salen, en un porcentaje bastante grande, vienen de familias con recursos. Es imposible pagar por promoción sin dinero, y sin promoción escalar en la música es muy difícil mantenerse. Tu canción no va a ningún sitio. Es muy complicado que de casualidad la elija el algoritmo y llegue a no sé cuanta audiencia en redes. Es casi imposible.

“TODO ESTÁ INCLINADO HACIA UN CAPITALISMO SALVAJE”

—Tiene la suerte de comparar la vida en ciudades tan diferentes como Jaén y Los Ángeles. ¿Qué exportaría de una a otra?

—A ver, a Los Ángeles le falta humanidad. En cierto manera, cuando vivo allí es como si lo hiciera en el futuro. Todo lo que ahora pasa en Los Ángeles, y me refiero a en California en general, donde la renta per cápita es una de las más altas del planeta, son avances y estilos de vida que acabaran llegando dentro de muchos años a otras regiones y a otros países. El problema bestial que tienen es el que afecta las personas sin hogar. Toda la crisis de la vivienda y de los fondos de inversiones, que manejan un amplio catálogo de casas, está llegando a España. Todo está inclinado hacia un capitalismo extremo.

—Entiendo.

—Y aquí también se están privatizando los servicios públicos, que provocan colapsos en la atención sanitaria, como estamos viendo. Lo que yo daría de Jaén a Los Ángeles es la humildad y humanizar más a la gente. Allí si te pasa algo en la calle nadie se detiene a ver qué te ha pasado. Y menos si eres de color.

—¿Y qué daría de Los Ángeles a Jaén?

—Lo que me gusta mucho es que hay una actitud de todo es posible, que te lleva siempre a hacer cosas creativas. Está lleno de artistas. Es un hervidero. Todo el mundo está haciendo algo. Eso crea sinergias a la hora de trabajar que permite seguir adelante y crear más. En una ciudad como Jaén, aún queda mucho en este sentido. Aquí se vive muy tranquilo y esa tranquilidad a veces impide emprender más.

—Justamente le pregunto por eso. ¿Qué proyectos quiere emprender y aún no ha podido?

—Muchas cosas.

—Dígame un par de ellas.

—No quiero decir nada por si finalmente no sale. Pero le pongo un ejemplo. Esta chaqueta que llevo era blanca. He estado experimentado con ropa, tintándola y haciéndole alteraciones menores. No sé si me dará tiempo para este disco, pero quiero sacar un merchandising diferente, que sea artesanal. Ya se está haciendo: hay una tienda en Los Ángeles que recicla ropa y la convierte en otros objetos. Colaboro con Linkin Park y todo el merchandising de camisetas que tenía sin utilizar de otros discos fueron transformados en uno nuevo para los siguientes proyectos.

Con este disco me gustaría hacer una edición limitada, como con el documental Tiempo entre olivos. Se trata de apostar por el concepto artesanal en lugar de por la mera impresión industrial. Para el disco lo haré con ropa de segunda mano y pondré el título de las canciones también a mano para que quien lo compre se lleve algo único. Me preocupa mucho la sostenibilidad y el medioambiente. Si hago algo fuera de la música y del cine, que sea sostenible. Y como siempre, vinculo todo lo que hago para que fluya la retroalimentación.

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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