"Estaba harto de ver cómo las galerías se aprovechan de los artistas"
Dos pintores y un escultor, amigos, compañeros y ahora también socios de una hermosa aventura cultural: el ubetense Manuel Poisón (1967), Josué Divinörum (Linares, 1993) y Alejandro Adoro (Jaén, 1990), que unen fuerzas unidos en el casco antiguo de la capital jiennense bajo un mismo techo, copado de arte. Una terna emprendedora que como les pasaba a los toreros antiguos hasta que montaban su propia ganadería, se moría de ganas de crear una galería de arte en la que mostrar su obra y dar cabida a los artistas de aquí.
En un amplio local integrado en la manzana del Darymelia, que fue palacio del condestable, pintura y escultura se disputan la atención de las miradas en pleno proceso de preparación de la apertura de un establecimiento plagado de sorpresas, entre ellas una suerte de claustrofóbicos habitáculos sobre cuyos muros dejó escritos sus mensajes más de un refugiado en los días inciertos de la Guerra Civil Española. Hospitalario y con ropa de taller, Poisón comparte su nueva aventura coral con los lectores de Lacontradejaén.
—¿Cómo surgió la idea de poner en marcha, en estos tiempos y en Jaén, una galería de arte, señor Poisón? Que haya un valiente, por no decir temerario, no le extraña a nadie, pero tres...
—Bueno, la idea en principio era en solitario, era mía, pero enseguida me di cuenta de que la unión hace la fuerza y que si nos juntásemos más haríamos más hincapié en el tema cultural que el arte conlleva.
—¿Y el lugar, Manuel? ¿Qué tiró de ustedes hacia el Jaén de toda la vida?
—Está al lado del Darymelia, que tenemos aquí mismo la Escuela de Arte José Nogué, el Conservatorio de Música; un poquito más adelante, la Academia Carrillo, al Cejas aquí abajo... Más centro cultural que esta zona, imposible de encontrar en Jaén, aparte de ser un gran lugar de paso entre la Catedral y los Baños Árabes, por lo que todo el turismo pasa por aquí.
—Pero no venderán imanes para las neveras, precisamente, sino obras de arte, que suelen costar un poquito más... Porque ustedes lo que quieren es vender en cuanto abran el local, esa es la idea, ¿no?
—La idea es que disfrute de este arte tan distinto, tan diferente como el que tenemos tanto Adoro como Josué o yo mismo.
—Diferente... hasta en el nombre, que por cierto todavía no ha salido de sus labios. Estando donde está la galería, seguro que no desentona con el entorno. Bautícela aquí, con Lacontradejaén como testigo de la ceremonia.
—El nombre es galería de arte sin nombre.
—Pero eso qué es, ¿provocar, llamar la atención, jugar con el personal...?
—En realidad, los nombres están aquí adentro, ¿para qué ponérselo por fuera si estamos los tres aquí? Quien quiera conocernos no tiene más que pasarse por aquí, en cuanto abramos; conocernos, ver por qué somos totalmente distintos, cada uno con su estilo propio, su manera de trabajar, sus materiales...
—Vamos, que podrían haberse cuajado perfectamente un acrónimo con sus tres nombres y colocarlo en un rótulo chulo que dejase claro que quien cruce este umbral entra en el universo Poisón, Adoro, Divinörum, porque aquí son tres los cabezas de cartel para toda la 'temporada'.
—Sí, también tenemos colaboradores, como Mari Carmen Vela, que es un primor.
—A poco tiempo de la apertura de Galería de Arte Sin Nombre, ¿qué les dice la gente que pasa por la puerta y los ve poniendo a punto las instalaciones? ¿Respiran ustedes aires propicios?
—Respiramos muy buenas vibraciones y la gente está respondiendo muy bien en todos los aspectos; quien entra y lo ve se sorprende, no se queda indiferente. Y eso que todavía no hemos abierto.
—Y precios, ¿les preguntan por los precios de las obras que tendrán a la venta ya mismo, o eso ya es hablar en términos quiméricos?
—Eso es más complicado, vender es otra historia. Pero es de lo que queremos vivir, claro.
—Tiene usted mirada de persona optimista, de creer en los demás, que es como define el gran Chesterton a quienes ven siempre el vaso medio lleno.
—Soy optimista, sí, muy optimista, y pienso que a la larga se venderá. Lo que pasa es que la gente que pasa por nuestra puerta no suele llevar dos, tres o cuatro mil euros en el bolsillo.
—A ver si es que va a resultar que son ustedes unos artistas caros, con la que está cayendo.
—Caros no, simplemente aplicamos una tarifa que, en mi caso particular, va por horas.
—¿Como una limpiadora o un mecánico, por ejemplo?
—Efectivamente, igual. A una obra le dedico cuatro meses y pico, como las últimas que estoy haciendo, y a otras menos. A más tiempos, mayor precio, si les echas cuatro meses de trabajo, calcula lo que puede ganar un jornalero en ese periodo de tiempo.
—Bueno, Manuel, ya que no le han puesto nombre, o sí, a su galería, póngale fecha de apertura, que más de uno, a estas alturas de la entrevista, echará en falta el dato.
—Cuando se ultimen los últimos detalles.
—Ha respondido como un político, así que como tal lo acorralo y le exijo (disculpe los términos) que concrete.
—Un mes.
—No es pequeño este local, no. ¿Lo poblarán también de poesía, de actividades culturales o talleres creativos, o no entra en sus planes?
—Sí, sí. Se nos pasan muchas cosas por la cabeza; pretendemos que el día de la inauguración venga a cantarnos una soprano muy jovencita, con una voz maravillosa. Nos falta el piano, que tenemos que subirlo. Adoro tiene que terminar la obra que está realizando para un regalo personal, el día de la inauguración.
—Usted está curtido en eso de exponer en Jaén, de vender mucho y, también, de no vender prácticamente nada. ¿Su optimismo es la red que le alivia el vértigo, Manuel, la incertidumbre de no saber si esto saldrá bien o le procurará malos ratos?
—Queremos que esto dure cuarenta o cincuenta años, es decir: más que yo.
—Más que usted y más que cualquier galería de arte de Jaén, al menos de la capital...
—Sí. Pero con mucha ilusión, con mucho optimismo. Queremos dar clases de pintura, de modelado (por parte de Josué), en la planta de abajo.
—Ah, que tiene sótano y todo.
—Sótano y hasta un búnquer, que lo he adecuado para que quien entre en él, sienta lo que yo creo que debió sentir la gente que estuvo metida allí en la Guerra Civil. Hay gráficos que demuestran que hubo gente ahí en septiembre del 38, por ejemplo, alguien estuvo aquí y tocó la sirena para que a la gente no la pillara un bombardeo.
—Interesante: en época de invasiones, saber que la Galería de Arte Sin Nombre posee un refugio es para tenerlo en cuenta.
—En caso de amenaza grande, esto no serviría para nada.
—Bueno, al menos una forma hermosa de morir, abrazados al arte.
—Sí, eso sí [ríe].
—No es lo más común entre los autónomos, pero la verdad es que se le ve a usted feliz, ilusionado. ¿Es por aquello de que "la felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace", que dijo Sartre? ¿Está usted en ese momento?
—Desde luego, mi sueño lo he cumplido, que era tener algo así, desde hace muchísimo tiempo. Ya estaba harto de ver cómo las galerías se aprovechan de los artistas.
—Lo que acaba de decir, Manuel, no es cualquier cosa. ¿Se reafirma en ello? ¿Eso es así?
—Eso es así, no porque lo diga yo. Te puedes meter en cualquier galería y verlo.
—¿En Jaén también?
—Eso ocurre en casi todas las galerías, y en Jaén también, sí.
—¿Qué harán Poisón, Adoro y Divinörum para ser distintos a sus colegas? ¿Por qué no se sentiría utilizado un artista en su casa?
—Se le haría una exposición en la que no se le cobraría absolutamente nada, excepto los cien euros que costarían la cerveza, el vino, alguna tapilla... Veinte días de exposición y solo se le cobraría el 20 por ciento de la obra que se venda. Se suele cobrar el 40 por ciento, incluso solo por obra expuesta te cobran de 60 a 100 euros por obra expuesta.
—¿Siempre ha sido así, o el manriqueño "cualquiera tiempo pasado fue mejor" le cae que ni pintado (nunca mejor dicho) a esto de la venta de arte?
—No, no siempre ha sido así, ha habido tiempos mejores. Los años 90 fueron muy buenos para el arte, y pienso que ahora estamos repuntando otra vez. El arte forma parte esencial de la historia: si no fuese por el arte, muchas de las cosas que hoy se saben no se sabrían, es algo casi imprescindible. Tienes que tener un poco de cultura, para entender lo que es el arte, eso sí.
—¿Y qué es la cultura?
—Leer mucho, escribir mucho, sobre todo leer, y a partir de ahí conocer, tener esa inquietud por conocer las cosas. Si no se tiene esa inquietud...
—Al principio de esta entrevista, cuando le pregunté por qué habían elegido el casco antiguo para su galería, citó, entre otros puntos de interés, la academia de los Carrillo. ¿Lo dice de boquilla, o es que de verdad tiene usted capacidad de admiración hacia los nombres propios de la pintura jiennense?
—No quiero competencia ninguna con nadie, cada uno hace lo que tiene que hacer. A mí me pueden criticar, decir: "¡Vaya unas cosas que hace este!". Me da igual, hago lo que realmente yo quiero.
Fotografías y vídeo: MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ
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